(OMM) – Es muy probable que 2017 vaya a ser uno de los tres años más cálidos jamás registrados, con numerosos episodios de efectos devastadores, como huracanes catastróficos y crecidas, olas de calor debilitantes y sequías. Los indicadores del cambio climático a largo plazo, como el incremento de las concentraciones de dióxido de carbono, el aumento del nivel del mar y la acidificación del océano, siguen sin dar tregua. La cubierta de hielo marino del Ártico continúa estando por debajo de la media, y la extensión del hielo marino de la Antártida, que antes era estable, alcanzó, o casi alcanzó, niveles mínimos jamás registrados hasta la fecha.
En la versión provisional de la Declaración sobre el estado del clima mundial de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) se afirma que de enero a septiembre de 2017 se registró una temperatura media global de aproximadamente 1,1 °C por encima de los niveles preindustriales. Como consecuencia del intenso episodio de El Niño, es probable que el año 2016 continúe siendo el más cálido del que se tenga registro, con 2017 y 2015 en segundo y/o tercer lugar, respectivamente. El período de 2013 a 2017 será el quinquenio más cálido jamás registrado.
La Declaración de la OMM, que abarca el período comprendido entre enero y septiembre, se publicó el día de la inauguración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Bonn. En la Declaración se incluye la información presentada por numerosas organizaciones de las Naciones Unidas dedicadas a los impactos humano, socioeconómico y medioambiental en el marco de una iniciativa para proporcionar una reseña de orientación política de las Naciones Unidas más exhaustiva dirigida a las instancias decisorias sobre la interacción entre el tiempo, el clima y el agua y los objetivos mundiales de las Naciones Unidas.
“Los últimos tres años han estado entre los tres años más cálidos en cuanto a registros de temperaturas. Es parte de la tendencia al calentamiento a largo plazo”, dijo el Secretario General de la OMM, señor Petteri Taalas. “Hemos sido testigos de fenómenos meteorológicos extraordinarios, temperaturas que han llegado a +50 °C en Asia, huracanes sin precedentes en el Caribe y en el Atlántico que han llegado hasta Irlanda, devastadoras inundaciones monzónicas que han afectado a muchos millones de personas y una sequía implacable en África oriental”.
“Muchos de estos episodios –y los estudios científicos detallados determinarán exactamente cuántos- aportan señales reveladoras del cambio climático ocasionado por el aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero resultantes de actividades humanas”, añadió.
La señora Patricia Espinosa, Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que acoge la Conferencia de Bonn, dijo: “Estos resultados ponen de relieve los crecientes riesgos para las personas, las economías y el propio tejido de la vida en la Tierra a los que se expone la humanidad si no conseguimos encarrilar los objetivos y las ambiciones del Acuerdo de París”.
“Los gobiernos, pero también las ciudades, los estados, los territorios, las regiones, las empresas y la sociedad civil gozan de un impulso sin precedentes que ha tenido una gran acogida. Bonn 2017 tiene que ser la plataforma hacia el siguiente nivel más alto de ambición de todos los países y sectores de la sociedad a medida que tratamos de reducir el riesgo del futuro y maximizar las oportunidades de una vía de desarrollo dinámica, que tenga en cuenta el futuro y sostenible”, añadió.
Los fenómenos extremos afectan a la seguridad alimentaria de millones de personas, especialmente a las más vulnerables. En un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se señala que, en los países en desarrollo, el 26 por ciento de los daños y las pérdidas causados por tormentas, inundaciones y sequías de mediana y gran escala recayó sobre la agricultura (cultivos, ganadería, pesca, acuicultura y silvicultura).
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los impactos de las olas de calor en la salud mundial no solo dependen de la tendencia general al calentamiento, sino también del modo en que las olas de calor se distribuyen donde vive la población. Un estudio reciente muestra que el riesgo general de enfermedades o muertes relacionadas con el calor ha aumentado de forma constante desde 1980, y actualmente cerca del 30% de la población mundial vive en condiciones climáticas que provocan olas de calor extremas prolongadas. Entre 2000 y 2016, el número de personas vulnerables expuestas a episodios de olas de calor se ha incrementado en aproximadamente 125 millones.
