El peor desastre ambiental minero de Brasil sepultó a la ciudad de Mariana por la rotura de un dique de contención de la minera Samarco. El accidente dejó 11 muertos, 12 desaparecidos y miles de desamparados, hace ya casi un mes.

Pero estas pérdidas no fueron las únicas consecuencias del desastre que cambió la vida de todos los ciudadanos de la región.

Y es que el lodo tóxico producido por la cantidad de metales como arsenio, cadmio, plomo, cromo, níquel, cobre y mercurio por sobre el límite legalmente permitido, recorrió 650 kilómetros del país destruyendo toda la vida que encontraba en su camino, sobre todo del ecosistema del Río Doce.

Al respecto, el biólogo brasileño André Ruschi, de la Estación de Biología Marina Augusto Rischi de Espírito Santo, afirmó que el desastre es equiparable con lo acontecido en Fukushima:

«Al llegar al mar, se convierte en el mayor desastre ambiental del mundo, sólo comparable al accidente en Fukushima, debido a la extensión de la contaminación en el mar».
Y es que después de recorrer la quinta cuenca hidrográfica más grande del Brasil, el aluvión llegó a Espírito Santo, un lugar donde se ubica un refugio natural donde distintas especies de tortugas en peligro de extinción, van a poner sus huevos.

Si el aluvión va hacia el sur del Río Doce, afectará al refugio de vida silvestre Santa Cruz, un lugar que alberga el mayor criadero marino del Atlántico. Si se dirige al norte, llegará al Archipiélago de Abrolhos, un área formada por bancos de algas y arrecifes de coral.

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Además Ruschi, informó que en el lugar afectado existen corrientes marinas giratorias que son las responsables de hacer viable el hábitat para la reproducción de la fauna marina que incluye ballenas, tiburones y tortugas.

Es así que la principal preocupación es que el lodo contaminado sea ‘absorbido’ por las corrientes mencionadas, acabando así con toda la vida de la región:

«Es una caja negra de veneno».
De igual manera, el biólogo advirtió que se está produciendo una gran cantidad de reacciones químicas desconocidas que forman ácidos orgánicos en la flora y fauna. Afirmó que las consecuencias son un misterio:

«Se está formando algo que no se sabe. Al llegar al mar, esa mezcla se está volviendo gelatinosa, lo que impide que se diluya en el agua y hace que los daños que provoca a todos los seres vivos afectados sean aún más peligrosos».
Por ejemplo, mencionó que los peces que murieron en el río Doce, perdieron la piel:

«Es como si se hubieran quemado a raíz de sustancias cáusticas».