70% de las emisiones que están impulsando el cambio climático en nuestro planeta provienen de las ciudades, que para 2040 albergarán dos tercios de la población mundial. Esto plantea un desafío claro y urgente: las ciudades deben volver a pensarse.

«Estamos en un punto de inflexión», dice Martina Otto, jefa de la Unidad de Ciudades de ONU Medio Ambiente. “Recientemente hemos visto cómo los gobiernos subnacionales y locales aumentan y asumen compromisos, por ejemplo, en el campo de la energía. Si bien se reconoce cada vez más que la planificación urbana es crucial, en muchos lugares falta capacidad de planificación».

Para Otto, lo que se necesita es una «revolución de planificación» que produzca ciudades compactas, estratégicamente estructuradas, con vecindarios y edificios de uso mixto, y con un énfasis en los sistemas urbanos integrados. También le gustaría ver techos y paredes verdes y corredores de biodiversidad; sistemas de energía descentralizados, redes complementarias alimentadas por energías renovables; y un mejor uso de la capacidad de reserva a través de una economía compartida.

En un informe de este año, el Panel Internacional de Recursos dijo que las ciudades deben ser bajas en carbono, eficientes en recursos y socialmente justas. La demanda urbana de recursos podría aumentar en 125% para 2050, y se espera que se construyan al menos 200 nuevas ciudades en Asia durante los próximos 30 años, indicó el grupo de expertos creado por ONU Medio Ambiente.

«Tenemos una oportunidad única en la vida para poner el desarrollo urbano esperado en un camino más ambientalmente sostenible y socialmente justo», dice el informe. «Las decisiones tomadas hoy sobre los modelos de urbanización y uso del suelo, así como sobre la infraestructura clave, determinarán si nuestras inversiones están preparadas para el futuro o si de hecho nos encerrarán en un camino insostenible».

En 2015, los estados miembros de la ONU firmaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que incluyen metas específicas (ODS 11) para hacer que las ciudades y los asentamientos sean “inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”. Otto dice que queda mucho trabajo por hacer ya que estamos «todavía lejos del nivel de implementación que necesitamos ver».

Se están tomando medidas. En agosto, 19 ciudades se comprometieron a construir edificios “carbono cero” para reducir significativamente los gases de efecto invernadero en 2040, y a que todos sus edificios alcancen este estándar en 2050. “Carbono cero” significa que la cantidad total de energía usada en un año equivalga a la cantidad de energía renovable generada en el lugar, y esto requiere de antemano una reducción en la intensidad energética de los edificios.

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La ciudad de Ho Chi MinhPhoto / Pixabay

El compromiso, lanzado por el Consejo Mundial de Construcción Sostenible (World Green Building Council), fue respaldado por C40 Cities, una red de megaciudades del mundo comprometidas a abordar el cambio climático compartiendo conocimiento e implementando acciones significativas. También está en línea con el objetivo de la Alianza Global para los Edificios y la Construcción, que lidera ONU Medio Ambiente, para avanzar «hacia un sector de construcción de bajas emisiones, eficiente y resiliente».

Treinta y seis ciudades se unieron a la iniciativa Energía de Distrito de ONU Medio Ambiente, que apoya a los gobiernos locales y nacionales a acelerar la inversión en los sistemas distritales de energía modernos que usan tuberías aisladas subterráneas para bombear agua fría o caliente a los edificios con el fin de crear sinergias entre la producción y el suministro de calefacción, refrigeración, agua caliente doméstica y electricidad, y aprovechar el exceso de calor y frío, así como las fuentes locales renovables.

Este tipo de soluciones innovadoras para enfrentar los desafíos ambientales estarán en el corazón de la cuarta Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el próximo marzo. El lema de la reunión es “Piensa en el planeta. Vive simple”, es decir, piensa más allá de los patrones prevalecientes y vive dentro de límites sostenibles.

Esto es particularmente importante en relación con el transporte urbano. Algunos países como Alemania, Francia, Dinamarca, Noruega y Reino Unido planean prohibir la venta de nuevos autos a diésel y gasolina en las próximas décadas. En Madrid se están rediseñando 24 calles sólo para caminar y, para 2020, los autos no podrán conducir dentro de 200 hectáreas del centro de la ciudad. En Italia, todos los vehículos que usen combustibles fósiles serán prohibidos en el centro histórico de Milán para 2029.

