Isabel Martínez Pita.- El tejo es un referente de la inteligencia de la naturaleza, que con sus siglos de existencia se adapta a los cambios climáticos, y cambia de sexo cuando las condiciones de la tierra o de la atmósfera hacen que peligre la supervivencia de su especie.

El biólogo, Prudencio Fernández González, que vive desde hace cuatro años en la localidad de Selaya, en Cantabria, aunque lleva muchos años estudiando al tejo y sus comportamientos con respecto a los cambios climáticos y su propia idiosincrasia, se ha hecho amante y profundo conocedor de estos árboles, y además es miembro de la Asociación “Amigos del tejo y las tejadas” (Facebook).

Fernández explicó a EFEverde que “el tejo es un árbol que tiene una gran personalidad por su longevidad, ya que puede llegar a vivir miles de años, además de su adaptación a los cambios climáticos, mediante la transformación de su sexo”, aunque subrayó que estas conclusiones, hoy por hoy son hipótesis, de las que se comienzan a tener certezas.

Un árbol con tóxicos cuyos derivados pueden ayudar a curar cánceres

Pero también el tejo fabrica unas moléculas, los taxanos, que resultan tóxicos para muchos herbívoros y también para el ser humano, aunque a partir de esa molécula se han ido sintetizando otras distintas”, subrayó el biólogo.

Un árbol tejo en uno bosque de Cantabria. Foto: Prudencio Fernández González

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Esos derivados están demostrando bastante efectividad para tratar varios cánceres, como el cáncer de mama, así como el de ovarios y algunos otros, y poco a poco se está descubriendo una gama cada vez más amplia de cánceres que se pueden tratar con taxol sintetizado”.

“Esos derivados están demostrando bastante efectividad para tratar varios cánceres, como el cáncer de mama, así como el de ovarios y algunos otros, y poco a poco se está descubriendo una gama cada vez más amplia de cánceres que se pueden tratar con taxol sintetizado”.

Esta toxicidad prácticamente se encuentra en todas las partes del árbol, “salvo en la parte carnosa que rodea las semillas”

Fernández indicó que “el tejo crece por toda Europa, sobre todo cuanto más al norte. En la actualidad, han quedado zonas muy pequeñas en relación a las amplios bosques que debió ocupar en otros tiempos, debido a que ha sido muy explotado por las características de su madera”.

“Aquí en España se encuentra principalmente por las zonas montañosas del Sistema Central, la cordillera cantábrica y algunas zonas del Sistema Ibérico y Pirineos”.

El origen del tejo procede de antes de la Era Terciaria. “Al ser árboles tan longevos, las condiciones ambientales en las que viven a lo largo de su existencia han ido cambiando en los últimos siglos, algunas veces, el clima ha sido más caliente, otras más frío, y hay árboles que han sobrevivido a todos esos siglos y cambios”, señaló Fernández.

Puede haber momentos en los que las condiciones son más propicias, con temperaturas más templadas y húmedas o más frías o secas que favorecerían más a las hembras o a los machos respectivamente y si en estos cambios la proporción entre machos y hembras de una población cambia radicalmente, sería cuando podrían favorecerse cambios en el sexo de algunos individuos.

 

“En lo relativo al cambio de sexo parece que, por ejemplo, cuando el clima y las condiciones ambientales se hacen más duras, los árboles más o menos aislados o que viven en grupos pequeños son capaces de darse cuenta de que se están acercando a tener esos problemas reproductivos, por lo que podrían influir en el cambio del sexo”.

Los árboles masculinos, capaces de vivir en condiciones más duras

Los árboles masculinos son capaces de vivir en condiciones climáticas más duras, con más frío y menos agua y, sin embargo, las hembras necesitan un clima más templado y suelos más ricos.

Estas condiciones se están dando en la actualidad porque la cubierta arbolada en general está aumentando, debido a que la madera ha dejado de ser el combustible principal, lo que hizo que los bosques se redujeran al mínimo y “prácticamente no había árboles sino matorrales”.

Al recuperar la cubierta forestal las condiciones locales varían porque aumenta la sombra, aumenta la humedad con el aporte de la hojarasca de todo el arbolado y el suelo mejora de calidad en cuanto a materia orgánica.

Tejos que han estado aislados en sitios muy aptos durante muchos años y que eran machos, al cambiar las condiciones del clima, que con los años se han hecho mucho más suaves y propicios, pueden transformarse en hembras y reproducirse, dar semilla y aumentar las poblaciones del tejo.

También podría pasar que se prevén con el cambio climático, al aumentar las temperaturas y disminuir las precipitaciones, que es uno de los escenarios que se dibujan para todo el mundo, cambien de nuevo de sexo.

Tejos en un bosque de la zona de Cantabria. Foto: Prudencio Fernández

 

 

 

 

 

 

“Concretamente para la península ibérica se calcula que para el ultimo cuarto de siglo, las precipitaciones se hayan reducido prácticamente en un 30 por ciento, las temperaturas hayan aumentado 2 o 3 grados y veremos que las condiciones van a ser mucho mas duras para la teja hembra, que antes que morirse va a reducir de alguna manera sus requerimientos de nutrientes”.

Entonces dejará de producir semillas o producirá muchas menos y “puede acabar transformándose en tejo macho que va a aguantar estoicamente esas malas condiciones esperando que mejore el clima para poder volver a ser una hembra”.

“Estás teorías acerca del cambio del sexo, en el caso de ser ciertas podrían servirnos en la investigación y control sobre los efectos del cambio climático”, concluyó el biólogo Prudencio Fernández González. EFEverde
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