Ana Tuñas Matilla

Madrid, mar (EFEverde).- Cualquier escenario energético basado en energías fósiles tendrá un mayor impacto sobre la biodiversidad que uno basado en energías renovables, según los ecologistas, que reclaman la imposición de reglas para que el impacto de la transición que defienden sea el menor posible, en especial en lo que respecta a la ubicación de las plantas.

Esas normas cobran máxima importancia en el caso de la fotovoltaica, pues, según el borrador de actualización del Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC), será la tecnología líder del mix energético español a 2030, con 76 gigavatios (GW) instalados, frente a los 25,6 actuales y de los que la gran mayoría se desarrollarán en suelo.

La solar fotovoltaica se situará así por delante de eólica (que tendrá 63 GW frente a los 30,9 actuales), y de tecnologías no renovables como los ciclos combinados de gas (se mantendrán en 26 GW) o nuclear (bajará de 7 a 3 GW con el cierre de centrales).

Urge una planificación territorial

El desarrollo de infraestructuras siempre tiene impacto en el medio, pero la magnitud de ese impacto se puede minimizar con buenas prácticas que deberían ser obligatorias y que ahora no lo son, según el especialista en Clima y Energía de WWF España Sergio Bonati.

La primera sería poner límites a las posibles ubicaciones, pues, tal y como está actualmente la legislación, no hay ninguna restricción para plantas renovables, que incluso se instalan en zonas protegidas o de especial vulnerabilidad ambiental.

«Es capital hacer una planificación territorial, identificar zonas de exclusión en las que no se puedan desarrollar plantas y zonas prioritarias, de baja sensibilidad ambiental, donde sí», ha aseverado.

En su opinión, la fotovoltaica es la tecnología con menor impacto en general, salvo en lo que respecta a ocupación de territorio, por lo que es muy importante que cumpla  con buenas prácticas que eleven su grado de convivencia con la biodiversidad.

Entre ellas, por ejemplo, vallar por bloques en lugar de hacer un vallado continuado a lo largo de todo el perímetro de la planta para evitar cerrar corredores ecológicos de fauna, o elevar un poco las vallas para que determinados animales puedan pasar por debajo.

Otra medida importante y que no se está haciendo en la actualidad, sería hacer «evaluaciones sinérgicas», es decir, que en la aprobación de un proyecto se tengan en cuenta todos los que ya hay en la zona para poder prever posibles impactos acumulativos.

Desde WWF apuestan también por aumentar la presencia de la fotovoltacia en tejados (autoconsumo) y porque en la planificación de la red eléctrica se tengan en cuenta estas cuestiones para que los nuevos puntos de conexión se pongan en zonas de baja sensibilidad ambiental para así resultar atractivas para los promotores.

No en Red Natura 2000

Dado que se está viendo que las buenas prácticas permiten compatibilizar protección a la biodiversidad con despliegue renovable, éstas deberían ser obligatorias en lugar de dejarse, como sucede ahora, en manos de la voluntad del promotor, ha añadido desde Greenpeace Sara Pizzinato.

«Cada vez hay más administraciones que están exigiendo este tipo de actuaciones», pero lo óptimo sería que se exigieran en todos los casos y que los promotores supieran que sí o sí las van a tener que incluir en sus proyectos.

Por otra parte, hay autonomías en las que no está prohibido poner instalaciones en zonas Red Natura 2000, lo que es un «absurdo», pues requiere un mayor esfuerzo (inversión) para garantizar que una planta es compatible con la biodiversidad y porque no hay necesidad, pues el 70 % del territorio nacional está fuera de esa red.

«Hay territorio más de sobra para cubrir diez veces la demanda de energía renovable en España (…) no es necesario poner presión sobre Red Natura 2000», ha insistido la portavoz de Greenpeace, que considera clave planificar dónde no pueden ponerse plantas renovables.

