A medida que la población mundial se expande y aumenta el poder adquisitivo, los medicamentos y productos de cuidado basados en químicos se vuelven más comunes. Si bien los productos farmacéuticos son esenciales para la salud y el bienestar humanos, se desconocen sus efectos en las fuentes de agua dulce de las que dependemos para nuestra existencia, así como su impacto en la salud humana y la biota.
La presencia de sustancias farmacéuticas en el medio ambiente es una preocupación mundial. Según un estudio publicado en junio de 2018 en Estados Unidos, las instalaciones de fabricación de medicamentos son una importante fuente de contaminación ambiental. Las plantas de tratamiento de aguas residuales no pueden filtrar los compuestos químicos utilizados para fabricar productos de cuidado personal y medicamentos, por lo que estos químicos se filtran en los sistemas de agua dulce y en los océanos.
«Las plantas modernas de tratamiento de aguas residuales reducen principalmente los sólidos y las bacterias al oxidar el agua. No fueron diseñadas para tratar compuestos químicos complejos», dice Birguy Lamizana, Oficial de Gestión de Programas de ONU Medio Ambiente y experto en aguas residuales y ecosistemas.
Desde hace algún tiempo, la evidencia ha ido en aumento en cuanto a que la contaminación química puede estar ingresando a la cadena alimentaria y alterando las funciones sexuales de los peces. Pero estos efectos pueden no estar limitados a los peces. La investigación sugiere que la exposición a productos farmacéuticos y otros químicos en el agua potable también puede afectar los sistemas reproductivos humanos.
Una investigación de 2017 de la UNESCO titulada Productos farmacéuticos en el medio acuático de la región del mar Báltico descubrió que el principal camino de los productos químicos hacia el medio ambiente marino y de agua dulce era a través de los vertidos de las plantas de tratamiento de las aguas residuales municipales.
«Solo nueve de 118 productos farmacéuticos evaluados se eliminaron del agua residual durante los procesos de tratamiento con una eficiencia de más de 95%, y casi la mitad de los compuestos se eliminaron solo parcialmente con una eficiencia de menos de 50%», dice el informe.
A pesar de la infraestructura y la tecnología con la que contamos, el agua es en última instancia un bien ambiental que proviene y regresa a la naturaleza. La contaminación de los ecosistemas relacionados con el agua amenaza directamente la salud y los medios de subsistencia de las personas, así como el desarrollo económico, político y de seguridad dentro de los países y en las relaciones entre ellos.
Globalmente, se debe canalizar más inversión para mejorar la calidad del agua. «Solo 4% de las inversiones en el sector del agua se destinan a soluciones basadas en la naturaleza, a pesar de los beneficios colaterales comprobados, incluida la calidad del agua», dice Elisabeth Mullin Bernhardt, experta de ONU Medio Ambiente.
«Es por eso que las soluciones basadas en la naturaleza están este año en el centro del Día Mundial del Agua, el Informe Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos y la Semana Mundial del Agua en Estocolmo», añadió.
«Es por eso que las soluciones basadas en la naturaleza están este año en el centro del Día Mundial del Agua, el Informe Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos y la Semana Mundial del Agua en Estocolmo», añadió.
La eliminación de los rastros de fármacos en las fuentes de agua no es solo un problema de las plantas de tratamiento de aguas residuales, sino también de la industria farmacéutica y los gobiernos. Los líderes empresariales y los formuladores de políticas a nivel mundial deben tomar nota y actuar según el principio de precaución en la toma de decisiones ambientales.
Los ecosistemas de agua dulce son de importancia vital y están bajo amenaza. Los lagos, ríos y humedales son esenciales para la vida humana, la salud y los medios de vida. Proporcionan directamente el agua que sirve para beber, cultivar nuestros alimentos y mover a la industria.
La Semana Mundial del Agua, que tendrá lugar en Estocolmo del 26 al 31 de agosto de 2018, será una oportunidad para crear conciencia y encontrar soluciones a los problemas hídricos más apremiantes de la actualidad.