“En este momento, los verdaderos líderes deberían redoblar sus esfuerzos para asegurar una recuperación verde y justa en la gestión de esta crisis sanitaria y la emergencia climática.
Sólo los gobiernos que se guían por la ciencia y son sensibles a las personas más vulnerables para hacer frente a la pandemia estarán preparados para contribuir a la enorme acción colectiva mundial necesaria para hacer frente al cambio climático”, ha declarado Jennifer Morgan, directora de Greenpeace Internacional: “Para la COP26, esperamos que los gobiernos acudan a la cita con las lecciones aprendidas tras la pandemia, guiados por la ciencia, preparados para actuar inequívocamente y unidos para abordar la emergencia climática y poner fin a la era de los combustibles fósiles”.
La crisis sanitaria debido al coronavirus ha puesto de manifiesto la importancia de trabajar de manera coordinada a nivel internacional. Greenpeace recuerda que para hacer frente al cambio climático, son igual de necesarias la cooperación internacional y el liderazgo político.
“Es un momento único para asegurar que las medidas para la reconstrucción económica que toman los estados tras la crisis sanitaria responden a la necesidad de solucionar la crisis climática y construir unas sociedades más resilientes a las crisis ambientales que generen y mantengan millones de empleos y tengan en su base la solidaridad con las personas más afectadas”, ha declarado Mario Rodríguez, director de Greenpeace España
Contexto nacional y europeo
La semana pasada se aprobó en el Consejo de Ministros el anteproyecto de ley de cambio climático y transición energética, una ley fundamental para asegurar que la salida de la crisis de la covid se apoya en las medidas necesarias para afrontar la emergencia climática. Sin embargo, el objetivo de reducción de las emisiones de CO2 que propone esta ley de sólo el 20% en 2030 no está alineado con las recomendaciones científicas.
Greenpeace, atendiendo a las recomendaciones basadas en la ciencia de Naciones Unidas, considera que este objetivo debe elevarse al 55% en 2030 respecto a 1990 y alcanzar el cero neto en 2040.
Además debe incluirse la eliminación de las subvenciones a los combustibles fósiles y a todos los sectores que perjudican el clima, así como establecer el marco legislativo necesario para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en otros sectores clave como el financiero, agroalimentario, turismo, gestión de residuos o industria, además de energía y transporte, dada su importante contribución a las emisiones nacionales.
Desde Europa, durante los próximos meses se esperan avances en los compromisos climáticos con la aprobación de la ley de clima europea, la presentación de un análisis de la Comisión Europea que evaluará los beneficios de aumentar los objetivos de reducción de las emisiones y el plan para la reconstrucción económica tras la crisis sanitaria que deberá tener como eje vertebral la lucha contra el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad entre otras cosas.
“Ante la cancelación de la COP26 de este año, los Estados miembros deben seguir trabajando duramente y a todos los niveles en la mejora de sus objetivos climáticos para alinearlos con las recomendaciones científicas y abordar los cambios profundos necesarios en esta década para evitar los peores impactos del cambio climático. El momento es ahora”, ha concluido Tatiana Nuño, responsable de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace.
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