Un ingeniero mecánico de la Universidad de Catar usó tanques gigantescos de agua fría para crear un sistema de enfriamiento en uno de los lugares más cálidos del planeta.
Por John Branch
15 de diciembre de 2022
DOHA, Catar — Saud Ghani sabe mucho sobre el enfriamiento.
Manejó su Porsche con aire acondicionado y se detuvo en un lugar sombreado en la Universidad de Catar. Luego ingresó a uno de los muchos laboratorios en el departamento de ingeniería donde estudia la dinámica térmica, en especial se centra en cómo mantener a las personas cómodas en un mundo que se calienta cada vez más.
Hasta su cargo es interesante: profesor y catedrático de aire acondicionado.
El campus de la universidad estaba vacío porque se había suspendido el semestre por la Copa del Mundo. La temperatura exterior era de unos 32 grados Celsius. Los laboratorios estaban notablemente fríos.
Este fue el epicentro silencioso de lo que se convirtió en una audaz historia global. Aquí es donde Ghani y sus asociados supervisaron el diseño de los sistemas que se atrevieron a climatizar los ocho estadios al aire libre de la Copa del Mundo en Doha y sus alrededores, una de las ciudades más calurosas del mundo.
“La gente piensa: ‘Oh, tienes demasiado dinero y solo estás bombeando aire frío’”, dijo Ghani. “Pero no se trata de eso, en lo absoluto. Sin embargo, ¿qué puedes hacer? Si la gente quiere criticar desde afuera, creo que es un inútil. Pero, si quieren aprender, son totalmente bienvenidos”.
Así que Ghani inició un recorrido privado.
Quería mostrar las réplicas a escala de cada estadio, la mayoría de ellas modificadas durante las etapas de diseño —a instancias de Ghani y para disgusto de los arquitectos— para controlar mejor el aire caliente. Quería mostrar el túnel de viento del tamaño de un garaje y el humo y las luces láser utilizadas para examinar cómo circula el aire a través de cada diseño. Quería mostrar el modelo en miniatura de las gradas, con pequeños figurines de humanos hechos en una impresora 3D e inyectados constantemente con agua tibia, a 37 grados Celsius, para simular la temperatura corporal, un sistema diseñado para que las cámaras infrarrojas muestren cuáles figuras experimentaban mucho calor o mucho frío.
“Quiero que la gente se sienta neutral”, dijo Ghani. “No quiero que sientan frío. No quiero que sientan calor. Se trata de la percepción. No es solo la temperatura. Sino, ¿cómo se sienten?”, explica.
Esta búsqueda planteó muchas preguntas importantes, como estas:
- ¿Este hombre, en estos laboratorios y en esta Copa del Mundo, alteró el futuro del diseño de estadios en un mundo que lidia con el calentamiento global?
- ¿Podrían existir estadios al aire libre que mantengan a los atletas y espectadores cómodos a temperatura ambiente, sin importar el calor del día?
Ghani se encogió de hombros ante la primera pregunta. Pero respondió afirmativamente a la segunda.
Una ciudad fresca
Un día recibió una llamada de los más altos funcionarios de Catar. ¿Puedes diseñar un sistema que mantenga a la gente fresca, incluso en un estadio al aire libre, incluso en Doha, incluso en verano? El éxito o el fracaso de la candidatura de Catar podría depender de eso, le dijeron.
Claro, respondió Ghani.
En 2010, Catar ganó el derecho a organizar el torneo de este año, por razones que están más relacionadas con la corrupción que con la dinámica térmica.
En 2015, reconociendo que las altas temperaturas —adentro y afuera de los estadios— podían ser terribles y peligrosas, la FIFA movió la competencia de sus fechas tradicionales de verano a finales de otoño. Es posible que el cambio haya facilitado la misión de Ghani, con temperaturas diurnas de entre 26 y 32 grados Celsius en vez de tener que lidiar con 43 o más, pero insistió en que eso no importaba.
Estos ocho estadios de varios tamaños y diseños no solo fueron construidos para la Copa del Mundo. Uno será desmantelado, pero siete se usarán durante todo el año para organizar grandes eventos, para albergar clubes y actividades de atletismo universitario. Incluso es posible que formen parte de una posible candidatura para los Juegos Olímpicos. (Es posible que esos objetivos no se cumplan, como ha sucedido con las instalaciones de otros eventos deportivos internacionales).
Durante nueve meses del año, el calor es casi insoportable en Catar, dijo Ghani. Y no va a mejorar.
“¿Desde el punto de vista de la sostenibilidad es inteligente tener ocho estadios que solo se pueden usar tres meses al año?”, preguntó. “Por supuesto que no. Así que necesitas aire acondicionado para que sean viables a largo plazo”.
Hay costos, por supuesto, tanto financieros como ambientales, y los funcionarios de Ghani y Catar no los han revelado. Algunos cálculos estiman que los ocho estadios costaron un total de 6500 millones de dólares, una cifra que no incluye el costo humano en vidas perdidas y los problemas de salud crónicos de los trabajadores migrantes mal pagados que los construyeron.
