- Diversos estudios científicos señalan la contaminación atmosférica y acústica como factor de riesgo para la salud de las personas, ya que incrementa el riesgo de sufrir ictus e infartos de miocardio.
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Jordi Bañeras, cardiólogo, investigador y miembro de la Fundación Española del Corazón; Júlia López Ventura, directora regional europea de la ONG C40; Santiago Saura, concejal de Internacionalización y Cooperación del Ayuntamiento de Madrid, y Yolanda Erburu, directora de Comunicación, RSC y Fundación Sanitas, debatieron sobre la relación entre el cambio climático y la salud en una mesa redonda organizada por Sanitas dentro de la COP25.
El cambio climático agudiza y dispara las enfermedades típicas de la era “incivilizada”.
Un comunicado reciente de Sanitas alertaba: “La relación entre el cambio climático y la salud de las personas es directa. De hecho, según ha recordado este pasado diciembre el cardiólogo e investigador Jordi Bañeras, en una mesa redonda organizada durante la COP25, ‘ya hay más muertes cada año por la mala calidad del aire que por el tabaco’”.
Si hasta una entidad como Sanitas (que no se caracteriza por ser una alternativa, digamos) ya reconoce el asunto, es que vamos muy mal. Bañeras participó en este debate en representación de la Fundación Española del Corazón.
Junto a los demás participantes, insistió en que la contaminación “se ha convertido hoy día en una de las principales causas de muerte prematura y que, por tanto, el cambio climático es un factor de riesgo que hay que tener muy en cuenta”.
Sobre todo, según apostilló, haciendo referencia a un estudio realizado por investigadores españoles en Barcelona y publicado en el “International Journal of Cardiology”, porque “ya hay evidencia científica que demuestra que, en entornos urbanos, en los días de mayor contaminación… hay más casos de infarto de miocardio y son más graves”.
Nos encontramos, pues, ante un caso típico de enfermedades relacionadas con la supuesta “bonanza” de la sociedad de masas.
En las sociedades vernáculas previas a la Revolución Industrial, estas patologías o no existían o eran prácticamente invisibles desde un punto de vista epidemiológico. Hemos maltratado la ecosfera hasta límites insospechados. ¿Pensábamos que esto no iba a tener consecuencias?
Ciudadanía informada
Júlia López Ventura, directora regional europea de la ONG C40, añadió un elemento más al debate ya citado e hizo hincapié en la capacidad que, como individuos, tenemos para cambiar esta situación. Eso sí, para ello, considera imprescindible que se explique “a la ciudadanía cómo impacta en la salud el cambio climático de una forma cuantificable que haga entendible el perjuicio que supone”.
En este sentido, Bañeras también señaló que, “desde una perspectiva optimista, podría decirse que el cambio climático es un factor de riesgo modificable”, por lo que “está en nuestras manos impulsar este cambio en beneficio de nuestra propia salud”.
Aunque, verazmente, ya sabemos que las instituciones no suelen caracterizarse por su transparencia. Y, si realmente el mundo se está movilizando contra la crisis climática, no ha sido gracias a la clase política y sus instituciones, sino a pesar de ellos/as.
Esto es solo el principio
Y, desgraciadamente, esto no ha hecho más que empezar. Según la OMS, “el cambio climático influye en los determinantes sociales y medioambientales de la salud. A saber, un aire limpio, agua potable, alimentos suficientes y una vivienda segura”.
Según prevé la citada institución, “entre 2030 y 2050 el cambio climático causará unas 250.000 defunciones adicionales cada año, debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico. Se estima que el coste de los daños directos para la salud (es decir, excluyendo los costes en los sectores determinantes para la salud, como la agricultura y el agua y el saneamiento) se sitúa entre 2.000 y 4.000 millones de dólares (US$) de aquí a 2030. Las zonas con malas infraestructuras sanitarias -que se hallan en su mayoría en los países en desarrollo- serán las menos capacitadas para prepararse ante esos cambios y responder a ellos si no reciben ayuda”.
Si la calidad del aire no mejora en las megaurbes, las defunciones se multiplicarán, así como todo tipo de patologías asociadas al sistema respiratorio. Y también se multiplicarán más todavía los tumores y los cánceres.
“La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero mediante mejoras del transporte y de las elecciones en materia de alimentos y uso de la energía pueden traducirse en mejoras de la salud, en particular a través de la reducción de la contaminación atmosférica”, señala la OMS.
Si estas mejoras no se llevan a cabo, no solo en mastodónticas megaurbes, sino en todo tipo de poblaciones, las enfermedades relacionadas con la contaminación multiplicarán su prevalencia en todo el planeta. Viviremos en un mundo más enfermo todavía ¿Cómo mantener la salud en un ecosistema carcinogénico?
Evidencias y más evidencias
Las evidencias de que el aire que respiramos nos mata son muy abundantes.
El Congreso Internacional de la European Respiratory Society (ERS), que tuvo lugar en Madrid del 28 de septiembre al 2 de octubre, reunió a más de 20.000 delegados de 130 países, evento en el que se analizan estudios que resaltan el grave impacto que tiene para la salud respiratoria, y para la salud general, el aumento de contaminantes ambientales.
Según este trabajo, sus conclusiones muestran un análisis de casi ocho millones de bebés, y muestra que tres contaminantes del aire (partículas PM10, dióxido de nitrógeno -NO2- y dióxido de azufre -SO2-), por separado y en conjunto, se asocian con un aumento del 20-50% en el riesgo de muerte en niños nacidos en las zonas más contaminadas en comparación con los nacidos en áreas menos afectadas por la contaminación atmosférica”. No es un asunto pequeño. Son muchas muertes. Desde los estados se mira hacia otra parte: son manías de ecologistas y de gentes muy hipocondriacas.
Sarah Kotecha, investigadora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cardiff (Reino Unido), asegura que “NO2, PM10 y SO2están vinculados en diversos grados con muertes infantiles y neonatales por cualquier causa, así como con fallecimientos posneonatales. Este es un hallazgo importante, ya que los contaminantes se producen y derivan de diferentes fuentes”.
El NO2 y el PM10 se producen principalmente a partir de la contaminación generada por el tráfico de vehículos, mientras que el SO2 se origina sobre todo por actividades industriales, como la quema de combustibles fósiles para la generación de energía y la extracción de metales a partir de minerales.
Sin lugar a dudas
El Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona ha recopilado y ordenado algunos de los trabajos más importantes en torno a la contaminación y sus consecuencias en la salud humana y sus principales conclusiones no dejan lugar a dudas.
El informe con las conclusiones advierte de que “la exposición a la contaminación atmosférica se asocia a la hiperactividad e inatención en adolescentes”.
Y además: “Reducción de la esperanza de vida: Un incremento de solo 5 μg/m3 (5 microgramos por metro cúbico) en la concentración de PM10 (partículas contaminantes de un diámetro menor de 10 micras) da como resultado la pérdida de casi un año de vida en las personas que respiran este aire contaminado”.
De China a España
Según la evaluación más reciente de la OMS, “la contaminación atmosférica mata a casi 7.000 personas al año en España. La cifra de muertes atribuidas a la contaminación en China llegó a 1.032.833 personas en el año 2012”.
Que cada uno extraiga sus propias conclusiones. A mí estas cifras me parecen muy conservadoras. En realidad, las causas medioambientales están detrás de la mayoría de enfermedades. ¿En qué mundo quiere vivir usted?
Autor: Esteban Zarauz
Fuente: Vida Sana