La erupción de Hunga Tonga-Hunga Ha´apai el pasado enero, cambió la persepción que se tiene sobre este tipo de eventos volcánicos y redireccionó la manera en la que se estudia a los volcanes terrestres. El evento que tuvo la magnitud de 10 megatones, dejó marcas que todavía son visibles, afectando la atmósfera, la capa de ozono y destruyó por completo el islote que lo albergaba. Observando dichos impactos, los científicos se preguntan qué tan probable es que una supererupción se presente en nuestra era y parece que podría estar más cerca de lo que se pensaba con anterioridad.
La erupción de Tonta sólo duró 11 horas, pero los investigadores estiman que si hubiera tenido una duración más prolongada o hubiera ocurrida en un lugar poblado, habría ocasionado repercusiones en la infraestructura global. Además del desastre que implica en sí mismo, las cadenas de suministro, el clima y los recursos alimentarios habrían sido los primeros en verse afectados, lo que demuestra que el mundo no está preparado para un evento volcánico de gran magnitud.
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Según las investigaciones, las probabilidades de que la Tierra vea una supererupción son cientos de veces más altas que un impacto de asteroide. Pese a esto, la defensa planetaria destina millones de dólares anualmente para prevenir un desastre de colisión de asteroide, mientras que el presupuesto para prevención y mitigación de las consecuencias de desastres volcánicos apenas si existe. Esto necesita cambiar, dicen los vulcanólogos.
Supererupciones de magnitud 8
Aunque los investigadores conocen desde hace mucho tiempo los impactos drásticos de las erupciones volcánicas a gran escala, la probabilidad de tal evento sólo se ha aclarado recientemente en una investigación de la Universidad de Birmingham.
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Mediante la búsqueda de picos de sulfato en los registros a largo plazo, derivados del gas liberado durante eventos volcánicos de importancia mundial, los científicos pueden estimar las tasas de recurrencia de las supererupciones. Gracias a estos datos, se encontraron 1,113 firmas de eventos volcánicos importantes en los polos de la Tierra, mismas que ocurrieron entre 60 mil y 9 mil años.
Llegaron a la conclusión de que los eventos de magnitud 7 ocurren una vez cada 625 años, mientras que los eventos de magnitud 8 que son las llamadas supererupciones, se presentan aproximadamente una vez cada 14 mil 300 años. Esto cambia las estadísticas anteriores que sugerían que los eventos de magnitud 7 ocurrieron cada 1,200 años y las supererupciones cada 17 mil años.
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El último evento de magnitud 7 que se tiene registrado, es el ocurrido en Indonesia en 1815. Se estima que en aquel entonces murieron cerca de 100 mil personas como resultado de los flujos volcánicos, terremotos y tsunamis, así como efectos posteriores. Por su parte, la temperatura global descendió 1ºC a causa de las cenizas y provocó el llamado ‘año sin verano’.
Los autores de la investigación no descartan una posible supererupción durante este siglo, aunque cabe decir que estos eventos no pueden predecirse, sólo resta apoyarse en las probabilidades investigativas. Y es por esta razón que los investigadores, sugieren que las discusiones sobre este tipo de eventos, así como los protocolos de seguridad ante eventos volcánicos deben comenzar ahora.
ecoosfera.com