El petróleo y el gas natural han enriquecido a Catar durante el último medio siglo, y la Copa del Mundo forma parte de una ola de gastos para proyectar el país en el mundo. Rascacielos, centros comerciales, hoteles de lujo y edificios de apartamentos, un nuevo aeropuerto y un metro, todos con aire acondicionado, por supuesto, han brotado en este lugar.
Hay poca vida sin aire acondicionado. La ciudad vibra con su sonido.
Antes de la Copa del Mundo, algunos críticos se han centrado en los estadios. ¿Siete nuevos? ¿Con aire acondicionado? ¿Al aire libre? ¡Ay, el exceso! ¡Ay, el medioambiente!
Ghani ha escuchado esas críticas, incluidas las preocupaciones climáticas. Más de la mitad de la producción eléctrica de Catar se destina al aire acondicionado, y aunque el análisis de la FIFA afirmó que la Copa del Mundo podría ser neutral en carbono, los críticos dudan de esa afirmación y lo enumeran todo: desde las nuevas construcciones realizadas en la última década hasta los miles de vuelos que entran y salen de Catar durante el torneo.
Ghani y los organizadores de la Copa del Mundo se han negado a proporcionar costos o datos sobre los estadios o los sistemas de enfriamiento.
Durante 13 años, y trabajando principalmente en estos laboratorios universitarios, Ghani acometió su tarea como un rompecabezas de ingeniería mecánica: tenía que diseñar un sistema para mantener frescos a los equipos de jugadores de fútbol —y a las decenas de miles de aficionados reunidos para verlos— de la manera más eficiente y discreta posible en un lugar con altas temperaturas.
Su trabajo llamó la atención. Un reportero lo apodó Dr. Cool. Él nunca se refiere a sí mismo de esa manera.
‘Una linda experiencia térmica’
El concepto primordial es ciencia simple: el aire caliente sube, el aire frío baja.
Ghani no necesita enfriar todo el volumen del estadio, solo los 180 centímetros sobre el suelo donde jugaban los atletas y en las gradas donde se sienta la gente. Basta con aplicar aire frío hacia abajo, pensó, directamente al campo (para los jugadores) o en cada fila de asientos (para los aficionados).
En teoría, el aire fresco debería estar ahí, como una manta reconfortante.
Necesitaba limitar las variables que podrían perforar esa capa fría, especialmente el aire caliente. Cada estadio fue diseñado con una marquesina blanca permanente para proteger a la mayoría de los espectadores de la luz solar la mayor parte del día, pero eso dejaba algunos agujeros en forma de anillo.
Los agujeros dejan escapar el aire caliente. Y también dejan que entre.
Para Ghani, enfriar un estadio sería como tratar de mantener fresco el interior de su Porsche mientras conduce por Doha con el techo corredizo abierto. Claro que, para mayor complicación, su automóvil tendría que albergar a casi 90.000 personas, la capacidad del estadio Lusail, donde se jugará la final de la Copa del Mundo.
Ghani usa mucho la analogía del automóvil. ¿Cómo generar suficiente aire frío para cada estadio? No es diferente al sistema cerrado del radiador de un automóvil, dijo.
Hay un tanque de agua gigantesco, con cientos de miles de galones, escondido afuera del estadio. En lugar de refrigerante, los estadios usan agua fría para enfriar el aire.
En las noches antes de los juegos (más eficiente que durante el calor del día), el agua del tanque se enfría a 5 grados Celsius, dijo Ghani. La energía proviene de una granja solar ubicada en las afueras de Doha, dijo.
“Solo tengo dos bombas”, dijo Ghani. “Una lleva el agua fría al estadio y tenemos muchos intercambiadores de calor, como los radiadores de los autos, debajo de las gradas. El aire se extrae del estadio hacia el radiador con el agua fría adentro y luego regresa al estadio”.
Cuando se trata de proporcionar aire fresco, Ghani se enfoca en la sutileza. No quería el método de los aviones para suministrar aire frío: un chorro directo a la cara a través de una boquilla.
Debajo de los asientos y las gradas hay rejillas de ventilación especialmente diseñadas para reducir o disipar las corrientes de aire. Se produjeron cientos de miles de ellas. El aire frío se derrama más de lo que sopla. La mayoría de los fanáticos no lo notan en la parte posterior de sus piernas.
No todos reciben el mismo trato. El sistema tiene sensores y cámaras infrarrojas para hacer ajustes durante el juego y dirigir más aire fresco a diferentes lugares.
Un estadio vacío se calienta rápidamente con el calor corporal de miles de aficionados. Durante los juegos de día, el sol cambia de una sección a otra. Algunas filas en la parte superior de una sección de repente se muestran más cálidas que las de abajo. Un día húmedo puede sentirse más cálido que uno seco, por lo que las rejillas de ventilación se ajustan en consecuencia.
“Es un sistema automatizado”, dijo Ghani.