En 2016 se desplazaron 23,5 millones de personas como consecuencia de desastres de origen meteorológico. En línea con años anteriores, la mayoría de esos desplazamientos internos estuvieron relacionados con crecidas o tormentas y se produjeron en la región de Asia y el Pacífico. Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, en Somalia ha habido más de 760 000 desplazamientos internos.
En el último número de Perspectivas de la Economía Mundial, del Fondo Monetario Internacional, se señala que las consecuencias adversas se concentran en países con climas relativamente cálidos en los que vive cerca del 60% de la población mundial actual.
Temperaturas globales en 2017
La temperatura media global para el período comprendido entre enero y septiembre de 2017 fue de 0,47°±0,08 °C más cálido que la media de 1981-2010 (estimada en 14,31 °C), lo que representa un aumento de la temperatura de aproximadamente 1,1 °C desde el período preindustrial. Determinadas partes del sur de Europa, como Italia, el Norte de África, algunas zonas del este y el sur de África y la parte asiática de la Federación de Rusia alcanzaron temperaturas máximas sin precedentes, y en China las temperaturas igualaron el registro más cálido. El noroeste de Estados Unidos y el oeste de Canadá registraron temperaturas más frías que la media de 1981-2010.
Las temperaturas en 2016 y, en cierta medida, en 2015, fueron más altas debido a episodio de El Niño excepcionalmente intenso. El año 2017 va a ser el año más cálido jamás registrado sin la influencia de un episodio de El Niño. La media quinquenal para el período de 2013 a 2017 es provisionalmente 0,40 °C más cálida que la media registrada entre 1981 y 2010 y aproximadamente 1,03 °C por encima de los niveles preindustriales, y es probable que sea el año más cálido jamás registrado.
La Declaración de la OMM se basa en cinco conjuntos de datos relativos a la temperatura global mantenidos independientemente. La OMM actualmente utiliza el período de referencia de 1981-2010 en lugar del período de referencia anterior (1961-1990), porque representa mejor las condiciones climática actuales y permite realizar una presentación más coherente de la información obtenida de los satélites y sistemas de reanálisis (algunos de los cuales no se remontan a 1960) junto con conjuntos de datos más tradicionales basados en observaciones en superficie. El cambio del período de referencia no influye en el análisis de las tendencias.
Precipitación:
En la zona meridional de América del Sur, especialmente la Argentina, el oeste de China y algunas partes del sureste de Asia el total de precipitaciones fue superior a la media. El período de enero a septiembre fue el más húmedo jamás registrado en los territorios adyacentes de Estados Unidos. Las precipitaciones registradas, en general, alcanzaron niveles cercanos a la media en el Brasil y niveles entre cercanos a la media o superiores a ella en el noroeste de América del Sur y América Central, gracias a las cuales se paliaron las sequías asociadas al episodio de El Niño de 2015-16. La estación lluviosa registró precipitaciones superiores a la media en muchas partes del Sahel, con inundaciones en algunas regiones (especialmente en el Níger).
Las precipitaciones registradas en toda la India para la estación de los monzones de 2017 (de junio a septiembre) estuvieron un 5% por debajo de la media. Sin embargo, las precipitaciones superiores a la media en el noreste y en los países adyacentes provocaron inundaciones importantes.
Las praderas del Canadá, la región del Mediterráneo, Somalia, Mongolia, Gabón y el suroeste de Sudáfrica registraron precipitaciones por debajo de la media. Italia vivió el período más seco jamás registrado entre enero y septiembre.
La extensión del hielo marino en el Ártico se situó muy por debajo de la media durante 2017 y se mantuvo en niveles bajos sin precedentes durante los cuatro primeros meses del año, según el Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielos y el Servicio de Cambio Climático del programa Copernicus de la Unión Europea. El máximo anual de la extensión de hielo marino en el Ártico alcanzó, a principios de marzo, uno de los cinco valores más bajos observados por satélite desde 1979, y el valor más bajo según el Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielos. Ha habido cinco récords de extensión máxima, todos ellos después de 2005.
