A medida que se acerca la Pascua, aumentan los pedidos de conejitos y huevos de chocolate. ¿Alguna vez has pensado en el impacto ambiental de este consumo masivo de chocolate?
Hay aproximadamente entre 5 y 6 millones de productores de cacao en el mundo y, según la Organización Internacional del Cacao, alrededor de 70% de la fruta se cultiva en pequeñas granjas. Dado que la demanda mundial de chocolate va en aumento, estas cifras serán aun mayores en los próximos años.
Monitorear y trabajar con los pequeños productores es una tarea importante para garantizar el uso sostenible de la tierra. La mala gestión de los árboles de cacao conduce a una baja productividad y a la deforestación de bosques para nuevas plantaciones de cacao. Esto, a su vez, contribuye a la destrucción de los ecosistemas, la pérdida de biodiversidad, la erosión del suelo y la sedimentación de los ríos.
Costa de Marfil, el mayor productor de cacao con más presencia de pequeños productores, perdió 64% de su cobertura forestal entre 1990 y 2015. Si esta tendencia continúa, se espera que en 2030 el país haya perdido todos sus bosques tropicales.
«El cacao es un proveedor clave para millones de personas en África occidental, y su demanda seguirá creciendo. Por eso es fundamental que la industria y el gobierno trabajen juntos de manera más efectiva para hacer crecer el sector como un modelo de agricultura sostenible y libre de deforestación», dice James Lomax, oficial del programa de Agricultura y Sistemas Alimentarios Sostenibles de ONU Medio Ambiente.
“Los empresarios pueden desempeñar un papel crucial, no solo para obtener chocolate sostenible y de calidad para el disfrute de los marfileños, sino también para educar y concienciar sobre la situación actual en Costa de Marfil», añadió.
Muchos chocolateros locales son conscientes de los desafíos en la industria y están apoyando cada vez más a los pequeños agricultores locales para que produzcan granos de cacao orgánicos. La agricultura orgánica es un sistema holístico que promueve una mejor salud y la gestión de todo el ecosistema.
Dana Mroueh es una de ellas. Esta marfileña de 30 años fundó la compañía Mon Choco para encontrar formas ecológicas de producir chocolate.
Mon Choco adquiere su cacao de agricultores locales que producen cacao orgánico a través de prácticas sostenibles. Encontrar a estos agricultores puede ser todo un desafío, dice Mroueh.
“Nuestro principal reto es encontrar cacao orgánico local. Producimos mucho cacao en Costa de Marfil, pero la mayor parte se produce utilizando pesticidas y otros productos químicos», explica.
Sin embargo, a ella le apasiona confiar únicamente en los granos de cacao orgánicos, que Mon Choco muele con bicicletas para reducir el consumo de energía. Como medidas de sostenibilidad, la empresa utiliza solo papel reciclado en sus envases y reutiliza la cáscara del cacao.
“El uso de bicicletas para moler el cacao nos permite reducir nuestro impacto energético, hacer algo de ejercicio y producir chocolate. ¡Nada puede ser mejor que eso!», dice Mroueh.
Los empleados de Mon Choco a menudo compiten para ver quién puede andar en bicicleta más rápido, y por lo tanto, producir más chocolate. El ganador logra que su foto se cuelgue en la pared de la oficina.
Mroueh estableció este negocio de chocolate ecológico por muchas razones. «Aunque Costa de Marfil es el mayor productor de cacao del mundo, la población local no sabe realmente a qué sabe el chocolate», asegura.
Producir chocolate a nivel local representa una forma en la que Mroueh puede celebrar la belleza de su país y de su tierra fértil, y también es una forma de honrar a su abuelo. «Siempre soñó con dejar que los marfileños probaran el chocolate de su país, y este negocio fue originalmente su idea», explica.
Las vísperas de la Pascua es un período increíblemente ocupado para Mon Choco. El equipo está ocupado en las bicicletas para moler el cacao y diseñar nuevos productos.
«Nuestros productos tienen el valor agregado de ser respetuosos con el medio ambiente, lo que hace que la Pascua sea una experiencia mucho más dulce”, dice Mroueh.
La expansión de la producción de cacao en Costa de Marfil siendo una amenaza para el bosque tropical, y la flora y la fauna endémicas del país. «Necesitamos educar a los agricultores y crear conciencia sobre el impacto de la producción insostenible de cacao», alerta la joven empresaria.
Ella ya está trabajando para hacer precisamente eso. Si bien su suministro de cacao orgánico actualmente es subcontratado y cultivado por los agricultores locales, esta emprendedora sueña con expandir el negocio para crear empleo mientras ayuda a su negocio a crecer de una manera respetuosa con el medio ambiente.
Más allá de eso, Mon Choco mira más lejos y persigue otro sueño: «Exportar a África y Europa, ahora que nos estamos volviendo un poco famosos en Costa de Marfil», se ríe Mroueh.