«¿Existen renovables compatibles con Red Natura 2000?, desde luego que sí, pero no hay necesidad, vayamos otros lugares, igual que no hay que meter granjas o industrias en zonas protegidas».

La activista ha abogado también por prohibir las megainstalaciones y apostar más por el autoconsumo, y por eliminar el proceso de declaración ambiental «exprés», pues no ofrece garantías y se está viendo que, pese a lo pensado inicialmente, no está sirviendo para agilizar el despliegue de energía verde.

«A 18 meses de su puesta en marcha, sólo se han tramitado 8 proyectos al mes y sólo un 20 % ha recibido luz verde ambiental, mientras que el resto deberá pasar el trámite ordinario», lo que supone que muchos promotores, en vez de un trámite tendrán que hacer dos.

Explosión de proyectos

Afortunadamente, son pocas las plantas que usan herbicidas para que no haya vegetación bajo las placas y cada vez son más las que no sólo mantienen sino que fomentan la vegetación, lo que permite que en ellas haya una biodiversidad interesante, según la portavoz de Ecologistas en Acción Theo Oberhuber.

Sin embargo, eso no justifica que puedan decir «que no hay impacto», ha advertido la ecologista, que ha subrayado que los vallados, necesarios para proteger a instalaciones y humanos, afectan a muchos mamíferos, por lo que es muy importante cuidar su diseño para que sean lo más permeables posibles.

Ha considerado «un disparate» que, hoy por hoy, las renovables puedan instalarse en espacios protegidos, algo aún más grave en el caso de la eólica, por su gran impacto en aves y murciélagos por riesgo de colisión.

«Estamos ante una explosión de proyectos tan rápida y tan intensa que nos imposibilita o nos pone muy difícil a las organizaciones ecologistas analizar el cada proyecto para poder hacer unas buenas alegaciones», ha lamentado.

Oberhuber ha coincidido en señalar que en la elección de la ubicación pesa, y mucho, la disposición de red para evacuar la energía, por lo que Red Eléctrica debería tener estas cuestiones en cuenta a la hora planificar la red.

El sector se autorregula

En este contexto y ante el creciente rechazo a las renovables, la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) ha diseñado un sistema propio de certificación de la sostenibilidad social y ambiental de las plantas, que como requisitos «verdes» establece:

  • La planta no se encuentra en zonas de Red Natura 2000 (ZECs, ZEPA y LICs) actuales ni en tramitación ni en las áreas críticas de las zonas afectadas por Planes y Estrategias de Conservación de Especies en Peligro de Extinción y en Régimen de Protección Especial.
  • Se ha realizado un análisis de impacto ambiental acumulativo con otros proyectos situados en el área de influencia de la planta, ya se encuentren en fase de operación o en fase de construcción y de desarrollo.
  • Se ha usado vallado permeable con un paso inferior que permita el trasiego de fauna.
  • Se han implantado medidas específicas de fomento de la biodiversidad, tales como: nidales, refugios para reptiles y roedores, charcas, hoteles de insectos, reubicación de majanos, etc.
  • En lugar de cimentaciones, se ha realizado el hincado directo de las vallas y las estructuras fotovoltaicas minimizando así el uso de hormigón.
  • Se ha minimizado el área de ocupación optimizando las superficies ocupadas. En caso de no haber restricciones de terreno, ambientales o de usos agropecuarios, no se han superado las 2,5 hectáreas por megavatio.
  • Se ha hecho un diseño paralelo a otras infraestructuras (como carreteras), se han compartido líneas con otros promotores y se ha realizado un trazado alejado de zonas protegidas (parques naturales, ZIAES, Red Natura, zonas aves acuáticas o esteparias, pasos migratorios…).
  • Se ha respetado la capa vegetal natural, no removiendo el suelo fértil y en caso de que fuera necesario, se ha procedido a su restauración.
  • Se han trasplantado los árboles existentes en la parcela y, en los casos donde no fuese posible, se han plantado como mínimo el mismo número de árboles que se eliminen. EFEverde