El equipo científico, liderado por referentes de la investigación marina como Callum Roberts o Alex Rogers, ha estado trabajando durante más de un año en uno de los estudios más ambiciosos sobre este ámbito. El enfoque elegido para el estudio podría revolucionar el modo en que se decida qué áreas deben ser protegidas y para qué.
En la actualidad, menos del 3% de los océanos están protegidos; la comunidad científica exige que para 2030 al menos el 30% lo esté. Los océanos se enfrentan a amenazas tan potentes como la búsqueda de recursos genéticos, que constituyen la base biológica de la seguridad alimentaria mundial, pero pueden ser utilizados para la generación de patentes farmacéuticas. A través de un mapa interactivo es posible explorar los diversos escenarios para la protección de los océanos, así como los puntos calientes de biodiversidad y las principales amenazas a las que se enfrentan.
Mientras los gobiernos continúan sus reuniones en Naciones Unidas para negociar un histórico Tratado Global de los Océanos en 2020, Greenpeace ha publicado un innovador estudio realizado por un equipo académico de primer nivel que revela cómo proteger más de un tercio de los océanos del mundo para 2030, un objetivo que, según señala la comunidad científica, es crucial para salvaguardar la biodiversidad y ayudar a mitigar los impactos del cambio climático.
El informe 30×30: Guía para la protección de los océanos es el resultado de una investigación de más de un año llevada a cabo por destacados científicos de la Universidad de York, la Universidad de Oxford y Greenpeace. En uno de los estudios más grandes de su ámbito en la historia, los investigadores han dividido todos los océanos, que cubren casi la mitad del planeta, en 25.000 unidades de 100×100 kilómetros, y luego han mapeado la distribución de 458 características de conservación diferentes, incluyendo la distribución de la fauna, los ecosistemas o características oceanográficas clave, que generan cientos de escenarios posibles para una red mundial de santuarios oceánicos, libres de la actividad humana más dañina. El estudio evitó a propósito áreas de elevada importancia para la pesca comercial para mostrar cómo esta red de santuarios marinos podría funcionar tanto ambiental como económicamente.
“La velocidad a la que se ha esquilmado la alta mar de algunos de sus animales más espectaculares e icónicos no deja de sorprendernos”, ha declarado el profesor Callum Roberts, biólogo de conservación marina de la Universidad de York. “Las pérdidas extraordinarias de aves marinas, tortugas, tiburones y mamíferos marinos revelan un sistema de gobierno defectuoso que los gobiernos de las Naciones Unidas deben solucionar con urgencia. Este informe muestra cómo las áreas protegidas podrían desarrollarse en aguas internacionales para crear una red de protección que ayudará a prevenir la extinción de numerosas especies y a que puedan sobrevivir en un planeta que se enfrenta a un cambio global“.
El informe 30×30: Guía para la protección de los océanos es el resultado de una investigación de más de un año llevada a cabo por destacados científicos de la Universidad de York, la Universidad de Oxford y Greenpeace.
Las negociaciones en la ONU hacia un Tratado Global de los Océanos podrían allanar el camino para la protección de los océanos fuera de las fronteras nacionales, que cubren 230 millones de kilómetros cuadrados. Actualmente, menos del 3% de estas aguas están protegidas. Esta investigación desvela lo que significaría proteger completamente el 30% y el 50% de los océanos de todo el mundo. A través de un mapa interactivo es posible explorar los diversos escenarios para su protección, así como los puntos calientes de biodiversidad y las principales amenazas a las que se enfrentan actualmente los océanos.
“Crear áreas marinas protegidas es fundamental para proteger y conservar la diversidad de la vida marina“, ha declarado Alex Rogers, profesor del Departamento de Zoología de la Universidad de Oxford. “Este informe muestra una aproximación sólida para desarrollar una red global de áreas marinas protegidas en alta mar, basada en el conocimiento acumulado a lo largo de los años por la ciencia sobre la distribución de especies, incluidas aquellas en peligro de extinción, hábitats que se reconocen como puntos críticos de biodiversidad y ecosistemas únicos. Los científicos de Oxford hemos unido fuerzas con Greenpeace y la Universidad de York para proporcionar datos sobre los ecosistemas marinos, incluidos los montes submarinos y las fuentes hidrotermales”.
La vida marina que albergan los océanos es el motor de la bomba biológica del océano: captura el carbono en la superficie y lo almacena a gran profundidad. Sin este servicio esencial, la atmósfera contendría un 50% más de dióxido de carbono y la temperatura del planeta sería tan alta que se volvería inhabitable. Sin embargo, los océanos se enfrentan en la actualidad a la creciente explotación por parte de un puñado de naciones ricas. La sobrepesca, la búsqueda de recursos genéticos y la emergente industria minera en los fondos marinos se suman a amenazas más amplias como el cambio climático, la acidificación o la contaminación por plásticos.