Un sistema de baja presión fuerte y persistente sobre el Ártico central ayudó a inhibir la pérdida de hielo durante los meses de verano. La extensión mínima del hielo marino en el Ártico a mediados de septiembre fue un 25-31% inferior a la media de 1981-2010, y fue una de las ocho de menor valor jamás registradas. Ha habido diez récords de extensión mínima, todos ellos después de 2006.
La extensión del hielo marino en la Antártida también estuvo muy por debajo de la media. La extensión mínima anual a principios de marzo fue la más reducida jamás registrada, y la extensión máxima anual de mediados de octubre fue también la más baja, o casi, jamás observada. Las condiciones del hielo marino en la Antártida han variado mucho en los últimos años y la extensión del hielo marino alcanzó un valor máximo récord hace apenas dos años.
La extensión del manto de nieve del hemisferio norte fue de 10,54 millones de kilómetros cuadrados, cifra que se acerca al valor mediano registrado para el período de observaciones satelitales de 1967-2017.
El manto de hielo de Groenlandia registró un aumento de más de 40 000 millones de toneladas de hielo debido a las nevadas superiores a la media y a la brevedad de la estación de deshielo. A pesar del aumento global de la masa de hielo registrado este año, este tan solo representa una pequeña excepción a la tendencia general a la baja, ya que el manto de hielo de Groenlandia ha perdido cerca de 3 600 000 millones de toneladas de masa de hielo desde 2002.
El nivel medio del mar es uno de los mejores indicadores del cambio climático. Se ha mantenido relativamente estable en 2017 hasta la fecha, con niveles similares a los alcanzados por primera vez a finales de 2015. Ello se debe a que, por un lado, la influencia temporal del episodio de El Niño de 2015-16 (durante el cual el nivel medio del mar a primeros de 2016 alcanzó un valor de unos 10 milímetros por encima de la tendencia registrada en 2004-2015) continúa haciéndose sentir y, por otro lado, el nivel medio del mar está volviendo a alcanzar valores cercanos a la tendencia a largo plazo. Según los primeros datos de que se dispone, ese nivel podría haber vuelto a aumentar desde julio/agosto de 2017.
Calor oceánico:
Las temperaturas en la superficie del mar a escala mundial van camino de estar entre las tres más altas jamás registradas. Hasta la fecha, en 2017, el contenido calorífico de los océanos a nivel mundial alcanzó, o casi alcanzó, valores récord. El aumento de la temperatura de la superficie del mar en los trópicos, que contribuye a la decoloración de los corales, no fue tan notable como cuando se produjo el episodio de El Niño de 2015-16. No obstante, se produjo una importante decoloración de los corales en la Gran Barrera de Coral de Australia. En junio, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) señaló que los 29 arrecifes de coral del Patrimonio Mundial, excepto tres de ellos, han registrado temperaturas susceptibles de contribuir a la decoloración en algún momento entre 2014 y 2017.
El océano absorbe hasta un 30% de las emisiones anuales de dióxido de carbono (CO2) de origen antropógeno que se encuentra en la atmósfera, lo que contribuye a mitigar los efectos del cambio climático en el planeta. No obstante, esto tiene un alto costo ecológico ya que el CO2 absorbido modifica los niveles de acidez del océano. Desde que comenzaran los registros en la estación de Aloha (al norte de Hawái) a finales de la década de 1980, el pH del agua de mar se ha ido reduciendo progresivamente, pasando de valores superiores a 8,10 al inicio de los años ochenta a unos valores comprendidos entre 8,04 y 8,09 en los últimos cinco años.
La acidificación de los océanos repercute directamente en la salud de los arrecifes de coral y en la supervivencia y calcificación de diversos organismos esenciales. Todo esto tiene efectos en cadena dentro de la red alimentaria y repercute en la acuicultura y en las economías con litoral.
Gases de efecto invernadero:
La tasa de aumento del CO2 de 2015 a 2016 fue la más alta jamás registrada, a saber, de 3,3 partes por millón/año, lo que supuso que la concentración de CO2 alcanzara las 403,3 partes por millón. Las cifras correspondientes a la media mundial de 2017 no estarán disponibles hasta finales de 2018. Los datos en tiempo real de diversos lugares específicos indican que los niveles de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso siguieron aumentando en 2017.
