A youth walks on cracked and dried up soil at the Hawizeh marshes, which straddle Iraq's border with Iran, in the southeastern Maysan province on October 8, 2022. (Photo by Asaad NIAZI / AFP)

Las autoridades españolas declaran el estado de emergencia debido a la sequía. Escasez de agua sin precedentes golpea a la Ciudad de México. Zambia, gravemente reseca, advierte sobre un desastre nacional.

Estos son sólo algunos de los titulares relacionados con el agua de las últimas semanas.

Todos ellos son síntomas de un mundo que enfrenta lo que los expertos llaman una crisis del agua. Al menos el 50 por ciento de la población del planeta (4 mil millones de personas) sufre escasez de agua al menos un mes al año. Para 2025, es probable que 1.800 millones de personas enfrenten lo que la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) llama “escasez absoluta de agua”.

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Ante esto, la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente aprobó una resolución a principios de este mes que pide a los países gestionar mejor los ecosistemas acuáticos y fortalecer su colaboración en torno al agua para apoyar el desarrollo sostenible. La resiliencia a la sequía también será un tema central del Día Mundial del Medio Ambiente 2024, organizado por Arabia Saudita.

“Las soluciones están a nuestro alcance”, dice Leticia Carvalho, Coordinadora Principal de la Subdivisión de Ecosistemas Marinos y de Agua Dulce del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). «Pero necesitamos pensamiento innovador, mayor compromiso político y colaboración, y mayor financiamiento para que, en lo que respecta al agua, nadie se quede atrás».

El Día Mundial del Agua, el 22 de marzo, centrará la atención en la crisis mundial del agua, impulsada por una combinación de factores, desde el cambio climático hasta las tuberías con fugas. Antes de esa celebración internacional, aquí presentamos un vistazo a siete cosas que los países y las personas pueden hacer para frenar la escasez de agua.

  1. Proteger y restaurar los espacios naturales

Los ecosistemas que abastecen de agua dulce a la humanidad están desapareciendo a un ritmo alarmante. Los humedales, las turberas, las cuencas boscosas, los lagos, los ríos y los acuíferos subterráneos están siendo víctimas del cambio climático, la sobreexplotación y la contaminación. Esto está socavando su capacidad de proporcionar agua a las comunidades. Es necesario proteger urgentemente estos espacios naturales y revitalizar los que han sido degradados mediante una restauración a gran escala. Los países harían bien en desarrollar objetivos específicos y mensurables para este trabajo. Lo ideal sería que las naciones integraran esos objetivos en planes nacionales para contrarrestar el cambio climático, proteger la biodiversidad y evitar la sequía y la desertificación. Este trabajo es especialmente importante para asegurar el suministro de agua a las ciudades, muchas de las cuales sufren escasez de agua.

  1. Ser más eficientes con el agua, especialmente para la agricultura

La agricultura representa alrededor del 70 por ciento de toda el agua dulce utilizada a nivel mundial. La adopción de métodos de producción de alimentos que ahorren agua, como la hidroponía, el riego por goteo y la agrosilvicultura, puede ayudar a que las reservas de agua se extiendan aún más. También es útil alentar a las personas a cambiar a dietas basadas en plantas, que generalmente requieren menos agua que las basadas en carne. Se cree que la carne de vacuno, por ejemplo, tiene una de las mayores huellas hídricas: se necesitan hasta 15.000 litros de agua para producir un kilo de carne.

  1. Hacer frente a las fugas de agua

Ser eficiente también significa reducir la cantidad de agua perdida debido a fugas en la infraestructura municipal y en las tuberías de los edificios. No hay datos globales sobre la cantidad de agua que se pierde de esta manera, pero las cifras nacionales sugieren que el total es enorme. Sólo en los Estados Unidos de América, las fugas domésticas desperdician casi 1 billón de galones de agua al año.

“Las soluciones están a nuestro alcance. Pero necesitamos pensamiento innovador, mayor compromiso político y colaboración y mayor financiamiento para que, en lo que respecta al agua, nadie se quede atrás”.

Leticia Carvalho

  1. Explotar fuentes de agua no convencionales

A medida que disminuyen los suministros de agua de lagos, ríos y acuíferos, los países tendrán que ser creativos. Esto significa aprovechar recursos hídricos infravalorados, por ejemplo mediante el tratamiento y la reutilización de aguas residuales. Los países y comunidades también pueden implementar la recolección de agua de lluvia, que implica recolectar y almacenar agua para usarla en períodos de sequía. La desalinización del agua salada también es una opción en algunos lugares si se hace de forma sostenible. El problema: el proceso a menudo conduce a la descarga de salmuera tóxica al océano y a un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero debido a la energía necesaria para alimentar el proceso.

  1. Seguimiento de la calidad del agua

A menudo, el agua es abundante pero está demasiado contaminada para ser útil para beber, fabricar o recrear. Medir la calidad del agua puede ayudar a los formuladores de políticas a priorizar acciones para limpiar las fuentes de agua. Esta evaluación se puede complementar con datos satelitales, inteligencia artificial e incluso ciencia ciudadana. El Explorador de Ecosistemas de Agua Dulce del PNUMA proporciona a los tomadores de decisiones datos sobre la calidad del agua, lo que ayuda a impulsar acciones para proteger y restaurar los ecosistemas de agua dulce.

  1. Combinar la gestión inteligente del agua con las políticas de cambio climático

El cambio climático está afectando los patrones de precipitaciones, los hábitats acuáticos y la disponibilidad de agua de buena calidad. Al mismo tiempo, las turberas y otros depósitos acuosos de carbono se están degradando, lo que provoca que aumenten las emisiones que calientan el planeta y agrava el cambio climático. Para gestionar este ciclo de retroalimentación destructivo, los países deben hacer hincapié en la protección y restauración de los sumideros de carbono. También deberían armonizar sus estrategias de gestión del agua con sus políticas de limitación y adaptación al cambio climático.

  1. Aplicar enfoques integrados en la toma de decisiones

Las decisiones sobre el agua no se pueden tomar en el vacío. El agua es un componente clave en todo, desde la generación de energía hasta la fabricación industrial y la agricultura. Por lo tanto, los países deben desarrollar planes de acción que aborden el uso del agua y la contaminación en múltiples sectores, abordando lo que los expertos llaman el nexo agua-energía-alimentos-ecosistemas. Este enfoque puede ayudar a los países a adoptar respuestas coherentes a los desafíos relacionados con el agua y, al mismo tiempo, maximizar aspectos como la producción de alimentos y la generación de energía.

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