El plástico ha sido el material sobre el que ha descansado buena parte del desarrollo económico de la segunda mitad del siglo XX. Es duro, resistente, con la elasticidad precisa, transparente si así se desea… pero esas mismas características son las que hacen que sea muy duradero en los ambientes naturales cuando no se gestiona de forma apropiada. O lo que es lo mismo, no es biodegradable, ningún organismo vivo es capaz de alimentarse y degradar este derivado del petróleo. O, al menos, los científicos no conocían ninguno capaz de hacerlo hasta ahora.Un equipo científico del Instituto de Tecnología de Kioto (Japón) acaba de descubrir recientemente una bacteria desconocida hasta la fecha que es capaz de digerirlo y asimilarlo, es decir, que puede vivir alimentándose de PET (Tereftalato de polietileno), uno de los plásticos más usados por la industria alimenticia para envasar agua mineral, refrescos, aceites o productos farmacéuticos, entre otros.
Los microbiólogos ya conocían algunos informes sobre la capacidad de degradación del PET por parte de raros ejemplos como algunos hongos filamentosos que se habían podido cultivar en medios minerales que contenían este plástico. Pero en ningún caso se había podido evaluar la tasa de crecimiento de estos microorganismos ni la cantidad de este producto sintético que eran capaces de asimilar.
Una vez identificadas, estos organismos con la maquinaria enzimática necesaria para degradar plásticos podrían servir como un método de biorremediación ambiental para descontaminar ecosistemas colmados por envases mal gestionados y liberados en el mar o en espacios naturales. Por ese motivo, el equipo de investigadores que lideran Kohei Oda y Shosuke Yoshida en el Instituto de Tecnología de Kioto decidió salir a tomar muestras en ambientes contaminados por plásticos. «Recogimos 250 muestras en todo tipo de medios contaminados por partículas de PET, como suelos, sedimentos, aguas residuales o lodos activos, de una planta de reciclaje de botellas de plástico», cuenta Yoshida en el trabajo recién publicado en la revista Science. Todas ellas fueron analizadas en busca de microorganismos que pudieran usar este plástico como principal fuente de carbono para desarrollar su actividad vital, o lo que es lo mismo para alimentarse y crecer.
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