Conos de papel, conocidos como «cucuruchos», se han utilizado tradicionalmente en los comercios de la Ciudad de México para llevar especias y granos. Estas y otras alternativas al plástico, como las cestas de paja y las bolsas de tela reutilizables, están de vuelta en la megalópolis, desde que entró en vigor la prohibición de las bolsas de plástico el 1 de enero de 2020.
La urbe, que es una de las más pobladas del hemisferio occidental, declaró la guerra a las bolsas de plástico desechables en un movimiento audaz como parte una iniciativa más amplia para mejorar la gestión de las casi 13.000 toneladas de residuos que se producen cada día en esta vibrante ciudad.
La nueva ley prohíbe la comercialización de las bolsas de plástico en supermercados y tiendas. Poco a poco, hasta 2021, las autoridades locales planean vetar otros artículos de plástico de un solo uso, como popotes, vasos, cubiertos y globos.
Alrededor de 12 millones de personas viven en la Ciudad de México, pero la población aumenta a un total de 21 millones si se considera el área conurbada. La ciudad de habla hispana más grande del mundo se está uniendo al club de la megalópolis (aquellas con 10 millones o más de habitantes) que intentan prohibir la distribución gratuita de bolsas a nivel minorista, su fabricación y, en algunos casos, su importación.
Se estima que se consumen 10 millones de bolsas de plástico cada minuto en el mundo. En América del Norte, las otras dos megaciudades existentes también han impuesto alguna forma de restricción: Los Ángeles prohíbe la mayoría de las bolsas, excepto las más gruesas, y Nueva York lo hará a partir de marzo de 2020.
En América Latina, todas las megaciudades restringen actualmente las bolsas de plástico: Río de Janeiro, Sao Paulo y Buenos Aires prohíben su venta, mientras que Lima y Bogotá imponen impuestos.
“Todos tenemos que entender que el planeta hay que cuidarlo, que el desarrollo económico tiene que ser compatible con el cuidado del medio ambiente. No puede seguir siendo algo antagónico», ha dicho Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México.
Para 2050, la cantidad de residuos sólidos municipales en todo el mundo aumentará a 3.400 millones de toneladas anuales, según un informe del Banco Mundial. Hasta 12% de todos estos desechos son plásticos, y la mayor parte termina en vertederos o en nuestros océanos.
“Estaba muy preocupada por las noticias de animales muertos en los océanos debido a la contaminación, la extinción inminente de especies y el poco tiempo que queda para adoptar acciones concretas y revertir el daño que hemos causado. Todo eso me inspiró a trabajar en el proyecto de ley”, dice Alessandra Rojo de la Vega, diputada local que lideró la propuesta legislativa sobre las bolsas de plástico en la Ciudad de México.
«México tiene ecosistemas marinos de gran valor y hoy hay una mucho mayor conciencia pública sobre el impacto de los desechos plásticos en la biodiversidad», señala Dolores Barrientos, representante del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en México. La organización ha asesorado a varios estados mexicanos sobre legislaciones relacionadas con los plásticos.
«Actualmente no existe un instrumento nacional legalmente vinculante que prohíba las bolsas de plástico, pero 27 de los 32 estados mexicanos ya han aprobado leyes para prohibirlas y otros más están considerando imponer restricciones», explica Barrientos.
El apoyo ciudadano es clave cuando se trata de hacer cumplir las leyes: 200 organizaciones no gubernamentales lanzaron en 2019 la Alianza México Sin Plástico, una iniciativa destinada a promover el consumo sostenible. Se estima que cada familia en la Ciudad de México desecha anualmente 650 bolsas de plástico de un solo uso, pero muchos ciudadanos responsables no esperaron la aprobación de la ley para comenzar a cambiar sus hábitos.
«Esta medida ha sido bien recibida por nuestros clientes, que ya estaban reduciendo el consumo de sus bolsas de plástico de manera voluntaria desde 2005, cuando lanzamos nuestra primera bolsa reutilizable», dice Humberto Fayad Wolff, director general comercial de Soriana, un importante minorista en México, que ha cumplido con entusiasmo la prohibición.
“El plástico y sus consecuencias sobre el medio ambiente se han convertido en un desafío de gran trascendencia social en México y en todo el mundo,” añadió Fayad Wolff. La producción mundial de plástico alcanzó alrededor de 360 millones de toneladas en 2018 y se prevé que esta cantidad se duplicará en los próximos 15 años. El compromiso de los países más poblados del mundo es urgente.
Paradójicamente, la ciudad más poblada del planeta, Tokio, con más de 37 millones de habitantes, no prohíbe las bolsas y apenas comienza a discutir un posible impuesto. Ninguna de las tres megaciudades africanas (El Cairo, Lagos y Kinshasa) prohíbe las bolsas y tampoco Moscú, una de las tres megaciudades de Europa. París y Estambul han aprobado restricciones.
India alberga tres megaciudades —Nueva Delhi, Mumbai y Calcuta— y su industria del plástico emplea a alrededor de 5 millones de personas. En agosto de 2019, el primer ministro Narendra Modi se comprometió a dar un «primer gran paso el 2 de octubre de 2019 para liberar a la India de los plásticos de un solo uso», aunque aún no se ha anunciado una prohibición nacional.
El verdadero salto adelante podría darlo China, que alberga a 1.400 millones de personas y sigue siendo el mayor generador mundial de residuos de empaques plásticos. El gobierno dio a conocer un plan para prohibir las bolsas de plástico no biodegradables en las grandes ciudades a fines de 2020 y dos años después en todo su territorio.
Para más información, contacte a María Amparo Lasso, Jefa de Comunicación para América Latina y el Caribe.
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