El conocimiento local es la mejor herramienta, no sólo para adaptarse al cambio climático, sino también para cuidar los recursos naturales
Montserrat Xilotl , del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
PNUD Clima
El PNUD apoya proyectos forestales que protegen las fuentes de agua.
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Cambio climático y medioambiente
A medida que aumentan las pérdidas de la cubierta forestal en el corredor boscoso central de Tegucigalpa, jóvenes y mujeres de las comunidades aledañas han encontrado maneras de comenzar a revertir los efectos del cambio climático y la destrucción humana del medio ambiente.
PNUD
Montserrat Xilotl, asesora técnica regional en Adaptación al Cambio Climático del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Honduras se ha esforzado por resolver la escasez de agua en su capital, Tegucigalpa, por muchos años. Sin embargo, hoy es muy clara que la respuesta está en restaurar y conservar los bosques del país.
Montserrat Xilotl, asesora técnica regional en adaptación al cambio climático del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), explica por qué.
El trabajo de los bosques
«Los bosques son los filtros y sistemas de almacenamiento de agua de la naturaleza. Cuando cae la lluvia, los árboles y la vegetación la capturan y absorben, permitiendo que se filtre en el suelo, reabastezca los acuíferos, suministre agua potable a las comunidades y contribuya a la agricultura.
Los bosques también ayudan a regular el flujo de agua en ríos y arroyos. Las raíces de los árboles y las plantas mantienen unido el suelo, evitan la erosión y garantizan que el agua fluya de forma constante, reduciendo el riesgo de inundaciones y sequías.
Por desgracia, Honduras ha sufrido una notable pérdida de cobertura forestal a lo largo de los años, con altos niveles de deforestación causados en gran medida por la agricultura insostenible y la tala ilegal, ambas a su vez consecuencia de la pobreza.
Además, los riesgos relacionados con el clima, como los incendios forestales, las plagas y las enfermedades también han causado estragos. Se calcula que de 1990 a 2020, el país perdió el 9% de su cobertura forestal.
PNUD/María-José Bu
Los jóvenes científicos son la clave para vigilar y proteger el agua limpia en Honduras.
Inclusión social
Al reconocer las amenazas que esta situación supone para las personas, los ecosistemas y la economía (en un contexto de pobreza), Honduras ha estado estudiando soluciones basadas en la naturaleza con un fuerte énfasis en la inclusión social.
A principios de este año, viajé a Tegucigalpa para ver el trabajo desarrollado con uno de estos proyectos, financiado por el Fondo de Adaptación y ejecutado por la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente (SERNA), con el apoyo del Programa para el Desarrollo de la ONU, en el corredor boscoso central del país.
Lo que presencié fue inspirador. Jóvenes y mujeres liderando el camino con innovación, entusiasmo y orgullo por su tierra, y demostrando que el conocimiento local es la mejor herramienta, no sólo para adaptarse al cambio climático, sino también para cuidar los recursos naturales de su país.
Conocí a estos jóvenes investigadores en un laboratorio de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, los cuales realizan una labor clave para entender y resolver la crisis del agua en el país.
Mediante el estudio de la ecología del agua, estaban integrando diversas prácticas para vigilar mejor las fuentes y la calidad del agua en el corredor boscoso central.
Investigación científica como pieza clave
El laboratorio en el que nos encontrábamos había sido creado unos 10 años antes, mediante una colaboración inicial entre la Secretaría y la Universidad, con el apoyo del Fondo de Adaptación y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
En lugar de aceptar un pago, la universidad solicitó equipo científico para analizar el agua que llegaba a la ciudad. Se creó un departamento dedicado a investigar la ecología del agua y un laboratorio permanente para estudiar el nexo entre el agua, la microbiología, la climatología y la física.
El laboratorio ha producido información pionera sobre el clima y modelos hídricos. Esto representa un gran avance, que brinda los datos científicos fundamentales para hacer frente a la crisis.
PNUD/Johan Edin Vallejo
Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras trabajan en una innovadora modelización de la información sobre el clima y el agua.
Mujeres en acción
Conocí a grupos de mujeres productoras agrarias que están desarrollando sus propios biofertilizantes ricos en nutrientes a partir de plantas, hongos y frutas locales para venderlos en los mercados locales.
Hablé con una joven que dirigía la brigada municipal de bomberos para proteger sus bosques de la creciente prevalencia de los incendios. Mencionó el valor del bosque para su comunidad y lo orgullosa que se siente al haber impedido que varios incendios forestales se intensificaran.
Además, indicó cómo el proyecto le había enseñado a preparar el bosque durante la temporada de incendios, qué protocolos seguir durante un incendio y cómo comunicarse con otras mujeres de comunidades cercanas sobre la detección de incendios temprana.
Un ejemplo a seguir
Es prometedor que la Universidad haya conseguido subvenciones para continuar su trabajo, incluida la del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). También nos ha permitido, a través del nuevo proyecto del Fondo de Adaptación, dirigir análisis hidrológicos más ambiciosos para identificar mejor las fuentes de agua a lo largo del corredor forestal, teniendo en cuenta la creciente demanda y el cambio climático.
Al abordar mi vuelo de regreso a México, me di cuenta de que esto es un cambio transformador; es innovador, diverso y proactivo. Pude entender por qué los objetivos climáticos de los países, conocidos como contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés), que involucran a la juventud, a las mujeres y a las poblaciones diversas suelen ser más ambiciosos que los que no lo hacen.
En la lucha por un futuro próspero y resistente al cambio climático, está claro que la naturaleza y la juventud son nuestros recursos más poderosos.
Debemos alimentar el potencial de ambos».
news.un.org