En los conflictos y las catástrofes, protejamos a los niños del trabajo infantil
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) lanzó el «Día mundial contra el trabajo infantil» en 2002 para concienciar acerca de la magnitud de este problema y aunar esfuerzos para erradicar esta realidad. El 12 de junio de cada año tenemos la oportunidad de fomentar y coordinar las iniciativas de los gobiernos, las patronales y sindicatos, la sociedad civil, los medios de comunicación y muchos otros actores locales, como escuelas y ayuntamientos, en la lucha contra el trabajo infantil.
En el mundo, más de 1500 millones de personas viven en países afectados por conflictos, la violencia o la inestabilidad. Además, cada año, alrededor de 200 millones de personas son víctimas de catástrofes naturales, un tercio de las cuales son niños. Una proporción importante de los 168 millones de niños víctimas del trabajo infantil viven en esas zonas. Por ese motivo, este año nos centramos en abordar el efecto de los conflictos y los desastres naturales en el trabajo infantil.
En general, estas situaciones extremas tienen un efecto devastador en la vida de las personas: mueren, resultan mutiladas y heridas, se ven obligadas a abandonar sus hogares, se destruyen sus medios de subsistencia, se les aboca a la pobreza y el hambre, y se violan sus derechos humanos. Los niños suelen ser las primeras víctimas, al destruir las escuelas y los servicios básicos. Los menores desplazados o refugiados en otros países son particularmente vulnerables a la trata y al trabajo infantil.
Es necesario adoptar medidas urgentes para combatir el trabajo infantil en las zonas afectadas por los conflictos y los desastres. De hecho, la Meta 7 del Objetivo de Desarrollo Sostenible Nº8 tiene por objeto «asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización de niños soldados, y, a más tardar en 2025, poner fin al trabajo infantil en todas sus formas». Juntos debemos intensificar y acelerar los esfuerzos para erradicar esta práctica, incluso en las zonas afectadas por los conflictos y los desastres.