Llegar a lo más alto como profesional tiene un mérito enorme, pero empezar otra vez de cero y coronar de nuevo la cima en una profesión totalmente distinta es una gesta verdaderamente extraordinaria. Didier Deschamps ha ampliado a tres el reducido número de personas (ahora Mário Zagallo, Franz Beckenbauer y él) que han ganado la Copa Mundial de la FIFA™ primero como futbolistas y luego como seleccionadores.

Deschamps convirtió la rabia que había provocado la derrota en la final de la UEFA EURO 2016 ante su público en factor de motivación, y confeccionó un plantel para Rusia 2018 que combinaba una férrea determinación defensiva con una implacable joie de vivre en ataque, encarnada por el liderazgo artístico en el mediocampo de Paul Pogba, el inflexible ritmo de Kylian Mbappé y la animosa punta de lanza que era Antoine Griezmann.

La victoria de Francia por 4-2 en la final de Moscú ante Croacia se produjo dos décadas después de que Deschamps alzase el codiciado trofeo como capitán de los Bleus en casa, y sirvió para concluir el trayecto de quien ha pasado de ser un “entrenador dentro de la cancha” a Premio The Best al mejor técnico ya junto a la línea de banda.

 

 

«El papel del seleccionador es importante, pero todos sabemos que no somos nada sin los jugadores, así que quiero felicitar a todos mis jugadores, que son los que me permiten estar hoy aquí. También quiero hacer extensible el agradecimiento a todo mi equipo de trabajo y querría compartir el trofeo con mi esposa y mi hijo, que están siempre a mi lado tanto en los malos como en los buenos momentos».

Didier Deschamps

 

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