Una popular leyenda urbana afirma que las plantas crecen mejor cuando se les expone no solo al agua y al sol, sino a la música clásica. El problema de esta teoría es que es difícil que las plantas se expongan a una sinfónica en la naturaleza. Sin embargo, una revolucionaria investigación ha demostrado que las plantas, las flores específicamente, sí pueden escuchar, o al menos reaccionan a ciertos sonidos.

Lilach Hadany y Yossi Yovel de la Universidad de Tel Aviv demostraron que algunas plantas reaccionan a los zumbidos de las abejas polinizadoras endulzando su néctar para ser más atractivas.

La investigación aún no ha sido publicada, pero ha pasado por manos de diferentes expertos quienes creen que este par está frente a un descubrimiento realmente importante, aunque controversial.

Desde una perspectiva antropocéntrica (centrada en los humanos), siempre creímos que las plantas no se comunicaban. Pero un cuerpo creciente de estudios demuestra que las plantas escuchan, envían mensajes químicos a través del aire a sus vecinas, e incluso se comunican a través de los hongos que interconectan sus raíces.

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La flor misma es un “oído” que amplifica el zumbido de la abeja, y desencadena una concentración de dulzura en su interior.

Uno de los experimentos consistió en someter ciertas flores a grabaciones de sonidos de abejas, lo cual provocó un aumento en la concentración de azúcar en el néctar de hasta un 20%.

Este proceso, además, es rapidísimo, porque la flor reacciona en menos de tres minutos.

Esta respuesta de las plantas tiene sentido desde un punto de vista evolutivo: una flor más dulce atrae más polinizadores, lo cual a su vez aumenta la probabilidad de la planta de reproducirse. El riesgo de tener siempre disponible su néctar más dulce es que otros organismos no polinizadores pudieran robarlo, así que detectar el zumbido de baja frecuencia representa una ventaja para las plantas.

Aunque todavía no se sabe cómo procesan el sonido, los investigadores creen que la flor misma es una especie de oído capaz de concentrar las vibraciones del aire y reaccionar a ellas.

Futuros experimentos buscarán comprender mejor este mecanismo, así como develar otro mito sobre la bioacústica de las plantas: a saber, que las plantas también pueden producir sonidos de altísima frecuencia. ¿Será el primer paso –desde una perspectiva científica al menos– para que las plantas nos digan cómo cuidarlas mejor?

¿Y si las plantas hablan, nosotros seremos capaces de escucharlas?

ecoosfera.com