Los vehículos privados tienen prohibida desde el jueves pasado, la la entrada a Central Park, una demanda histórica que llega en un momento crucial, cuando ciudades de todo el mundo están limitando el uso del automóvil.
No se trata de un cambio que haya llegado de la noche a la mañana, sino de una reivindicación ciudadana que se arrastra desde hace casi medio siglo.
Reivindicación de años
En 1966, ya se prohibió la circulación de vehículos los domingos, iniciando una batería de restricciones graduales que duró décadas, y en 2015 se vetó totalmente la circulación de automóviles en la parte norte del parque, a partir de la calle 72, mientras en la mitad sur solo se podía conducir durante las horas de más tráfico.
Fue a última hora del miércoles cuando un elegante Mustang tuvo el privilegio de ser el último automóvil privado en cruzar el parque.
Lo condujeron dos históricos activistas de Transportation Alternatives, la organización que durante décadas ha organizado protestas y marchas en bicicleta para exigir la expulsión de los vehículos del parque.
Detrás del Mustang, le siguieron activistas y políticos en bicicleta, entre ellos Ken Coughlin, miembro de Transportation Alternatives, quien reconoció a Efe que todavía se le hace raro ver un Central Park sin vehículos.
“Después de luchar por esta causa durante 26 años, aún me parece mentira y me cuesta creer que finalmente haya pasado. Aunque ese momento fue muy emocionante”, detalló Coughlin, al narrar su experiencia.
Restaurar el uso original del parque
Coughlin aseguró que la prohibición del automóvil persigue “restaurar” el uso original del parque, ya que cuando se construyó, en 1857, no existían los vehículos.
“Este parque fue creado como un oasis para evadirse de la ciudad y sus diseñadores nunca tuvieron la intención de que esos caminos tuvieran un uso que no fuese recreativo”, apuntó.
Se muestra convencido de que la medida reducirá el tráfico en Manhattan, ya que “permitir a los vehículos circular por Central Park solo ha hecho más que aumentar el tráfico en Midtown, y ha propiciado que la gente conduzca en vez de utilizar el transporte público o la bicicleta”, argumenta.
Hasta que ese cambio de hábitos llegue, lo cierto es que los alrededores de Central Park acumulaban este miércoles inéditos atascos, mientras un cartel luminoso anunciaba la nueva restricción a los vehículos que, algo perdidos, seguían las indicaciones de los agentes de policía repartidos en cada cruce.
Precisamente, los vehículos de la policía y los jardineros son los únicos que se pudieron ver dentro del parque, además de los tradicionales carruajes de caballo, que seguirán circulando como hasta ahora.
Contaminación atmosférica
En cambio, los más beneficiados son los ciclistas y los corredores, que antes compartían carretera con los vehículos.
Sumándose a la petición de estos asiduos visitantes del parque, la Asociación Estadounidense del Pulmón llegó a alertar de que la polución de los vehículos es “especialmente peligrosa” para los deportistas, puesto que respiran más y lo hacen por la boca, lo que provoca que el aire llegue a un nivel más profundo de sus pulmones.
“Este parque no se construyó para los automóviles. Se construyó para la gente”, justificó el alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, al anunciar en abril pasado la medida, que también se ha implantado en Prospect Park, otro importante parque en Brooklyn.
Curiosamente, los 42 millones de personas que visitan cada año Central Park seguirán encontrándose con decenas de semáforos que se mantendrán en su sitio y que, a falta de automóviles, regularán la marabunta de bicicletas turísticas y de todo tipo que pasarán a ocupar su espacio. EFEverde