Las temperaturas diurnas durante la Copa del Mundo han llegado a los 32 grados Celsius, con noches en los 21 grados. Del 22 de noviembre al 2 de diciembre, hubo cuatro juegos por día, generalmente a la 1:00, las 4:00, las 7:00 y las 10:00 p. m., hora local.
La comodidad del estadio, una de las mayores preocupaciones hasta hace poco tiempo, no ha sido un elemento importante en esta Copa del Mundo.
“Cuando vi a Arabia Saudita y Argentina, realmente me impactó”, dijo Ghani el día después de que los equipos jugaran en el estadio Lusail durante la fase de grupos. “Estaba diseñando para 80.000 personas, pero nunca las vi. Luego vi a todos saliendo del estadio y dije: ‘¡Demonios! Toda esa gente estaba allí, y tuvo una linda experiencia térmica’”.
No todos han quedado impresionados. Un jugador brasileño se quejó de que el aire acondicionado enfermaba a su equipo, y otros se quejaron de que hacía demasiado calor o demasiado frío.
En un partido de la tarde entre Gales e Irán en el estadio Ahmad bin Ali, con una temperatura de alrededor de 32 grados Celsius, los fanáticos galeses en un extremo permanecieron de pie durante todo el partido, entrecerrando los ojos y sudando bajo los rayos de sol. Algunos se resguardaron bajo banderas galesas, mientras que a otros les dieron viseras gratis para protegerse.
En el medio tiempo, la mayoría buscó la sombra fresca de la explanada. Un aficionado llamado Gareth Davies y sus amigos de Cardiff debatieron si se habían sentido más frescos de lo habitual. Un hombre bromeó diciendo que tal vez eso no era noticia y dijo como si fuera un titular: “Aficionados de Gales pálidos, calentándose al sol”.
Se preguntaron si los organizadores olvidaron dos factores clave: el sol y los fanáticos que optaron por pararse, tal vez poniéndose fuera del alcance de las rejillas de ventilación ubicadas debajo de los asientos.
“A alguien le pagaron mucho por ese diseño”, dijo Davies, “pero no creo que signifique una gran diferencia”.
Enfriando el futuro
De vuelta en la Universidad de Catar, Ghani se encontraba en un enorme edificio nuevo, aún sin nombre, en el borde del campus.
Es un regalo, dijo, de los funcionarios cataríes por el trabajo en los estadios. Albergará su oficina y todos los laboratorios de investigación dedicados al aire acondicionado.
“La refrigeración es cada vez más importante para Catar y para esta región”, dijo Ghani. “Así que eso también forma parte del legado. Estamos planeando convertir esto en un centro regional para la física de la construcción”.
El enfoque en los estadios con aire acondicionado de Catar pareció sorprenderlo. Medios de todo el mundo, desde Time hasta Scientific American, abordaron el tema.
Hay que pensar en los grandes edificios, llenos de aire y cubiertos por techos en las zonas más cálidas del mundo como terminales de aeropuertos, centros comerciales, almacenes, salones de convenciones y estadios cubiertos en lugares como Texas y Arizona que son sofocantes en el verano. Todos tienen aire acondicionado, dijo, y no siempre un sistema eficiente, que a veces funciona sin parar para enfriar espacios mucho más voluminosos que la zona de asientos o la superficie del campo de un estadio.
Para Ghani, hay debates más importantes sobre el papel del aire acondicionado en el mundo y lo que significa enfriar el aire para los gases de efecto invernadero o las redes eléctricas o incluso nuestra relación con las actividades al aire libre.
Pero el experto siente curiosidad por las futuras Copas del Mundo, incluido el torneo de 2026 que albergarán Estados Unidos, México y Canadá. ¿Qué tan “neutrales” se sentirán los jugadores y fanáticos en pleno verano en estadios al aire libre en lugares como Miami, Kansas City, Filadelfia o las tres ciudades anfitrionas en México?
¿Y qué pasará con todas las Copas del Mundo o los Juegos Olímpicos o cualquier otro evento importante que dependa de estadios al aire libre, a medida que el planeta continúa calentándose? Si queremos que estos juegos se realicen de manera cómoda y segura, en el momento y lugar que queramos, dijo Ghani, debemos pensar en estas cosas.
Puso una réplica a escala del estadio Al Janoub, detallada en cada voladizo y ondulación, en el túnel de viento, que acababa de ser ubicado en el nuevo edificio de investigación.
Ghani quería mostrar cómo él y otros investigadores analizaron cada estadio en la búsqueda para combatir el calor.
Uno de sus asistentes fue a accionar el interruptor. No pasó nada. Tal vez se quemó un fusible. Tomaría algunos días localizar a un electricista.
Sin embargo, nadie estaba sudando. El nuevo edificio estaba perfectamente refrigerado. En algún lugar, un aire acondicionado zumbaba.
John Branch es periodista deportivo. Ganó el Premio Pulitzer de crónica en 2013 por “Snow Fall”, una historia sobre una avalancha mortal en el estado de Washington, y es autor de tres libros, entre ellos Sidecountry, una colección de historias de The New York Times, en 2021. @JohnBranchNYT
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