La contaminación atmosférica mata a 6.5 millones de personas al año, lo cual es una paradoja si pensamos que a través de la respiración se debería promover vida y no muerte. Pero existe otra paradoja: al parecer, respirar el aire tóxico de las grandes urbes está reduciendo dramáticamente nuestra inteligencia.
En un estudio realizado en China, pero que sin duda es igual de válido en urbes como la Ciudad de México –donde la contaminación atmosférica equivale a fumarse 40 cigarrillos–, se realizaron 20 mil pruebas sobre lenguaje y aritmética por todo el territorio, entre el año 2010 y el 2014.
Los científicos compararon los resultados según los diversos momentos en los cuales habían sido hechas las pruebas, y descubrieron una correlación entre la contingencia ambiental –cuando los niveles de dióxido de azufre y de nitrógeno son mayores– y las pruebas con los peores resultados.
Es decir, los peores resultados coincidían con una mayor exposición al aire tóxico. De acuerdo con los investigadores, las capacidades cognitivas que posibilitan el lenguaje parecen ser más vulnerables que aquellas que posibilitan las operaciones aritméticas.
Xi Chen, miembro del equipo de investigación, dijo a The Guardian:
El aire contaminado puede causar que todos reduzcan su nivel de educación lo equivalente a 1 año.
Pero además, el efecto parece recrudecerse en personas mayores de 64 años. Y si son hombres y tienen un bajo nivel de educación, los efectos del aire tóxico equivalen a la perdida de varios años de educación.
Esta investigación corrobora algo que ya se sabía: la contaminación atmosférica envejece el cerebro, lo cual también tiene que ver con el estrés oxidativo, la neuroinflamación y la neurodegeneración que ocasionan las partículas tóxicas del aire.
Pero… ¿estamos condenados a que cada respiración nos haga un poco más tontos?
Para muchas culturas antiguas, el aire simbolizaba una fuente de energía vital; por eso, saber cómo respirar era –y sigue siendo– la base de milenarias prácticas orientales como el yoga, pues mediante la respiración podemos oxigenar el cuerpo y la psique para mantenernos en movimiento. Tal cosa ya ha sido corroborada por la ciencia: el ritmo de la respiración afecta al cerebro y los estados mentales.
Es por eso que no debemos normalizar esta situación. Es urgente que todos los países del mundo entren en sintonía para luchar contra la contaminación y así lograr disminuir los alarmantes niveles de partículas tóxicas en el aire. A esto podemos contribuir también individualmente, fomentando una cultura peatonal en nuestra ciudad, pues los coches provocan más del doble de esta toxicidad atmosférica.
ecoosfera.com