El emblemático archipiélago ecuatoriano, que inspiró a Charles Darwin para su teoría de la evolución de las especies, no es ajeno a la marea de plástico que inunda al planeta. La basura que termina en las islas amenaza a las especies vulnerables de esta región, así como a sus habitantes, que dependen de los recursos marinos de Galápagos para su alimentación y sustento.
El plástico se desintegra en micropartículas que son imposibles de recolectar, de modo que es inevitable su entrada en la cadena alimenticia. «Muchos animales las confunden con huevos de especies marinas de los cuales normalmente se alimentan”, explica Jorge Carrión, director del Parque Nacional Galápagos.
Se calcula que anualmente se vierten en los mares del mundo hasta 13 millones de toneladas de plástico. Al menos 50% de esa basura está compuesta por plástico desechable, que puede permanecer en el medio ambiente hasta por 500 años.
Las autoridades de Galápagos han tomado acciones significativas para controlar la contaminación por plásticos en las islas. Incluso declararon 2018 el año de la guerra contra la contaminación por plásticos, uniendo los esfuerzos de gobiernos, científicos y ciudadanos.