Fenómenos extremos y sus impactos
Ciclones tropicales
La temporada ciclónica en el Atlántico Norte fue muy intensa. El índice de energía ciclónica acumulada, que mide la intensidad total y la duración de los ciclones, alcanzó en septiembre su valor mensual más elevado jamás registrado.
En el Atlántico Norte hubo tres huracanes de primer orden y de gran impacto, que se sucedieron en un corto intervalo de tiempo: Harvey en agosto e Irma y María en septiembre. Harvey llegó a tierra en Texas como sistema de categoría 4 y permaneció cerca de la costa durante varios días, provocando lluvias extremas e inundaciones graves. Un pluviómetro ubicado cerca de Nederland (Texas) midió un total provisional de 1 539 mm de precipitación en siete días, que fue el mayor volumen jamás registrado para un solo fenómeno en el territorio continental de los Estados Unidos.
Tanto Irma como María alcanzaron una intensidad de categoría 5 y provocaron destrozos importantes en varias islas caribeñas y ‑en el caso de Irma‑ en Florida. A mediados de octubre, Ophelia se convirtió en un huracán de primer orden (categoría 3) cuando se encontraba más de 1 000 kilómetros al noreste que ningún otro huracán anterior del Atlántico Norte. Causó daños importantes en Irlanda, mientras que los vientos asociados a este sistema contribuyeron a provocar incendios de gran magnitud en Portugal y el noroeste de España.
El Equipo de Expertos sobre el Impacto del Clima en los Ciclones Tropicales de la OMM llegó a la conclusión de que, si bien no existen pruebas que demuestren claramente que el cambio climático influya en la mayor o menor frecuencia de los huracanes que se desplazan lentamente y llegan a tierra, como en el caso de Harvey, es probable que el cambio climático inducido por el hombre sea el causante de que las precipitaciones sean más intensas y de que el actual aumento de nivel del mar acreciente los efectos de las mareas de tempestad.
Inundaciones
En agosto unas lluvias excepcionalmente intensas provocaron un deslizamiento de tierra en Freetown (Sierra Leona), que causó la muerte de más de 500 personas. Además, en esa ciudad cayeron 1 459,2 mm de lluvia en dos semanas, casi el cuádruple de la media. A su vez, en abril las fuertes precipitaciones provocaron un deslizamiento de tierra en Mocoa, al sur de Colombia, que dejó al menos 273 víctimas.
Muchas zonas del subcontinente indio se vieron afectadas por las inundaciones monzónicas, pese a que el volumen de las precipitaciones estacionales se mantuvo cercano a la media. Las inundaciones más graves se produjeron a mediados de agosto en el este de Nepal, al norte de Bangladesh y en la vecina India, al norte del país. En Mawsynram (India) cayeron más de 1 400 mm del 9 al 12 de agosto. En Rangpur (Bangladesh) en dos días, entre el 11 y el 12 de agosto, cayó tanta agua como en un mes (360 mm). Como consecuencia, en la India, Bangladesh y Nepal se produjeron más de 1 200 víctimas mortales y, al mismo tiempo, más de 40 millones de personas resultaron desplazadas o se vieron afectadas de algún otro modo. La Organización Mundial de la Salud indicó que, tan solo en Bangladesh, se notificaron más de 13 000 casos de enfermedades transmitidas por el agua y de infecciones respiratorias durante tres semanas en el mes de agosto, mientras que en Nepal se informó de amplios daños en los establecimientos de salud pública.
En marzo hubo inundaciones en muchas zonas del Perú, que causaron la muerte de 75 personas y dejaron a otras 70 000 sin hogar. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) informó de que se habían producido pérdidas significativas de cultivos, especialmente de maíz. Este tipo de inundaciones suelen producirse en el Perú durante la última fase de un episodio de El Niño. Si bien en 2017 no hubo ningún episodio de El Niño en toda la cuenca del Pacífico, en marzo las temperaturas de la superficie del mar cerca de la costa peruana se situaron 2 °C o más por encima de la media, siendo similares a los valores de El Niño.
