Jilotzingo es un municipio en el Estado de México que fue territorio otomí. Ahí habitó éste pueblo originario. Pero aún hoy se escuchan ecos que hacen reverberar, en el aquí y el ahora, las tradiciones otomíes en esta región. En el pueblo de Santa Ana Jilotzingo, por ejemplo, todavía se realizan rituales pertenecientes a su cosmovisión.

El territorio de Jilotzingo se encuentra rodeado de bosques, habitados por más de 1,500 especies de hongos, plantas y animales. Estos recintos son vitales para el sostenimiento de los ecosistemas que los rodean, así como para el ciclo hidrológico.

Jilotzingo es parte de una de las dos cabeceras de la cuenca hidrológica del valle de México.

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Pero ahora, uno de estos recintos naturales desaparecerá para erigir un conjunto departamental de 20,000 viviendas que, con descaro, será llamado “Bosque Diamante”, para el cual se talarán más de 186,000 árboles de encino, según la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad.

Rubén Mayén, un ejidatario de Jilotzingo entrevistado por esta organización, afirmó que:

Lo que pase en cuestión de medioambiente en Jilotzingo, repercute en todo el valle de México. Son grandes generadores de agua, de oxígeno, y absorben muchas toneladas de dióxido de carbono.

El 82% del municipio de Jilotzingo está catalogado como Área Natural Protegida.

Permitir la tala de este bosque es contribuir al cambio climático.

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La autorización para talar esta astronómica cantidad de árboles la dio el exgobernador del Estado de México –y que ahora es senador–, Eruviel Ávila, a sólo 1 mes de dejar su cargo.

El permiso se le concedió a los empresarios Ricardo y Javier Funtanet; este último trabajó para el Partido Verde, ocupando el cargo de comisionado de la Comisión Legislativa de Protección Ambiental durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.

La historia se repite

A principios del año 2000, Arturo Montiel se encargó de destruir un área de preservación en el municipio de Atizapán de Zaragoza, cuando autorizó la construcción de diversos conjuntos, como el de Bosque Esmeralda, en dicha zona. Desde entonces, y debido a la mala planeación, esta región es un área urbana colapsada.

Los beneficiados en aquella ocasión también fueron miembros de la familia Funtanet.

La usurpación de estos territorios es un negocio que se ha realizado intermitentemente, gracias a los pactos que políticos y empresarios tienen desde hace años. Lamentablemente, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) también autorizó este despojo, a pesar de que la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (Conabio) mostró su rechazo.

Nada de esto ha sido consultado a los habitantes de Jilotzingo, muchos de los cuales ya han mostrado un abierto rechazo contra este ecocidio. Tampoco se ha informado ni consultado a los habitantes de la inestable Ciudad de México, la cual sufriría consecuencias irreversibles.

No podemos permitir que la historia se repita. Comparte esta información y mantente al tanto: detengamos esta usurpación de nuestros recintos naturales. Tú puedes hacer algo:

Firma la petición en Change.org para detener esta masiva deforestación.

ecoosfera.com