Deben ser así, son así, siempre. Estas son las noches en el Inter, esas en las que nunca se puede bajar la tensión. Son largos, llenos de tensión, interminables porque nunca nadie se rinde ante la idea de la derrota. Entonces, por una extraña y bizarra coincidencia, los octavos de final de la Copa de Italia siempre se convierten en increíbles viajes llenos de sorpresas, caídas, ascensos y sobresaltos. Pasó el año pasado con el Empoli, con la chilena de Ranocchia que envió el partido a la prórroga, volvió a pasar con el Parma. Esta vez es Lautaro el hombre de la providencia, que concede la prórroga en el minuto 88. Luego, Francesco Acerbi. Su primer gol con el Inter es hermoso, muy pesado, liberador: llega en el minuto 110, se lo marca a Gigi Buffon, el gran protagonista del partido, y da acceso a los nerazzurri a los cuartos de final de la Coppa Italia. Una noche larguísima, que sirve de trampolín para el siguiente reto en la competición, de nuevo en San Siro, ante Atalanta o Spezia.
La decepción y el enfado se transforman en energía para el primer partido desde dentro o fuera de temporada. En la mente el 2-2 en Monza, en el corazón las ganas de repetir el fantástico periplo de la temporada pasada en la Copa de Italia, que empezó con un octavo de final en la prórroga y acabó con el triunfo de Roma. El partido ciertamente no es brillante: ritmos lentos, mucha posesión del Inter, muy pocas ocasiones. Onana debe responder inmediatamente a Vázquez, Buffon, de casi 45 años, está inactivo y lo estará hasta casi el 90′. El Inter maniobró mucho, pero no se abrió paso. Cuando lo consigue, se acerca al gol por mediación de Gagliardini. Pero de hecho es la única ocasión en un primer tiempo que acaba con el Parma por delante: gracias a un gol de Euro de Juric, que pesca el centro desde fuera del área.
0-1, remontada para construir en 45 minutos ante más de 40.000 en San Siro, siempre dispuestos a apoyar al equipo. El reinicio fue rápido, pero no lo suficiente como para arañar el orden del equipo de Pecchia, bueno para mantenerse bajo y compacto. Inzaghi, con los cambios, cambia la cara del Inter: dentro Dzeko y aquí están los tres delanteros, con Lautaro y Correa. Bellanova muele kilómetros en rango, calienta el pie de Dimarco. Hasta el minuto 87, el Inter aún no había rematado a puerta. Cuando lo hace, en el minuto 88, es para el gol del 1-1. Lo marca Lautaro, muy bien, en una caída, para electrocutar a Buffon descolgándose de un banco en el área. Un gol importante, que le da mucha fuerza al Inter. Dzeko, poco después, hace soñar el 2-1, pero encuentra el milagro de Buffon, muy bueno para decir que no.
tan suplementario. Treinta minutos más para un gol importante, los cuartos de final. Y tras un arranque improvisado de Parma, llega el gol del Inter en la segunda prórroga. Asllani dibuja a Dimarco que con parada de campeón acomoda el balón para el tenso centro, desquitado por Buffon. El balón llega al área de Acerbi, adelantado al igual que Ranocchia la temporada pasada. El cabezazo del 15 es un latigazo: desde más de 10 metros, Acerbi le da fuerza al balón, que se cuela por debajo del larguero. El 2-1 no cambió, le dio al Inter el pasaje a cuartos de final y otra velada no baladí para la afición nerazzurra.