La producción y venta de drogas, como la cocaína, ha generado numerosas tensiones políticas entre países. Se ha tratado de una actividad ilegal que no sólo ocasiona una serie de consecuencias tanto económicas como sociales, también ambientales a gran escala. De acuerdo con un estudio publicado en Environmental Letters, la “cocaína está acabando con las selvas y los bosques de América Latina”.
Los investigadores usaron estadísticas para calcular la correlación entre la pérdida de biodiversidad y el tráfico de drogas en el camino de la cocaína hacia su venta. ¿Acaso es posible que entre el 30 por ciento de la deforestación anual de los bosques guatemaltecos, nicaragüenses y hondureños en los últimos años se deba al narcotráfico?
Si bien cada país ha tratado de proteger sus bosques y selvas, el equipo descubrió que entre el 30 y 50 por ciento de la pérdida de la biodiversidad tuvo lugar en áreas que protegidas por leyes nacionales o internacionales; y la cual presenta un mayor riesgo a los esfuerzos locales para proteger y restaurar la selva, a su diversidad, sus derechos y sus recursos naturales. A este fenómeno se le denominó “narcodeforestación”.
La narcodeforestación se ha relacionado principalmente con la producción de cocaína en Colombia, con el aumento de granjas de coca y almacenes económicos. De acuerdo con los investigadores, “la deforestación sucede no por la presencia de las granjas, sino por la necesidad de los traficantes de usar el dinero generado por la venta de las drogas.” De alguna manera, los narcotraficantes usan el espacio –antes plena de un bosque– para lavar dinero: “Parece ser que la mejor manera de lavar dinero ilegal por drogas es destruir la cerca de la naturaleza: cortar los árboles y construir un rancho con ganado.”
La guerra que EE.UU. declaró en contra de las drogas, expandió la deforestación hacia regiones de México y el Caribe. En otras palabras, la narcodeforestación se ha encargado de convertir los bosques y las selvas en granjas, en tierras de especulación, en espacios para operaciones ilegales; lo cual ha provocado que “mientras más y más bosques se usan, se requieren cada vez más y más caminos y ciudades –y eso reduce el espacio del bosque aún más.” Frente a la pérdida de áreas verdes, los impactos sociales están afectando también a las comunidades indígenas y su supervivencia.
La solución inmediata es disminuir el consumo de estas drogas; sin embargo, ¿el mundo, especialmente EE.UU., será capaz de reducir su demanda de cocaína para reducir el daño causado en los bosques latinoamericanos?
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