“Nuestros océanos están amenazados como nunca antes en la historia. Por primera vez una investigación demuestra que es completamente posible crear una robusta red de santuarios marinos en todo el planeta. No son sólo líneas dibujadas en un mapa, sino una red de protección coherente e interconectada que abarca zonas de alta biodiversidad de especies, corredores de migración y ecosistemas críticos. Nuestros océanos están en crisis, pero todo lo que necesitamos es voluntad política para protegerlos antes de que sea demasiado tarde”, concluye Pilar Marcos, responsable de la campaña de Océanos en Greenpeace, desde Naciones Unidas, donde ha participado en las negociaciones que están teniendo lugar.
10 claves para comprender por qué es urgente proteger los océanos
- Se conocen muy poco: Se sabe prácticamente lo mismo de la superficie de la Luna que del fondo de los océanos. En 10 años, entre 2000 y 2010, se han censado más de 6.000 nuevas especies desconocidas hasta la fecha en las aguas abiertas, lo que da la medida de hasta qué punto es desconocida la biodiversidad marina en alta mar.
- Nuevas oportunidades de negocio: Ya hay empresas que, sin embargo, se han embarcado en la búsqueda -bioprospección- de recursos genéticos en los fondos marinos, oro en forma de patentes. Un ejemplo: solo una empresa, la transnacional química BASF, tiene registrado el 47% de las patentes de los recursos genéticos marinos. La alta mar es tierra de nadie… O de unos pocos con tecnología suficiente para poder navegar e investigar en estas aguas.
- Minas destructoras en el fondo marino: Durante la última década, la minería de los fondos marinos ha pasado de ser un concepto de debate a convertirse en una realidad. Bajo la excusa de un creciente sector tecnológico y de las energías renovables, la exploración minera en los fondos marinos ya está aquí. Hasta el momento, se han emitido 29 concesiones para exploración de nódulos de polimetales, sulfuros y zonas ricas en cobalto del fondo marino.
- Un océano sin peces: En más de la mitad de los mares, el 55% de su superficie, se desarrollan actividades pesqueras. Cinco naciones ostentan el 77% de la flota pesquera en alta mar: China, Taiwán, Japón, Indonesia y España. Desde 1950, gracias a las mejoras tecnológicas, se ha logrado pescar, cada década, 350 metros más profundo. Un 59,9% de las poblaciones de peces analizadas están explotadas hasta su rendimiento máximo sostenible.
- El Ártico desaparece y, con él, su biodiversidad: El océano más desprotegido del planeta, el océano Ártico, alcanza en verano temperaturas medias de entre 2 y 3ºC más cálidas que la media entre los años 1982 y 2010. Con menos témpanos de hielo, los osos polares depredan, por ejemplo, el 90% de los nidos de aves marinas de Groenlandia o Svalbard. Con mayores temperaturas se ha llegado hasta encontrar ya caballas atlánticas en el ártico noruego.
- Contaminación por plásticos: En 1998, se encontró una bolsa de plástico a 10.898 metros de profundidad. Se estima que al menos 690 especies se han topado con residuos marinos. El 92% de estos “encuentros” han sido con plásticos. De 626 ballenas francas analizadas en el Atlántico norte, el 83% mostraba signos de interacción con plásticos.
- La batalla contra el cambio climático: Las profundidades oceánicas son el almacén de dióxido de carbono más grande del mundo. Si no existiera la bomba biológica del carbón en el mar abierto, las concentraciones atmosféricas de CO2 actuales serían de unas 200 ppm (un 50%) más altas de lo que son.
- Puntos calientes de biodiversidad: Con una longitud de 65.000 kilómetros, la dorsal medioceánica atlántica es la cordillera más larga del mundo. Tan solo uno de sus montes, el monte submarino Annan, en las aguas exteriores del África occidental, contiene 30.000 especies. Y tan solo se ha investigado un 0,002% de los 170.000 montes submarinos que se calcula que existen.
- El mar se traga nuestros tóxicos: El plancton marino acumula una concentración de metilmercurio de entre 500 y 500.000 veces más alta que el agua circundante. Un estudio de 2019 confirma que la mayor parte de la exposición al metilmercurio en Estados Unidos procedía de productos del mar pescado en mar abierto (un 45%). Esto tiene implicaciones para la salud de las personas, ya que la exposición al metilmercurio se asocia con efectos adversos sobre el desarrollo neurológico y para la salud cardiovascular.
- ¡Es urgente su protección!: La alta mar forma un vasto patrimonio mundial que cubre el 61% del área del océano y el 73% de su volumen. Engloba, además, el 43% de la superficie de la Tierra y el 70% del espacio vital en el planeta, incluyendo tierra y mar. Y sin embargo, menos del 3% de los océanos están protegidos.
Por: ECOticias.com / Red / Agencias