La COVID-19 ha expuesto cómo la degradación ambiental no sólo está socavando los sistemas que sustentan la vida de la Tierra -incluida la regulación de las enfermedades-, sino que también ha aumentado tremendamente la vulnerabilidad de nuestras sociedades y economías a crisis repentinas.

Antes de la pandemia, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) encargó el análisis científico más amplio hasta el momento sobre los enormes desafíos ambientales que enfrenta la humanidad, con el fin de facilitar la toma de decisiones entre los responsables de la formulación de políticas. Más de 40 autores y asesores de todo el mundo están trabajando en el informe, que se publicará a principios de 2021.

Jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo abordarán estos temas en la Cumbre sobre Biodiversidad de la ONU, el próximo 30 de septiembre, en el marco de la Asamblea General de la ONU en Nueva York. En vísperas de la cumbre, los autores principales del informe Bob Watson e Ivar Baste discuten cómo abordar el desafío climático, prevenir la extinción masiva de especies y establecer el rumbo hacia un futuro sostenible. Todo al mismo tiempo.

¿Por qué los gobiernos que enfrentan una emergencia de salud pública y fuertes golpes a sus economías deberían prestar atención a un nuevo informe ambiental de la ONU?

Es fundamental que el mundo aprenda de la COVID-19. La pandemia está demostrando cómo la destrucción de los sistemas naturales de la Tierra puede provocar conmociones repentinas con impactos masivos en todo el mundo. Nuestro informe explicará cómo el poner nuestra relación con la naturaleza sobre una base sostenible no sólo reducirá los riesgos de la crisis climática, la pérdida de biodiversidad y el brote de enfermedades, sino que también hará que nuestras sociedades y economías sean más resilientes frente a los cambios ambientales que no podemos prevenir, incluidas las futuras pandemias.

Necesitamos aprender nuestra lección rápidamente porque los paquetes de recuperación económica que están preparando muchos gobiernos son una oportunidad imperdible para acelerar algunos de los cambios que necesitamos. Invertir en áreas como energía verde, ciudades y agricultura sostenibles, y fabricación eficiente en el uso de recursos puede crear millones de puestos de trabajo y equipar a las sociedades para el futuro.

Las causas y factores del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación de tierras son complejos. ¿Por qué considerar todos estos problemas juntos?

Porque las causas subyacentes de cada uno de estos problemas son las mismas y todas están relacionadas con la producción y el consumo insostenibles de recursos naturales por parte de una población humana que está en crecimiento y ha aumentado su poder adquisitivo.

Estos problemas se impactan y se refuerzan entre sí. El cambio climático no sólo afecta negativamente la biodiversidad, las tierras y la calidad del aire y el agua, sino que a su vez se ve impulsado por los impactos que estos reciben. Si bien el cambio climático no ha sido el principal motor de la pérdida de biodiversidad hasta la fecha, se prevé que sea tan importante o más que los otros motores en las próximas décadas. Por lo tanto, es fundamental que estos problemas se aborden simultáneamente a través de políticas y tecnologías que trabajen unidas para maximizar los beneficios, al tiempo que se minimizan las consecuencias no deseadas.

Por ejemplo, está demostrado que, con una planificación y una gestión cuidadosas, detener la deforestación y restaurar los ecosistemas degradados en los países en desarrollo puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, proteger la biodiversidad, prevenir la erosión del suelo y salvaguardar el suministro de agua y combustible para las comunidades locales, todo al mismo tiempo. Pero incluso este tipo de iniciativa política amplia tendrá un éxito limitado si no abordemos las causas de la deforestación, que incluyen problemas tan diversos como la tenencia insegura de la tierra en los países en desarrollo, la falta de acceso universal a la energía limpia y la alta demanda de carne y productos lácteos en las sociedades más ricas. El informe nos ayudará a apreciar la magnitud y complejidad del problema ambiental que estamos enfrentando para que podamos diseñar respuestas inteligentes que realmente puedan resolverlos.

Los expertos piden cada vez más un «cambio transformador» para poner al mundo en un camino sostenible. ¿Qué significa eso y cuáles son las acciones urgentes que los responsables políticos deberían tomar para lograr un cambio real?

El cambio transformador es un cambio de amplio espectro y de gran alcance a una escala que coincida con el tamaño de los problemas ambientales que enfrentamos. Requiere modificaciones en el pensamiento y el comportamiento, en estructuras y sistemas. Es algo desafiante, no está ahora mismo en ningún plan y no sucederá de la noche a la mañana. Puede que el camino hacia un mundo más sostenible y justo sea largo, pero seguramente lo podremos lograr con la riqueza de recursos y conocimientos que la humanidad tiene a su disposición.

Quizás el aspecto más importante de esto sea la transformación de nuestros sistemas económicos y financieros. Necesitamos alinear la producción, el consumo, la infraestructura y los asentamientos humanos con las realidades ecológicas. Necesitamos poder elevar el nivel de vida y el bienestar sin utilizar más recursos de los que el planeta puede suministrar o generar más desechos de los que puede absorber. Esta transformación probablemente implicará, por ejemplo, incorporar la contabilidad del capital natural en la toma de decisiones, eliminar los subsidios dañinos, internalizar los costos y beneficios ambientales y adoptar una economía circular.

Este proceso también requerirá cambiar la forma en que organizamos nuestras sociedades y actividades. Necesitamos adoptar la planificación y la gestión intersectoriales. Necesitamos cambiar aspectos de nuestro comportamiento, cultura, valores y normas, individualmente, colectivamente y en las organizaciones. Se necesitarán cambios en las estructuras, políticas, modelos comerciales, tecnologías, educación y sistemas de conocimiento nacionales e internacionales.

Las inversiones requeridas para transformar nuestras economías y sociedades parecen enormes. ¿Cómo nos lo podremos permitir?

La verdadera pregunta es: ¿cómo podemos permitirnos no hacerlo? No tenemos ninguna posibilidad de lograr nuestros objetivos económicos y sociales a menos que podamos alcanzar al mismo tiempo nuestros objetivos ambientales, por ejemplo, mediante la transición hacia una economía baja en emisiones de carbono mientras preservamos y restauramos nuestros ecosistemas. Cuestiones como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la degradación de la tierra y la contaminación del aire y el agua no deben considerarse únicamente cuestiones ambientales, sino más bien cuestiones económicas, de desarrollo, sociales, de seguridad, morales y éticas. Esta es la lógica de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: son indivisibles, interdependientes y solo pueden alcanzarse juntos.

Si bien es difícil evaluar los costos totales de abordar todos estos desafíos, parece claro que el costo de la inacción podría ser mucho mayor que el costo de la acción, es decir, es probable que los costos de adaptación al cambio climático sean mucho más altos que los costos de limitar o mitigar el cambio climático. Si bien algunos pueden argumentar que los recursos financieros son escasos, especialmente después del impacto económico de la pandemia de COVID-19, cada año se gastan billones de dólares en subsidios económicos que causan daños ambientales, como los destinados a la agricultura, la energía basada en combustibles fósiles y el transporte. Estos subsidios podrían eliminarse y el dinero ahorrado podría invertirse en una economía sostenible y resiliente.

Otra razón para darle la vuelta a este argumento es que invertir en una economía verde es invertir en la economía del futuro. Creará puestos de trabajo y prosperidad para las empresas, los inversores y los gobiernos que reconozcan esta oportunidad. En última instancia, éstas son inversiones clave que nos acercarán a nuestro objetivo de asegurar el desarrollo sostenible para todos mientras vivimos en armonía con la naturaleza.

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