A mediados de año se produjeron graves inundaciones en algunas partes del sur de China, especialmente en la cuenca del río Yangtsé. Del 29 de junio al 2 de julio el total de las precipitaciones acumuladas alcanzó los 250 mm. Se notificaron 56 víctimas mortales y se estimaron pérdidas económicas por un valor superior a 5 000 millones de dólares de los Estados Unidos.
En enero y febrero cayeron intensas lluvias en el oeste de los Estados Unidos, causando graves inundaciones, numerosos deslizamientos de tierra y la evacuación de decenas de miles de personas. Fue el invierno más lluvioso jamás registrado en Nevada y el segundo en California.
Sequía
La sequía siguió asolando algunas partes del África oriental. Tras unas precipitaciones muy por debajo de la media en 2016, la estación larga de las lluvias (de marzo a mayo) también fue seca en 2017 en muchas zonas de Somalia, la mitad septentrional de Kenya y el sureste de Etiopía.
La FAO informó de que en Somalia, en junio de 2017, más de la mitad de las tierras de cultivo estaban afectadas por la sequía, habiéndose reducido los rebaños entre un 40 y un 60% desde diciembre de 2016. Según las estimaciones del Programa Mundial de Alimentos (PMA), desde febrero de 2017 en Somalia se ha duplicado el número de personas que se encuentran al borde de la hambruna hasta alcanzar las 800 000, por lo que la mitad del país necesita algún tipo de asistencia. El PMA ha confirmado que más de 11 millones de personas están pasando por una situación de grave inseguridad alimentaria en Somalia, Etiopía y Kenya.
Desde noviembre de 2016 hasta mediados de junio de 2017, en el marco de la Red para la Vigilancia de la Protección y el Retorno (PRMN), proyecto dirigido por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), se registraron más de 760 000 desplazamientos internos por causa de la sequía en Somalia.
Kenya declaró la sequía de 2017 desastre nacional. Nairobi sufrió una escasez de agua que obligó a las autoridades municipales a racionar el agua y, al mismo tiempo, provocó un aumento del precio de los cereales y tuvo repercusiones en las cifras del producto interno bruto.
Un verano más lluvioso de lo normal alivió la situación de sequía en el sur de África. No obstante, la sequía localizada de la provincia de El Cabo se intensificó.
A principios de 2017 las fuertes lluvias invernales atenuaron la sequía en California, pero produjeron algunas inundaciones y contribuyeron al crecimiento de la vegetación, lo que puede haber exacerbado los incendios forestales que se produjeron más avanzado el año.
En muchas zonas del Mediterráneo predominaron unas condiciones secas. La sequía más grave se dio en Italia, afectando a la producción agrícola y provocando una caída del 62% de la producción de aceite de oliva con respecto a la producción de 2016. Las precipitaciones medias en Italia para los meses de enero a agosto de 2017 fueron inferiores a la media en un 36%. Además, se dieron las temperaturas más altas jamás registradas en Italia para el período de enero a agosto, con una anomalía de 1,31 °C superior a la media del período 1981-2010. Las condiciones secas también predominaron en muchas regiones de España y Portugal.
En la República Popular Democrática de Corea las lluvias estuvieron por debajo de la media, lo que tuvo repercusiones en los principales cultivos básicos, tales como el arroz con cáscara y el maíz. En la República de Corea, las precipitaciones de enero a junio fueron inferiores a la media en un 51%, las más bajas desde que comenzaran los registros nacionales en 1973.
Olas de calor intensas
En enero una ola de calor extremo afectó a algunas zonas de América del Sur. En Chile se registraron temperaturas máximas sin precedentes en numerosos lugares, entre ellos Santiago (37,4 °C). En Argentina, el 27 de enero se alcanzó una temperatura de 43,5 °C en Puerto Madryn, que fue la más alta jamás registrada tan al sur (43° S) en ningún lugar del mundo.
En gran parte de la zona oriental de Australia se dio un calor extremo en enero y febrero, que alcanzó sus valores máximos los días 11 y 12 de febrero, cuando las temperaturas llegaron a 47 °C.
