Un proyecto de aprovechamiento de los residuos de pescado y mariscos con aliñadoras de la galería de Tumaco, acompañado por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) desde hace más de 3 años, ha permitido que mujeres negras construyan lazos para preservar sus tradiciones y su cultura, además de una oportunidad de empleo, que ahora ellas mismas llevan a otras regiones del país.
En esta iniciativa participan mujeres que han superado diversas dificultades, entre ellas 7 víctimas del conflicto provenientes de veredas aledañas a Tumaco, quienes encontraron una forma de conseguir recursos en el oficio tradicional de aliñar el pescado que aprendieron por herencia. Sin embargo, a pesar de alistar varios kilos de producto de la pesca recibían apenas 20.000 pesos, o en ocasiones no recibían remuneración alguna, lo que se considera como violencia económica.
En el aliñado de la pesca se descarta hasta el 50 % del animal, entre la piel, las escamas, la cabeza y las aletas, que en el total nacional pueden producir hasta 2.400 toneladas de residuos que terminan en el mar afectando el medioambiente y los ecosistemas. Ahora estas mujeres han aprendido a aprovechar estos “coproductos” en una industria impulsada gracias a su cultura.
La zootecnista María Daniela Portela, estudiante de la Maestría en Gestión y Desarrollo Rural de la UNAL, ha sido una de las líderes desde la academia de este proceso para promover el bienestar y mejorar la calidad de vida de las aliñadoras de la galería de Tumaco.
Este propósito no sería posible sin la tradición de las mujeres afro en conceptos como el “Vivir Bien/Vivir Sabroso”, que es la labor cotidiana como el trabajo y la resistencia comunitaria por el bienestar; así como la filosofía de Ubuntu (soy porque somos), que es el compendio de filosofía sudafricana sobre el vínculo humano universal que permite superar los retos.
El deseo de vivir bien, vivir sabroso, servir a la comunidad y reconocerse como mujeres aliñadoras clave en el proceso de transformación del pescado en un espacio como la galería, al mezclarse con la corriente filosófica conocida como Ubuntu, permitió que ellas iniciaran desde mayo de 2022 la reconstrucción y recuperación de valores en sus familias, el sentido de humanidad con otras personas, así como la relación con sus creencias.
“Soy madre cabeza de familia de 3 hijos, aliñadora, afro, abuela, sabedora. Sé tejer en rampira y compongo arrullos. Me gusta mucho descubrir los talentos que el Señor nos da. Mis raíces están en Dios, primeramente, y en Chajal, también en la música tradicional, los frutos que he podido dar están en mi trabajo, mis hijos y el buen ejemplo para ellos”, indica la Mayora Epifanía “Tía Santo”, aliñadora integrante del equipo de investigadoras locales.
Reconocerse como mujer aliñadora es esencial dentro del proceso de transformación del pescado en un espacio como la galería. Foto: Andrea Ojeda Garcés. Unimedios Tumaco.
Aliñar y aprovechar
Después de identificar el sentir de las aliñadoras y el decidido apoyo por parte de estas mujeres víctimas de violencia económica, la investigadora y su equipo iniciaron la construcción de un proyecto para aprovechar los coproductos del pescado, que en países como Estados Unidos se conoce como la industria del rendering.
“El renderizado realmente es el ‘reciclaje original’, pero en vez de reciclar botellas de agua, latas o icopor, las aliñadoras de Tumaco reutilizan las vísceras, escamas, cabezas y aletas para convertirlas en productos de valor como la “Collatina”, o gelatina a base de escamas, el biol o fertilizante para plantas, el ensilado, y las larvas de mosca soldado negro para producir fuente proteica y harinas. Con esto se reduce la contaminación de las aguas del muelle y sus alrededores”, anota la investigadora Portela.
En las capacitaciones sobre este proceso con las aliñadoras se tuvo en cuenta su cosmovisión del trabajo colectivo, lo que llevó a resignificar la galería como el escenario de vida de la mujer aliñadora tumaqueña y adecuar el espacio con actividades como jornadas de aseo y limpieza. También instalaron un dispositivo de agua dulce conocido en la localidad como “chucu chucu” para lavar el pescado; el diseñador y graficador Don Aky pintó un mural, y Krem Hurtado, una joven cantante, construyó algunas décimas cimarronas alusivas al vivir sabroso.
Fortalecidas y renovadas, en febrero de 2023 estas mujeres crearon la Asociación Familia de Aliñadoras Pioneras del Rendering (Asofalipre) con el objetivo de organizarse dentro de la cadena de valor del pescado y los mariscos y el aprovechamiento de las vísceras, además de formular y gestionar proyectos y comercializar inicialmente un producto de valor agregado como la “Collatina”, una gelatina a base de escamas de pescado, fuente de colágeno enriquecido con maracuyá.
