La mayoría podría confundir esta pequeña isla caribeña con República Dominicana, su hermana mayor ubicada en otra isla al noreste. Aún así, algunos recordarán el paso del huracán María por Dominica el pasado septiembre, antes de que los canales de noticias se llenaran con imágenes de la devastación que María causó en Puerto Rico.

Cuando volé a Dominica en la secuela del huracán, la tierra lucía como un gato erizado: andrajoso, irregular, antinatural. La hierba verde no podía ocultar el hecho de que la mayoría de los árboles se habían quedado sin hojas. Si hubiera existido una mancha negra, hubiera pensado que un incendio forestal había desgarrado la cubierta natural de la isla.

El viento le hizo cosas surrealistas en la isla. Pasé por una casa que literalmente había explotado desde su interior. La estructura de madera de una barbería se redujo a cerillas de colores, sin embargo, dos taburetes para que los clientes se sentaran permanecían levantados entre los escombros. Los vehículos de un concesionario de automóviles que fue golpeado por un río desbordado fueron arrojados contra la pared frontal de un edificio vecino. Vi un contenedor de metal como una caja de fósforos aplastada por una mano gigante, deformado y reventado. Este no es mi primer huracán, pero es probablemente la demostración más evidente que he visto del poder absoluto del viento.

Cuando los residuos generados por un desastre tan grande golpean el sistema de gestión de desechos de un país tan pequeño, los impactos ambientales y de salud para los sobrevivientes pueden ser enormes.

A través de su Unidad Conjunta con la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, ONU Medio Ambiente envió a dos expertos en gestión de residuos de desastres pertenecientes a sus socios de respuesta, el Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, a petición del gobierno de Dominica y de la Agencia de Manejo de Desastres y Emergencias en el Caribe.

Las dos agencias de la ONU comparten experiencia en respuesta a los peligros que presentan los desechos de desastres, especialmente los desechos peligrosos y químicos liberados en estas circunstancias. También brindan apoyo al sector de la salud, que a menudo enfrenta un mayor volumen de desechos médicos después de una emergencia, cuando puede resultar dañada la infraestructura de los hospitales, como incineradores y celdas sanitarias. Los expertos ambientales de nuestros socios también contribuyen a reducir el riesgo de contaminación por desechos, que a veces contienen materiales viejos como plomo o asbesto, peligrosos para la salud de los sobrevivientes.

 

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