Los cambios climáticos que se produjeron hace más de 100.000 años, con un calentamiento de entre 3 y 11º C del Ártico, fueron más extremos que los actuales, pero comparables con los que se auguran para finales de este siglo, según un estudio en el que han participado investigadores españoles.
Un equipo, con participación del CSIC, ha conseguido un registro detallado de cómo fueron los cambios climáticos en la Última Interglacial, con una resolución temporal que revela que se dieron siete eventos áridos, de unos seis a ocho siglos de duración cada uno, en el sur de Europa.
Sequías
El estudio, que publica la revista Nature Communications, revela que en ese periodo se dieron siete sequías extremas en el sur de Europa que coincidieron con la llegada de masas de agua fría del Atlántico norte.
El primero de los eventos áridos sucedió hace 126.000 años y el último hace 115.300 años, según el trabajo, que arroja luz sobre el momento, extensión y origen de estas oscilaciones climáticas, hasta ahora no caracterizados con esta precisión.
Los investigadores han utilizado un testigo sedimentario marino, extraído en 2001 del Margen Ibérico del océano Atlántico y que es como una “piedra de Rosetta” estratigráfica del clima ya que contiene polen que se fue transportando desde el río Tajo hasta las profundidades del mar a lo largo de miles de años.
Vegetación
El análisis de este polen ha permitido averiguar los cambios en la vegetación del continente y las alquenonas -compuestos fósiles derivados de plantas marinas- que contiene han revelado la temperatura del mar en la que vivían las plantas.
Los cambios en la vegetación en el continente, causados principalmente por las variaciones en la cantidad de lluvia, los compararon, además, con los cambios de pluviosidad observados en estalagmitas de la cueva de Corchia, en el norte de Italia.
“Este registro es importante porque se basa en una datación muy detallada que utiliza isótopos de uranio, y proporciona una de las mejores cronologías disponibles para este periodo”, ha explicado Joan Grimalt, profesor de investigación del CSIC.
“Cuando hemos estudiado las causas de este tipo de variabilidad climática hay muchos factores que influyen, como la actividad volcánica o los cambios de vegetación, pero lo que está claro es que el océano tiene un papel esencial porque memoriza cambios rápidos y los mantiene en el tiempo”, ha detallado Belen Martrat, coautora del trabajo e investigadora del IDAEA-CSIC.
Según Martrat, estos eventos vienen precedidos del incremento de temperaturas en latitudes altas, que fundieron el hielo de Groenlandia “y el agua dulce derramada al mar debilitó la circulación termohalina del Atlántico, por lo que, las corrientes del trópico se frenaron, no trajeron calor a Europa y ésta entró en un periodo frío y árido. EFEverde