Los principales núcleos de contaminación, qué duda cabe, son las ciudades. El destino de las especies, de las civilizaciones humanas y en suma del planeta depende, en buena medida, de que estos hábitats humanos produzcan su energía un 100% renovable. Desafortunadamente, aún son pocos los núcleos urbanos que se han aproximado al 100% de energías verdes en su día a día, como es el caso de Costa Rica, que genera toda su electricidad desde fuentes renovables.
Sin embargo, existen más avances considerables en todo el mundo que deben celebrarse, producto del compromiso que las naciones han pactado en fundamentales proyectos como el Acuerdo de París,.
En el mundo, más de 100 ciudades obtienen entre el 70 y el 100% de su energía desde fuentes renovables.
Estos avances han sido cartografiados por la organización Carbon Disclosure Project (CDP), que se dedica a evaluar ciudades y revelar datos en relación a su impacto climático provenientes tanto del sector privado como del público.
Lo interesante es que esta organización constituye una forma elegante y educada de pedirle a las empresas que revelen lo que a veces no quieren revelar. Y más importante, contribuye a mapear los canales de contaminación según el país, y de esta forma obtener información de primera mano que aporte a mejorar o construir mejores políticas ambientales en beneficio de una realidad compartida.
Esta es la cartografía que realizaron para analizar la situación:
- 47 de Brasil (Incluyendo Brasilia)
- 4 de Colombia (incluyendo Medellín)
- 1 de Chile (Temuco)
- 1 de México (León de los Aldamas)
- 1 de Ecuador (Quito)
- 1 de Panamá (Chorrera)
Resulta alentador pensar que un futuro más resiliente es posible, incluso frente a un sistema de organización que ha demostrado ser tan perjudicial para el entorno como las ciudades. La fórmula para atravesar el duro panorama del cambio climático se encuentra en la naturaleza misma, y mientras no se conciba algo tan sencillo como esta idea, abriremos la puerta a un futuro con problemáticas cada vez más agobiantes.
A fin de cuentas, la prueba más clara de que una realidad compartida, aún más disfrutable, es viable, se encuentra en los efectos positivos que los países más sustentables gozan.
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