En una jornada marcada por la paciencia, Rafael Nadal y Novak Djokovic dejaron abierta su batalla en las semifinales de Wimbledon. Sin opción de seguir compitiendo por alcanzar la hora límite en el All England Club, el duelo quedó interrumpido con 6-4, 3-6, 7-6(9) en favor del serbio. Una capa adicional de drama en un viernes más que inusual sobre la hierba de Londres.
Porque balcánico y balear saltaron a competir bajo circunstancias excepcionales. Primero, al esperar casi siete horas en las entrañas de Wimbledon, aguardando al cierre de la semifinal más larga en la historia del torneo. Después, y ante la caída del sol, al competir al abrigo de la cubierta y los focos de la Centre Court. Un recurso de emergencia ante el toque de queda del vecindario, que impide golpear una pelota en el club más allá de las 23.00 horas.
Ante una situación así, Djokovic mostró un hambre voraz en el inicio de la batalla. Ávido en la línea de fondo y con las piernas afiladas, el serbio marcó el ritmo de entrada ante Nadal. Su poderoso revés dibujó una enorme amenaza al resto: alcanzó el deuce en los dos primeros turnos al servicio del español, generó dos pelotas de rotura en el tercero y logró su objetivo en el cuarto (4-3). Con apenas seis puntos cedidos al saque en la manga inicial, Djokovic colocó la primera piedra.
Como de costumbre, y ante la atenta mirada de Londres, la mejor versión de Nadal surgió con el partido escarpado. Una receta de elegidos con los ingredientes bien claros: sirvió al límite en sus dos primeros turnos, evitando la rotura por apenas un tiro y, sobre todo, disparó sus reflejos al resto, pasando de no ver la pelota a arañar el 52% de los puntos. Una virtud fundamental para cuestionar la batalla de fondo ante Djokovic, al que inclinó en una sucesión de tres roturas (del 3-1 al 4-2) hasta recuperar el equilibrio en el duelo. Si la intensidad era necesaria sobre el césped, Nadal acudió a la llamada.
Con los cuerpos calientes y el partido contrarreloj, la igualdad fue ganando enteros sobre la pista. Hábiles como pocos para dictar el juego tras la línea, Nadal y Djokovic salpicaron el partido con velocidad de pelota y cambios de dirección, forzando la posición del rival en cada punto. En una manga clave ante lo cercano de la interrupción, ambos blindaron sus turnos de servicio hasta llegar al desempate sin conocer siquiera una opción de iguales.
Allí, y con la inminencia de la noche, el desempate fue una absoluta prueba de fuego. Con la grada en pie y los corazones en un puño se vieron los puntos más intensos del partido. Una hilera de intercambios plagada de alternativa con ambos jugadores llevando su juego al límite. Nadal dispuso de hasta tres pelotas de set, una de ellas al servicio, antes de que Djokovic cerrara un desempate agónico de 20 puntos para dar por cerrada la jornada.
La semifinal se reanudará este sábado a partir de las 13.00 (hora local).
atpworldtour.com