Latinoamérica y el Caribe aportan el 14% de la producción mundial de alimentos. Su nueva misión regional es impulsar la transformación necesaria de los sistemas agroalimentarios para alimentar a 10.000 millones de personas en 2050. Sin embargo, la pandemia de COVID-19 ha provocado un retroceso sin precedentes en la lucha contra el hambre y más de 20 millones de personas podrían engrosar las filas de la pobreza.
La región de América Latina y el Caribe representa “un pilar para la seguridad alimentaria mundial”, afirmó este viernes el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación durante un encuentro ministerial dedicado a la agricultura en el continente americano.
Al dirigirse a más de treinta ministros, QU Dongyu alabó la contribución regional que impidió que la crisis sanitaria del COVID-19 se convirtiera también en una crisis alimentaria. «Ahora deben ser los arquitectos de la recuperación, una recuperación con transformación», instó.
Según QU, esta transformación requerirá innovación y digitalización, una mayor productividad agrícola y un sistema agroalimentario sostenible que garantice dietas seguras y saludables.
Además, indicó que se requerirán inversiones públicas y privadas para crear sistemas agroalimentarios con menor huella de carbono, que protejan y conserven el medioambiente y la biodiversidad, impulsando una mayor equidad para los pequeños agricultores, pueblos indígenas, mujeres y jóvenes rurales. Plantación de Café. Foto: FAO
La agricultura supone casi la mitad de los empleos de la región
América Latina y el Caribe aporta el 14% de la producción mundial de alimentos y el 45% del comercio internacional neto de productos agroalimentarios, y sus sistemas agroalimentarios suponen hasta la mitad del empleo total, así como entre el 30 y el 40% del producto interior bruto económico, resaltó el máximo responsable de la Organización.
QU añadió que al igual que la Revolución Verde de los años 60 y 70 que creció en México fue decisiva para acabar con las hambrunas en todo el mundo, la nueva misión, regional, es «impulsar la necesaria transformación de los sistemas agroalimentarios para que podamos alimentar a 10.000 millones de personas en 2050«.
Para que llegue a producirse explicó que será necesario aumentar la productividad agrícola mediante sistemas agroalimentarios sostenibles con dietas seguras y saludables, una mayor eficiencia hídrica, la regeneración del suelo y el almacenamiento de carbono, menos gases de efecto invernadero, la preservación de los bosques tropicales y la biodiversidad y una mayor equidad para los pequeños agricultores, los pueblos indígenas y los jóvenes y mujeres del medio rural.FAO/Ubirajara MachadoLos países de América Latina han implementado programas de almuerzos escolares para luchar contra el hambre. La pandemia de COVID-19 ha afetado enormemente a los beneficiarios de estos programas.
La COVID-19 hace retroceder los avances contra el hambre y la pobreza
La pandemia de COVID-19 ha producido un impacto negativo en el continente americano, donde se han producido casi la mitad de las muertes y los casos documentados de la enfermedad. A este dato negativo, se le añade la contracción de un 7,7% del PIB de América Latina y el Caribe en 2020 que ha provocado un retroceso sin precedentes en la lucha contra el hambre y la pobreza.
«No es una recesión normal», subrayó el economista jefe de la Organización, Máximo Torero, en su presentación donde advirtió que más de 20 millones de personas podrían engrosar las filas de la pobreza y propuso una serie de inversiones agrícolas y medidas políticas para acelerar la recuperación de los niveles de empleo y actividad anteriores a la pandemia.
“La mayor caída económica del mundo producto del COVID-19 se verá en América Latina y el Caribe. 2,7 millones de empresas han cerrado. La región podría tardar una década en volver al nivel prepandemia”, dijo.
A pesar del fuerte aumento de los niveles de desempleo, las exportaciones agrícolas regionales aumentaron durante la pandemia, incluso cuando las importaciones cayeron, lo que pone de manifiesto la resistencia del sector en la mayoría de los países, dijo Torero.
Reacción a la pandemia
La respuesta de la Organización para la Agricultura y la Alimentación a la pandemia comportó una revisión estratégica, que busca aumentar la eficacia y el impacto, y ha apoyado un nuevo Plan de Acción regional de innovación y digitalización, afirmó su director general.
Como ejemplo, QU destacó la iniciativa Mano a Mano que se ha puesto en marcha en seis países, entre ellos El Salvador, Guatemala y Honduras.
«Confiamos en que esta iniciativa contribuirá de forma significativa a abordar las causas profundas de la migración que surge de la desesperación y la falta de oportunidades», dijo.
Se prevé que las contribuciones voluntarias para el trabajo de la Organización en la región crecerán al menos un 75% durante el actual bienio financiero, ayudando a convertir los planes en realidades sobre el terreno, añadió.
«Cada uno de los proyectos de la FAO en América Latina y el Caribe contribuirá de forma tangible a la transformación de los sistemas agroalimentarios y las sociedades rurales«, señaló. «Son hechos y acciones, no sólo palabras o promesas».
A la vez que subrayó la necesidad de efectuar grandes inversiones -especialmente en infraestructuras de la cadena de valor, como las redes de la cadena de frío- y de grandes esfuerzos de innovación, expresó su optimismo por el potencial de la región, destacando sus vastos recursos naturales, la abundancia de agua dulce y suelos productivos, así como los diversos ecosistemas y la importante biodiversidad.
La tercera Reunión Hemisférica de Ministros de Agricultura fue presidida por Federico Tenorio, ministro de Desarrollo Agrícola y Riego de Perú. La organización del evento corrió a cargo de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación junto con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
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