La tierra sustenta la vida en la Tierra. Los espacios naturales como bosques, tierras de cultivo, sabanas, turberas y montañas proporcionan a la humanidad los alimentos, el agua y las materias primas que necesita para sobrevivir.
Sin embargo, más de 2 mil millones de hectáreas de tierra en el mundo están degradadas, lo que afecta a más de 3 mil millones de personas. Ecosistemas vitales e innumerables especies están amenazados.
Ante sequías, tormentas de arena y aumento de temperaturas más graves y prolongadas, es crucial encontrar formas de evitar que la tierra seca se convierta en desierto, que las fuentes de agua dulce se evaporen y que el suelo fértil se convierta en polvo. Si bien esto puede parecer una tarea insuperable, no lo es, dicen los expertos.
El 5 de junio, el planeta celebrará el Día Mundial del Medio Ambiente 2024, que destacará cómo todos podemos ayudar a poner fin a la degradación de la tierra y restaurar paisajes arruinados. «Los gobiernos y las empresas tienen un papel de liderazgo que desempeñar para revertir el daño que la humanidad ha causado a la Tierra», dice Bruno Pozzi, director adjunto de la División de Ecosistemas del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
«Pero la gente común también tiene un papel vital que desempeñar en la restauración, que es crucial para nuestro futuro como especie».
Aquí hay siete maneras de involucrarse en la restauración de ecosistemas en el Día Mundial del Medio Ambiente, como se describe en la guía práctica Somos #Generación Restauración.
1. Hacer que la agricultura sea sostenible Una mujer plantando cultivos. PNUMA/Duncan Moore
A nivel mundial, al menos 2 mil millones de personas, particularmente de zonas rurales y más pobres, dependen de la agricultura para su sustento. Sin embargo, nuestros sistemas alimentarios actuales son insostenibles y son uno de los principales factores de degradación de la tierra. Hay mucho que podemos hacer para solucionar este problema. Los gobiernos y el sector financiero pueden promover la agricultura regenerativa para aumentar la producción de alimentos y al mismo tiempo preservar los ecosistemas. En este momento, los productores agrícolas reciben 540 mil millones de dólares al año en apoyo financiero de los países. Alrededor del 87 por ciento de estos subsidios distorsionan los precios o dañan la naturaleza y la salud humana. Teniendo esto en cuenta, los gobiernos podrían redirigir los subsidios agrícolas hacia prácticas sostenibles y pequeños agricultores. Las empresas agrícolas pueden desarrollar cultivos resistentes al clima, aprovechar el conocimiento indígena para desarrollar métodos agrícolas sostenibles y gestionar mejor el uso de pesticidas y fertilizantes para evitar dañar la salud del suelo. Los consumidores pueden adoptar dietas regionales, estacionales y ricas en plantas, e incluir en sus comidas alimentos más respetuosos con el suelo, como frijoles, lentejas, garbanzos y guisantes.
2. Salva el suelo Una planta en el suelo.
Unsplash/Romano Synkevych El suelo es más que simplemente la tierra bajo nuestros pies. Es el hábitat con mayor biodiversidad del planeta. Casi el 60 por ciento de todas las especies viven en el suelo y el 95 por ciento de los alimentos que comemos se producen a partir de él. Un suelo sano actúa como un sumidero de carbono, reteniendo gases de efecto invernadero que de otro modo entrarían a la atmósfera, desempeñando un papel vital en la mitigación del clima. Para mantener el suelo sano y productivo, los gobiernos y el sector financiero pueden apoyar la agricultura orgánica y respetuosa con el suelo. Las empresas agrícolas pueden practicar la labranza cero, una técnica que implica cultivar sin alterar el suelo mediante la labranza para mantener la cubierta orgánica del suelo. Se podría agregar abono y materiales orgánicos al suelo para mejorar su fertilidad. Se podrían utilizar técnicas de riego, como el riego por goteo o el uso de mantillo, para ayudar a mantener los niveles de humedad del suelo y prevenir el estrés por sequía. Las personas podrían hacer abono a partir de restos de frutas y verduras para usarlo en sus jardines y macetas de balcón.
3. Proteger a los polinizadores Una abeja en una flor AFP/Yuri Kadobnov
Tres de cada cuatro cultivos que producen frutos y semillas dependen de los polinizadores. Las abejas son los polinizadores más prolíficos, pero reciben mucha ayuda de murciélagos, insectos, mariposas, pájaros y escarabajos. De hecho, sin murciélagos, podemos decir adiós a los plátanos, los aguacates y los mangos. A pesar de su importancia, todos los polinizadores están en grave declive, especialmente las abejas. Para protegerlos, la gente necesita reducir la contaminación del aire, minimizar el impacto adverso de los pesticidas y fertilizantes y conservar las praderas, los bosques y los humedales donde prosperan los polinizadores. Las autoridades y los individuos podrían cortar menos espacios verdes en las ciudades e introducir más estanques aptos para los polinizadores para permitir que la naturaleza regrese. Plantar una variedad diversa de flores nativas en los jardines de la ciudad y del hogar también atraerá pájaros, mariposas y abejas.
4. Restaurar los ecosistemas de agua dulce Un hombre en una canoa PNUMA/Georgina Smith
Los ecosistemas de agua dulce sustentan los ciclos del agua que mantienen la tierra fértil. Suministran alimentos y agua a miles de millones de personas, nos protegen de sequías e inundaciones y proporcionan un hábitat para innumerables plantas y animales. Sin embargo, están desapareciendo a un ritmo alarmante debido a la contaminación, el cambio climático, la sobrepesca y la extracción excesiva.
informe completo en www.unep.org