Reducir las emisiones de los automóviles es clave, pero mejorar las redes de transporte público también es fundamental. Un informe de C40 Cities, el Pacto Global de los Alcaldes por el Clima y la Energía y el New Climate Institute mostró que duplicar la cobertura y la frecuencia de las redes de autobuses en las ciudades podría evitar la muerte prematura de más de un millón de personas por año a causa de la contaminación del aire y los accidentes de tráfico.

En 2013, la ciudad australiana de Adelaide presentó el primer autobús eléctrico con energía solar del mundo, y hay otros ejemplos en Gran Bretaña y los Estados Unidos.

En China, Shenzhen se ha convertido en la primera ciudad con una flota de autobuses públicos 100% eléctricos -más de 16.000 vehículos-. En Zhuzhou, las autoridades están operando un tren eléctrico “sin rieles» que utiliza sensores sofisticados para seguir rutas planificadas previamente. Sin embargo, todavía hay un precio ambiental a pagar si la electricidad que alimenta a los autobuses se genera principalmente a partir de carbón.

En Tallin, Estonia, las autoridades han introducido el sistema de transporte público gratuito más grande de Europa. Los residentes pueden viajar gratis en tranvías y autobuses. El plan, lanzado en 2013, ha provocado una disminución anual del 7,5% en la congestión del centro de la ciudad.

En Vietnam, las autoridades de la ciudad de Ho Chi Minh lanzaron el Proyecto de Desarrollo de Transporte Verde con el Banco Mundial para reducir la congestión y las muertes en las carreteras. El elemento clave es un sistema de tránsito rápido de autobuses de 23 km que podrá transportar alrededor de 28.300 pasajeros todos los días.

Los edificios también tendrán que ser transformados. Muchas ciudades están trabajando para integrar la sostenibilidad en los códigos y reglamentos de construcción, muchas veces con el apoyo del Acelerador de Eficiencia Energética en Edificaciones, una red público-privada vinculada a la iniciativa de la ONU Energía Sostenible para Todos.

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ONU Medio Ambiente/ Duncan Moore

La Ciudad de México ha redactado nuevas regulaciones, incluidas medidas de eficiencia energética para edificios nuevos y modernizados. En la ciudad brasileña de Salvador, a los constructores se les ofrece un descuento en los impuestos a la propiedad si usan tecnologías sostenibles y reducen las emisiones. La capital de Chile, Santiago, está invirtiendo en mejoras de eficiencia energética y proyectos de energía renovable, incluidos proyectos de energía solar en los techos.

La gestión de residuos también plantea un gran desafío, pero la innovación también está ocurriendo en este sector. En China, la ciudad de Ningbó ha recibido el respaldo del Banco Mundial para una estrategia avanzada de separación, recolección y tratamiento de residuos que pretende fomentar el reciclaje. En Delhi, India, donde cada día se generan más de 9.000 toneladas de desechos, se reabrió una planta de compostaje para producir compost y combustibles derivados de los desechos municipales. La planta maneja 200 toneladas de desechos por día, pero esa capacidad se espera ampliar.

Otto señala que los países en desarrollo a menudo no están equipados para mantenerse a la par de la velocidad de la urbanización. Un problema importante es la falta de datos y la capacidad para analizarlos. Las autoridades también necesitan apoyo para diseñar y hacer cumplir la planificación sostenible y las políticas intersectoriales.

«No podemos darnos el lujo de equivocarnos en las inversiones en infraestructura que se realizarán en los próximos 15 años», dice Otto. “Las áreas clave para abordar el clima y la calidad del aire, así como el bienestar de los ciudadanos, son los sistemas de energía, la movilidad y los edificios, todos los cuales requieren inversiones a largo plazo que definirán el camino de nuestras ciudades en las próximas décadas; debemos asegurarnos de que ese camino sea hacia un desarrollo urbano sostenible».

Para más información, por favor contacte a  Martina Otto.