La inestimable contribución de las mujeres rurales al desarrollo
Las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial y el 43 por ciento de la mano de obra agrícola. Labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Además, garantizan la seguridad alimentaria de sus poblaciones y ayudan a preparar a sus comunidades frente al cambio climático.
Sin embargo, como señala ONU Mujeres, las campesinas sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor. Tampoco disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos, como la educación y la asistencia sanitaria, ni a infraestructuras, como el agua y saneamiento.
Las barreras estructurales y las normas sociales discriminatorias continúan limitando el poder de las mujeres rurales en la participación política dentro de sus comunidades y hogares. Su labor es invisible y no remunerada, a pesar de que las tareas aumentan y se endurecen debido a la migración de los hombres. Mundialmente, con pocas excepciones, todos los indicadores de género y desarrollo muestran que las campesinas se encuentran en peores condiciones que los hombres del campo y que las mujeres urbanas.
Además, la situación está empeorando debido a que los efectos del cambio climático sobre los recursos naturales y productivos agravan las desigualdades de género en las zonas rurales.
Mujeres y niñas rurales, creadoras de resiliencia climática
El tema de este año destaca el importante papel que desempeñan las mujeres y niñas del medio rural en el desarrollo de la resiliencia con que enfrentarse a la crisis climática.
A nivel mundial, una de cada tres mujeres empleadas trabaja en la agricultura. Hacen acopio de combustibles de biomasa, procesan manualmente los alimentos y bombean agua. Una cifra dice mucho de la importancia del trabajo de estas mujeres: el 80% de los hogares sin agua corriente depende de mujeres y niñas para conseguir agua.
Las mujeres que viven en entornos rurales se ven muy afectadas por las amenazas a las que están sometidos los recursos naturales y la agricultura. Por ejemplo, entre 2006 y 2016 una cuarta parte de los daños y las pérdidas totales consecuencia de los desastres climáticos tuvieron lugar en el sector agrícola de países en desarrollo, lo que tuvo un impacto muy significativo en la seguridad alimentaria y el potencial productivo de las mujeres y niñas del mundo rural.
Una de las formas más efectivas de frenar las amenazas que plantea el cambio climático es abordar la desigualdad de género. Las mujeres empoderadas tienen mayor capacidad para responder al cambio climático y desempeñan un importante papel en la adopción de tecnologías con bajas emisiones de carbono. Como resultado, se convierten en actores fundamentales en la difusión de conocimiento sobre el cambio climático y la acción necesaria para combatirlo.