Daniela Portela y su equipo de investigadoras locales transformaron la galería de mariscos con jornadas de limpieza, instalación de dispositivos de agua dulce y murales. Foto: Jeimmy Perdomo.
Su producto estrella, la gelatina a base de escamas de pescado, se dio a conocer en el mercado local en noviembre de 2023 con 20 clientes que les compran anualmente el producto. Actualmente se adelanta el trámite para el registro marcario con el fin de proteger la marca creada “Collatina”.
Este proyecto ha contado con el apoyo del Fondo Fundación WWB Colombia para la investigación y la beca de sostenimiento del Doctoral Studies Support Program-DSSP, del Instituto ZEF-Universidad de Bonn y el IDEA-UNAL.
Si todos ganan, tú ganas
Como Asociación ya han participado en varias convocatorias, pero la más importante es la presentación del proyecto “estrategia S.E.R Ubuntu (sacrificio, esfuerzo, responsabilidad-soy porque somos)” en el marco de la estrategia de cultura de paz del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.
Esta iniciativa desarrollada con personajes reales y acorde con la realidad local es un ejemplo de construcción colectiva y empoderamiento de la mujer aliñadora. Gracias a ello se logró la impresión de las cartillas tituladas: Va `Aliñar? Narrativas sobre el vivir sabroso de las aliñadoras de pescado de la galería de Tumaco.
Esta historieta nació dentro del proceso de investigación del trabajo de grado de la zootecnista Portela para optar al título de Magíster en Gestión y Desarrollo Rural de la UNAL, que tiene una connotación especial porque trabaja dos componentes de manera simultánea: la parte científica de cómo crear productos con valor agregado, y la parte social de cómo trabajar con mujeres víctimas del conflicto en su proceso de resignificación y reconocimiento de su rol como aliñadoras de pescado.
Esta historieta narra cómo crear productos con valor agregado y cómo trabajar con mujeres víctimas del conflicto en su rol de aliñadoras de pescado. Foto: Andrea Ojeda Garcés, Unimedios Tumaco.
“Le comenté a Karen Liseth Hurtado Solís, ‘Krem’, que quería plasmar la idea en algo sencillo como una historieta pero que comunicara muchas cosas a la vez. Entonces me propuso narrarla en forma de décimas cimarronas. Ella formó parte de nuestras reuniones tipo mentidero en la galería”, indicó la investigadora.
Las décimas son consideradas como estructuras literarias que se popularizaron en todos los territorios a través de la colonización española, pero al llegar al pueblo negro tumaqueño se cambió el estilo y se convirtió en una forma de expresión de resistencia.
Desaparecen la métrica tradicional de 10 versos octosilábicos, para agregar 44 divididos en estrofas de 4 hileras. Cada uno de los primeros 4 versos se repiten en el último de las siguientes estrofas, símbolo de la oralidad afrocolombiana, por lo que la décima cimarrona tumaqueña es única en el mundo.
Carlos Rodríguez, más conocido en el Pacífico nariñense como “el Diablo” o “Kongo Kimbisa”, asegura que “la décima cimarrona se usa como poema oral para narrar los hechos más importantes tanto del acontecer histórico como de las poblaciones, los poemas, las injurias sociales, los reclamos y necesidades más sentidas de las personas que viven en el litoral pacífico”.
Trabajar con Alex Jhaen Hinojosa Castillo “Don Aky House”, diseñador e ilustrador gráfico tumaqueño fue una articulación clave en el desarrollo de la historieta porque es un referente artístico en el territorio y un ejemplo del talento joven que resalta la cultura y tradiciones en el Pacífico nariñense a través de sus diseños.
Vivir sabroso para largo
Una vez más las mujeres del Pacífico nariñense demuestran sus capacidades, ahora como aliñadoras de pescado, integrantes de una asociación-familia, y pioneras del rendering con una gran variedad de productos de valor agregado. Superaron desafíos y pasaron de trabajar de manera solitaria a conformar un colectivo en el que realizarán sus sueños: lograr una estabilidad económica y contribuir al desarrollo sostenible de la comunidad.
Estas 7 mujeres viajarán próximamente hacia Puerto Tejada (Cauca) y Leticia (Amazonas) para continuar formando a otras mujeres en el tradicional oficio de aliñar pescado, implementar el rendering para la transformación de productos de valor agregado, y lo más importante, preservar los valores ancestrales, las costumbres y tradiciones para seguir aplicando el concepto de “Vivir Bien/Vivir Sabroso”.
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