A finales de mayo un calor excepcional afectó a algunas zonas del suroeste de Asia. El 28 de mayo las temperaturas alcanzaron los 54,0 °C en Turbat, en el extremo occidental del Pakistán, cerca de la frontera iraní, y también superaron los 50 °C en el Irán y Omán. El 29 de junio se registró una temperatura de 53,7 °C en Ahwaz (Irán) y en Bahrein se registró el mes de agosto más caluroso hasta la fecha.
Durante el verano, la ciudad china de Shanghái y el Observatorio de Hong Kong notificaron nuevos récords, de 40,9 °C y 36,6 °C respectivamente.
En la región del Mediterráneo, en el sur de España el 12 de julio se llegó a 46,9 °C en la ciudad de Córdoba y el 13 de julio a 45,7 °C en Granada. A principios de agosto una extensa ola de calor trajo consigo récords de temperatura en el norte y el centro de Italia, Croacia y el sur de Francia.
En California se dio el verano más caluroso del que se tenga registro y también se dio un calor extremo en otros estados del oeste del país. Estos extremos tuvieron como colofón una ola de calor intensa a finales de agosto y principios de septiembre, llegándose a un récord de temperatura máxima, de 41,1 °C, en San Francisco.
Incendios forestales
El calor extremo y la sequía contribuyeron a que se produjeran múltiples y destructivos incendios forestales.
En Chile hubo los mayores incendios forestales de la historia del país durante el verano del hemisferio sur, de 2016/2017, después de una sequía excepcionalmente rigurosa en 2016, a la que siguió un calor extremo a finales de año, en diciembre, y a principios de 2017, en enero. Como consecuencia de los incendios se produjeron 11 víctimas mortales y se quemó un total de 614 000 hectáreas de bosque, que es probablemente el total estacional más alto jamás registrado y ocho veces la media a largo plazo. Durante ese verano de 2016/2017 hubo también grandes incendios en varias partes del este de Australia y en Christchurch, en Nueva Zelandia, mientras que la ciudad de Knysna, al sur de Sudáfrica, se vio gravemente afectada por los incendios en junio.
La temporada de incendios en el Mediterráneo fue muy intensa. El peor incidente fue el que ocurrió en el centro de Portugal en junio, que causó la muerte a 64 personas. Hubo otros grandes incendios forestales en Portugal y en el noroeste de España a mediados de octubre, que se vieron exacerbados por los fuertes vientos que desencadenó el huracán Ophelia. Otros países también sufrieron incendios importantes, como Croacia, Italia y Francia.
Desde enero hasta el 19 de octubre se quemó una zona del territorio continental de los Estados Unidos cuya extensión superó en un 46% la media del período de 2007 a 2016. La superficie de la zona que se quemó en el Canadá era aproximadamente un 51% mayor que la media estacional y contribuyó a provocar una intensa contaminación por humo. Un invierno lluvioso, que permitió el crecimiento abundante de la vegetación, y posteriormente un verano seco y caluroso crearon las condiciones ideales para que se produjeran incendios de gran intensidad en el norte de California a principios de octubre. Estos incendios provocaron al menos 41 víctimas mortales, cifra que representa la mayor pérdida de vidas humanas en un incendio en los Estados Unidos desde 1918.
Otros acontecimientos destacados
Un frío intenso y grandes nevadas afectaron partes de la Argentina en julio. Después de que nevase con intensidad el día anterior, la temperatura descendió hasta -25,4 °C en Bariloche el 16 de julio, 4,3 °C por debajo de la temperatura más baja registrada anteriormente en esa ciudad. En otras regiones del mundo, en 2017, también se produjeron temperaturas bajas sin precedentes; por ejemplo, a principios de julio en algunas localidades del interior suroriental de Australia, como Canberra, donde se registró la temperatura más baja (−8,7 °C) desde 1971, y en la región del Golfo en Oriente Medio a principios de febrero.
En los Estados Unidos la temporada de tornados fue la más activa desde 2011. El total preliminar fue de 1 321 tornados en el período de enero a agosto, y enero fue el segundo mes con mayor número de tornados del que se tenga registro.
La Organización Meteorológica Mundial es el portavoz autorizado de las Naciones Unidas sobre el tiempo, el clima y el agua.