Agosto de 2022 ha presenciado un enorme incendio forestal en Francia que ha destruido miles de hectáreas de bosque y ha forzado a muchas personas a abandonar sus viviendas. Entretanto, la combinación de clima árido, calor extremo y fuertes vientos han atizado los incendios forestales en diversas regiones de Europa, Estados Unidos y otros países del mundo durante semanas.
Los incendios incontrolables y extremos pueden resultar devastadores para las personas, la biodiversidad y los ecosistemas; asimismo, alteran en gran medida el cambio climático al contribuir significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero.
Si bien el mundo tiene sus ojos puestos en América del Norte y Europa, fueron Chile y Argentina el centro de atención a comienzos de 2022 cuando se vieron envueltos en llamas. El fuego afectó enormes extensiones de turberas, un tipo de humedal característico por almacenar grandes cantidades de carbono que, al ser liberado a la atmósfera por los incendios, agrava la situación de calentamiento global.
Por tal motivo, consultamos con Jacqueline Álvarez, Jefa de la Oficina para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), para que nos ilustrara mejor sobre los factores causantes de los incendios de bosques y turberas y qué medidas pueden tomar los países para contener su propagación el próximo año.
En un informe reciente titulado Propagándose como un incendio forestal: la creciente amenaza de incendios excepcionales en paisajes, publicado por el PNUMA y GRID-Arendal bajo el título en inglés Spreading like Wildfire: The Rising Threat of Extraordinary Landscape Fires, se concluyó que el cambio climático y los cambios en el uso de la tierra (como la deforestación) están empeorando los incendios forestales. ¿En qué medida estas problemáticas han contribuido a los recientes incendios en Argentina y Chile?
Jacqueline Álvarez (JA): Sí. Si bien el clima cambiante ha creado una realidad preocupante, no debemos pasar por alto el hecho de que son las personas quienes causan la mayoría de los incendios forestales. Además de las causas naturales, hay evidencia de que algunos incendios son provocados de manera intencional con el objetivo de deforestar y despejar tierras que sirvan para posibles actividades comerciales. En Argentina, el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF) muestra en sus informes diarios que, desde agosto de 2021, el 95% de los incendios se debieron a la intervención humana.
Sin embargo, el cambio climático está haciendo que las turberas sean más vulnerables al fuego. Este fenómeno es problemático, ya que cuando las turberas se queman, liberan más dióxido de carbono que otros ecosistemas y son en extremo difíciles de extinguir. Por su parte, los cambios en el uso de la tierra debido a la actividad humana conllevan impactos serios en las turberas, lo que puede aumentar en gran medida su vulnerabilidad a los incendios forestales que cada vez son más frecuentes e intensos.
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¿Qué zonas presentan mayor riesgo en Chile?
J.A.: Las zonas donde coexisten las poblaciones humanas y los ecosistemas vegetales tienen el mayor riesgo de incendios forestales. Aproximadamente el 60% de los incendios forestales se produce en este tipo de zonas, principalmente en el centro de Chile, cerca de las regiones de Valparaíso y La Araucanía; aunque ambas regiones representen el 5% del territorio nacional, albergan a cerca del 80% de la población. Por tal motivo, estas regiones constituyen zonas prioritarias a la hora de establecer estrategias para la gestión y diseño de paisajes de menor riesgo. De 2010 a 2020, la zona centro-sur de Chile, hogar de gran parte de las turberas del país, experimentó una megasequía que ha afectado seriamente el régimen de incendios forestales (es decir, su frecuencia, intensidad, estacionalidad, etc.) al secar la biomasa y los suelos de turba.
El reciente incendio forestal en la región de Magallanes, ubicado en Tierra del Fuego (Chile) donde hay extensas turberas, ardió durante más de un mes y destruyó 1.200 hectáreas de bosque nativo, con pérdidas de biodiversidad y carbono irrecuperable. En estos lugares tan alejados, la asistencia externa puede tardar en llegar, y se ha sugerido que, de haber actuado más rápidamente a nivel central, se habría impedido que el fuego alcanzara tal magnitud. En su opinión, ¿qué puede hacer América Latina y el Caribe como región para fomentar respuestas coordinadas y rápidas a los incendios forestales?
J.A.: En primer lugar, un enfoque coordinado requiere de un trabajo planificado, permanente, sistemático y conjunto, con especial atención a las comunidades que están expuestas directamente a esta amenaza. A este fin, la prevención de los incendios forestales debe dirigirse a la población que vive en zonas de riesgo. Sin embargo, se necesita una financiación adecuada para hacer realidad estos esfuerzos. En segundo lugar, una respuesta eficaz a los incendios requiere que se comprenda mejor el ecosistema en cuestión, su vulnerabilidad o adaptación al fuego, la cantidad de materia combustible disponible, los activos, la infraestructura, las vidas en riesgo y la probabilidad de que un brote de fuego se convierta en un incendio forestal. Es importante promover redes regionales de colaboración, especialmente entre países con ecosistemas y amenazas similares.
¿Qué tipo de protección jurídica tienen las turberas en Argentina, Chile o Perú?
J.A.: No existe una protección jurídica específica para las turberas en estos países. En el caso del Perú, que cuenta con turberas extensas, se ha logrado un avance importante gracias a la entrada en vigencia de un reciente decreto sobre la protección de los humedales, en el que se hace especial mención a las turberas, y por el cual se prohíbe la extracción de turba con fines comerciales. En Chile existe un proyecto de ley sobre turberas en fase final de aprobación que prohíbe la extracción de pompón, denominación chilena para el musgo de esfagno (Sphagnum). En julio de 2021, el congreso argentino inició los debates para elaborar una ley que regule las intervenciones humanas en los humedales. En América del Sur, se requiere con urgencia que los países promulguen leyes sólidas y específicas de protección ambiental para los humedales.
¿Cuáles son las principales brechas de conocimiento que deben subsanarse para formular leyes y políticas mejor fundamentadas?
J.A.: Uno de los problemas es que gran parte de las personas responsables de formular políticas o leyes no son conscientes de los importantes beneficios socioeconómicos que ofrecen las turberas, como lo son: 1) constituyen un hábitat para muchas especies únicas y amenazadas, 2) regulan los ciclos del agua, 3) controlan la contaminación y los sedimentos, 4) sirven como fuente de agua para consumo humano y para productos cosechados localmente, 5) inspiran en ámbitos como el arte, la religión y otros valores culturales. Esta falta de información significa que las decisiones políticas actuales sobre el uso de la tierra están promoviendo la degradación de estos ecosistemas de alto contenido de carbono o a su conversión en otro tipo de tierras bajo lo que implica. Las turberas deben ser reconocidas en todos los niveles de gobernanza como un ecosistema de la más alta prioridad en las iniciativas urgentes que deben emprender políticos y legisladores, dado que tienen un triple beneficio para el clima, las personas y la biodiversidad.
El Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030) abarca tanto los ecosistemas terrestres como los costeros y marinos, y se ejecuta bajo la dirección del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y sus asociados. Esta iniciativa constituye un llamamiento mundial a la acción, que reunirá la voluntad política, la investigación científica y el músculo financiero para incentivar masivamente la restauración ambiental. Descubra cómo puede contribuir al Decenio de las Naciones Unidas.
En febrero de 2021, América Latina y el Caribe lanzó un Plan de Acción para el Decenio sobre la Restauración de Ecosistemas.
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