17 de octubre de 2016, Roma – El compromiso de erradicar el hambre y la pobreza debe ir acompañado de una rápida transformación de los sistemas agrícolas y alimentarios para adaptarse a un planeta cada vez más cálido, según advirtió hoy la FAO en un nuevo informe.
La agricultura -incluyendo la silvicultura, la pesca y la ganadería-, genera cerca de una quinta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo. El sector agrícola debe hacer más para combatir el cambio climático, mientras se esfuerza en superar su impacto, según la última edición del informe sobre El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2016 (SOFA, por sus siglas en inglés).
«No hay duda de que el cambio climático está afectando a la seguridad alimentaria», advirtió el Director General de la FAO, José Graziano da Silva, en la presentación del informe. «El cambio climático -añadió- nos devuelve a la incertidumbre del tiempo en que eramos cazadores y recolectores. Ya no podemos garantizar que recolectaremos la cosecha que hemos plantado».
Esta incertidumbre se traduce también en la volatilidad de los precios, según el responsable de la FAO: «todo el mundo está pagando las consecuencias, no solo las víctimas de las sequías».
La FAO advierte que la estrategia de «seguir haciendo como siempre» puede convertir a millones de personas más en víctimas del hambre, lo que no sucedería en un futuro sin cambio climático. La más afectada sería la población de las zonas pobres en África subsahariana, Asia meridional y el Sudeste asiático, en especial los que dependen de la agricultura para su sustento. La seguridad alimentaria en muchos países empeorará en el futuro si actuamos hoy.
Renovar los sistemas agrícolas y alimentarios será complejo debido a la gran cantidad de actores involucrados, la multiplicidad de los sistemas agrícolas y de procesado de alimentos, y las diferencias entre los ecosistemas. Sin embargo, los esfuerzos deben comenzar en serio ya, pues se prevé que los efectos adversos del cambio climático empeorarán con el tiempo, según pone de relieve el informe.
«Los beneficios de la adaptación son mayores que los costos de la inacción, y por un margen muy amplio», destacó Graziano da Silva.
Hora de pasar de los compromisos a la acción
«2016 debe ser el año de pasar de los compromisos a la acción», instó Graziano da Silva, recordando que la comunidad internacional logró el año pasado un consenso sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y que el Acuerdo de París sobre el clima está a punto de entrar en vigor. La agricultura será una cuestión prioritaria en la agenda de la 22ª Conferencia de las Partes en Marruecos que comienza el próximo 7 de noviembre.
El informe de la FAO subraya que el éxito en la transformación de los sistemas alimentarios y agrícolas dependerá en gran medida en apoyar con urgencia a los pequeños productores a adaptarse al cambio climático. En los países en desarrollo viven cerca de 500 millones de familias de pequeños agricultores que producen alimentos y otros productos agrícolas dentro de una enorme variedad de condiciones agroecológicas y socioeconómicas. Las soluciones tienen que adaptarse a esas condiciones; no hay una solución única para todos los casos.
El informe SOFA 2016 describe formas alternativas y económicamente viables de ayudar a los pequeños productores a adaptarse y que los medios de vida de las poblaciones rurales -a menudo las más expuestas a las amenazas del cambio climático- sean más resilientes.
El informe aporta evidencias de que la adopción de prácticas «climáticamente inteligentes», como variedades de cultivos eficientes en el uso de nitrógeno y tolerantes al calor, la labranza cero y la gestión integrada de la fertilidad del suelo, aumentarían la productividad y los ingresos de los agricultores. Solamente la adopción generalizada de prácticas eficientes en el uso del nitrógeno reduciría el número de personas en riesgo de subalimentación en más de 100 millones de personas.
También identifica vías para reducir la intensidad de emisiones de la agricultura. Por ejemplo, las alternativas que conservan agua en vez de inundar los arrozales, pueden reducir drásticamente las emisiones de metano en un 45 por ciento, mientras que las emisiones del sector ganadero se pueden reducir hasta en un 41 por ciento a través de la adopción de prácticas más eficientes.
La hoja de ruta de la FAO enumara también políticas y oportunidades de financiación para la intensificación sostenible de la agricultura.
El camino a seguir
Ya se están sintiendo los efectos globales negativos del cambio climático en algunos rendimientos de los cultivos de cereales. El cambio climático es probable conduzca a una pérdida de contenido nutricional de algunos alimentos, como la disminución de zinc, hierro y proteínas en los cereales básicos, y conlleve nuevos problemas de salud: incluyendo diarreas para los seres humanos y diversas enfermedades transfronterizas de los animales.
Más allá de 2030, según las evidencias científicas, se sentirán cada vez más por todas partes las presiones negativas en la producción alimentaria. Hasta entonces, el impacto adverso de las altas temperaturas está muy inclinado hacia los países en desarrollo, apuntando a perspectivas más sombrías para su autosuficiencia alimentaria.
Ayudar a los pequeños agricultores a adaptarse a las amenazas del cambio climático es fundamental para reducir la pobreza mundial y la seguridad alimentaria. Debe prestarse mucha atención a la eliminación de los obstáculos a los que pueden enfrentarse y fomentar un entorno propicio para la acción individual, conjunta y colectiva, según el informe.
La FAO insta a los políticos a identificar y eliminar dichas barreras. Estos obstáculos pueden incluir subsidios a los insumos que promueven prácticas agrícolas no sostenibles, incentivos mal alineados y un acceso insuficiente a los mercados, crédito, servicios de extensión y programas de protección social, que a menudo marginan a las mujeres, que representan el 43 por ciento de la fuerza de trabajo agrícola.
El SOFA 2016 hace hincapié en que se necesita más financiación para el clima para sufragar las iniciativas de los países en desarrollo en materia de cambio climático. Los fondos públicos a nivel internacional para la adaptación al cambio climático y la mitigación están aumentando y, aunque son aun relativamente modestos, pueden actuar como catalizador para obtener mayores flujos de inversiones públicas y privadas. Se necesita mayor financiación para combatir el cambio climático para la agricultura, la pesca y la silvicultura sostenibles, y para financiar la transformación a gran escala y el desarrollo de sistemas de producción alimentaria climáticamente inteligentes. La adaptación y mitigación del cambio climático deben ir de la mano.
Si no se actúa, la agricultura seguirá siendo un importante emisor mundial de gases de efecto invernadero. Sin embargo, adoptando prácticas climáticamente inteligentes y aumentando la capacidad de los suelos y bosques para capturar carbono, las emisiones pueden reducirse incrementando al mismo tiempo la producción de alimentos para una creciente población mundial, según el nuevo informe de la FAO. Los sistemas alimentarios pueden dar una ulterior contribución, minimizando las pérdidas y el desperdicio de alimentos, así como a promoviendo dietas más saludables que tengan además una huella ambiental más reducida.
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