Ampliar los periodos de producción y movilizar las zonas de cultivo son algunas de las medidas que han tomado agricultores para adaptarse a los efectos del cambio climático. Tal es el caso de Argentina, que ha utilizado estos mecanismos para optimizar la producción de maíz y trigo. A pesar de que el cambio climático trae consigo estas posibilidades, académicos de la Universidad de Chile enfatizan en la necesidad de investigar estos fenómenos, que pueden afectar a las comunidades favorable o desfavorablemente, dependiendo de sus vulnerabilidades.
“No es la especie más fuerte ni la más inteligente la que sobrevive, sino la que mejor se adapta a los cambios”, planteó Charles Darwin. Este principio, el de la adaptación, es uno de los dos ejes estratégicos a los que se puede acudir para enfrentar al cambio climático, junto a la mitigación de sus efectos, pero como explica la profesora Paulina Aldunce, investigadora del Centro de Resilencia del Clima (CR2) de la Universidad de Chile, tanto nuestro país como en el mundo ha habido un énfasis en el segundo ámbito.