El Cenote el Pit en la Península de Yucatán, es único en el mundo y sus profundidades demuestran que la vida siempre encuentra las formas para prosperar.
La Riviera Maya es famosa por su legado arqueológico de impresionantes construcciones que nos muestra la sabiduría de los pueblos tradicionales, allí la belleza se conjuga con la imponente naturaleza que muestra características geológicas que no se pueden ver en ningún otro lado del mundo y que han dado paso a los cenotes. Los ríos fantasma como también se les conoce, son cuerpos de agua dulce que ha sido filtrada por la piedra caliza y han formado parte importante de la historia maya. El que más destaca por su tamaño y apariencia es el Cenote El Pit, considerado como las puertas del inframundo.
Cenote El Pit
El Cenote El Pit se ubica dentro del ejido Jacinto Pat, en el área de Xel-Ha a 22 kilómetros del municipio de Tulum, en Quintana Roo, México. Se trata de un cenote de caverna con una única entrada conocida, un agujero en el techo de aproximadamente 10 metros de diámetro por el cual se desciende mediante unas escaleras hacia la caverna donde vive el cenote.
El agujero ilumina a la perfección las aguas cristalinas del cenote que es tan imponente que los mayas lo consideraron como la entrada al Xibalbá, el inframundo en su cosmovisión. Se han encontrado restos de dos humanos en su interior que datan de hace 10 mil años. Se sabe que los cenotes eran utilizados por los mayas como un centro ceremonial sagrado, precisamente porque consideraban que eran la entrada al mundo de los no vivos.
Tiene una profundidad conocida de 121 metros y sólo los más experimentados se atreven a bucear en sus aguas. No obstante, únicamente se permite descender a 40 metros, pues no se conocen con certeza los peligros en sus profundidades que han sido poco exploradas.
¿Qué hay en el interior del Cenote El Pit?
A un descenso de 10 metros, el agua dulce del cenote comienza a mezclarse con las corrientes saladas del mar caribe, un fenómeno conocido como haloclina. Y a partir de aquí, las aguas cristalinas cambian y poco a poco la visibilidad es menor. Luego de los 20 metros, se puede ver una ligera niebla formada por el sulfuro de hidrógeno pero lo sorprendente es que incluso a tal profundidad, es posible admirar ramas de la vegetación que ahí habita, un recordatorio de que la vida prospera sin importar las condiciones.
La niebla de sulfuro se vuelve más densa conforme se avanza en el descenso y crea la ilusión de estar ingresando a un mundo completamente desconocido. Por razones de seguridad sólo se permite descender a buzos certificados que puede bajar hasta los 40 metros, aunque los buzos es posible cruzar esta barrera, pero únicamente para los más experimentados.
¿Cómo se formaron los cenotes?
Hace 65 millones de años un asteroide masivo colisionó con el planeta, exactamente en lo que hoy en día se conoce como la Península de Yucatán. La colisión ocasionó la extinción masiva de los dinosaurios, pero también dejó una profunda huella en la geología del lugar, dando paso a la piedra caliza en la que se asienta la península. Poco a poco el agua del mar se fue filtrando a lo largo de los millones de años mediante los manglares e ingresó al sistema de roca caliza en el subsuelo, formando los ríos fantasmas que hoy en día conocemos como cenotes
Así fue como nacieron los cenotes nombrados así gracias a la palabra maya ‘dzonot’ que significa ‘abismo’. El pueblo maya los consideró sitios sagrados debido a que les brindaban el líquido vital y además, por el imponente abismo en la tierra que consideraron como puerta hacia el inframundo.
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