El gerifalte es el halcón más grande del mundo y uno de los más rápidos: durante sus largos vuelos, puede alcanzar una velocidad de 130 kilómetros por hora. Pesa más de 1,5 kilogramos y, con una envergadura de más de 120 centímetros, captura presas que le doblan en tamaño.

También es la única ave rapaz del Ártico que no necesita viajar al sur para pasar el invierno y que se queda en la región para cazar presas en un paisaje gélido y oscuro. «Cualquier organismo que pueda vivir en un entorno tan hostil merece mi respeto», afirma Travis Booms, biólogo de aves rapaces del Departamento de Caza y Pesca de Alaska.

Sin embargo, el gerifalte se enfrenta a un reto del que no puede huir: el Ártico se calienta el doble de rápido que el resto del planeta y los biólogos consideran al halcón gerifalte una de las especies más vulnerables de la región, en parte porque se han especializado para sobrevivir en un entorno frío. Aunque con el aumento de las temperaturas muchas especies están desplazando sus áreas de distribución hacia los polos, el gerifalte no puede ir más al norte. Actualmente no está clasificado como especie en peligro de extinción, pero una reciente investigación en Alaska apunta a que hay motivos de preocupación.

Booms indica que «por ahora, la población es estable, pero es posible que esté disminuyendo», aunque se desconoce cuánto exactamente, y que «hay amenazas muy evidentes en el horizonte». Booms participa en un estudio a largo plazo en la península de Seward, en el oeste de Alaska, que alberga entre 70 y 80 parejas nidificantes de halcones gerifaltes, una décima parte de la población estatal. Su fin es entender cómo están adaptándose las aves al cambio climático.

El fotógrafo Kiliii Yüyan acompañó a los investigadores a visitar los nidos de gerifaltes de la península en junio de 2019. Su labor ha proporcionado imágenes sin precedentes de estos halcones en su hábitat natural, donde son muy difíciles de encontrar y observar. Dice que el proyecto le interesó por la belleza de las aves y su papel como depredadores apicales, así como por la importancia de la investigación.

Nido de águila

Polluelos de gerifalte

Polluelos de gerifalte

«Francamente, sabemos muy poco sobre los gerifaltes», dice, como cómo logran sobrevivir al invierno y a dónde van después.

«Queríamos que la gente pudiera ver más de cerca a este precioso animal. Hay muy pocas imágenes de gerifaltes», afirma Yüyan. «¿Cómo es un gerifalte, monarca del aire del Ártico, en sus dominios?».

Canarios en la mina de carbón

La península de Seward es un lugar ideal para estudiar a los gerifaltes porque tiene una gran red de carreteras, algo poco común en el Ártico. Estas se extienden desde la localidad de Nome y quedan a poca distancia a pie de varios lugares de nidificación de los halcones (denominados aguileras o aeries en inglés), encaramados en los acantilados de la tundra.

Desde 2014, el Peregrine Fund, una organización dedicada a la conservación y la investigación sobre aves rapaces, ha estudiado a los gerifaltes de la península en colaboración con Booms y el Departamento de Caza y Pesca de Alaska, que lleva 20 años estudiando a las aves rapaces de la zona.

Cada verano, un equipo de investigadores visita unos 20 nidos de gerifaltes de la península en tres ocasiones diferentes: en mayo, cuando han puesto los huevos; en junio, cuando los polluelos tienen unos 25 días; y a mediados de julio, una vez han emplumecido.

No es un trabajo sencillo. Un día normal, hay que caminar durante horas por terreno difícil, atravesar ríos, escalar y descender acantilados y soportar los enjambres de mosquitos. La visita de junio, cuando toman muestras de sangre y miden y anillan a los polluelos, es particularmente difícil, ya que los padres no están precisamente contentos con los visitantes humanos.

«Es bastante intimidante descender por un acantilado hacia un nido y que estas aves gigantes se abalancen sobre ti mientras gritan constantemente», cuenta Devin Johnson, estudiante de doctorado en la Universidad de Alaska Fairbanks cuya tesis trata sobre los vínculos entre la dieta de los gerifaltes y su éxito reproductivo. (Las cámaras remotas muestran que las aves regresan al nido y vuelven a la normalidad una vez se han marchado los investigadores.)

Los datos de estas visitas de campo revelarán cómo reaccionan los gerifaltes a los cambios ambientales en la región. Entre ellos se incluyen las tormentas primaverales más intensas —que pueden matar a los polluelos— y el crecimiento de nuevos arbustos y árboles pequeños en la tundra, que proporcionan más escondites a sus presas. Los científicos también han empezado a tomar muestras de sangre para analizarla en busca de enfermedades como el paludismo aviar y el virus del Nilo occidental, a las que los gerifaltes son más vulnerables que otras aves rapaces.

«Si se producen cambios ambientales, se manifestarán en la biología de los gerifaltes. Los utilizamos como un canario en la mina de carbón», explica David Anderson, que dirige el programa de investigación de halcones gerifaltes del Peregrine Fund.

nationalgeographic.es