Lourdes Uquillas.- Las mujeres de Mali pretenden hacer «llorar la Tierra» porque la sequía que afecta al país deja los niveles de agua de los pozos en niveles «muy bajos» lo que provoca inseguridad alimentaria, explica Janeth Aguirre, franciscana que trabaja en la defensa de la mujer y el medioambiente en el país.
Aguirre, colombiana del eje cafetero, vive desde hace 15 años en Mali, y explica en entrevista a EFE que trabaja con las mujeres de Kulikoró, segunda ciudad de Mali, porque trabajar con ellas “implica involucrar a los hijos, al marido, a la familia y a la comunidad entera, y permite elevar los niveles de educación y bienestar social en general”.
Las mujeres pretenden “hacer llorar la tierra”
Imagen cedida por Manos Unidas de uno de los proyectos para la construcción de pozos de agua en Mali. EFE
El cambio climático está provocando de este a oeste de África sequías cada vez más frecuentes, que provocan falta de alimentos para más del 20 % de la población que sufre subalimentación, según datos de la FAO.
Aguirre explica que “construimos desde la base para escuchar a las mujeres, conocer qué quieren hacer y sus necesidad“, porque “no somos magas”, sostiene la religiosa, y añade que “la mujer es la base en toda la cadena”, en una sociedad “muy machista”, donde el hombre es el que aprueba o no lo que se hace, aunque “dentro del hogar es la mujer la que dispone”.Para asegurar los alimentos de la familia, las mujeres se han propuesto “hacer llorar la tierra”, dice Aguirre, porque con agua pueden “cultivar y lograr alimentos e ingresos y, además, reverdecer y reforestar el campo” con proyectos para la construcción de pozos.
Existe una red de agua, pero “es muy inestable y pueden pasar días sin que se distribuya el recurso a los hogares”, por lo que para consumo deben “comprarla en los grifos públicos” instalados por las autoridades en cada localidad.
Un río contaminado
Imagen cedida por Manos Unidas de uno de los proyectos para la construcción de pozos de agua en Mali. EFEPara bañarse o lavar la ropa dependen del río Níger, que “está totalmente contaminado porque no se disponen de alcantarillado ni sistemas de saneamiento ni depuración de las aguas”.
“Hemos logrado la construcción de letrinas ecológicas (secas)“, con lo que se ha reducido el contagio de enfermedades gastrointestinales y tifoidea, sostiene la franciscana, y a su alrededor se cultiva plátano, porque “la urea de la orina al parecer viene bien a ese cultivo”.
Hay “muchas necesidades en Mali”, un país con 280 etnias diferentes que “conviven de forma muy tolerante”, y que cuenta con “una de las Constituciones mejor redactadas de África del oeste”.
No obstante, el 60 % del norte del país está abandonado por el flagelo del terrorismo, que ha afectado directamente a una religiosa compatriota suya secuestrada en febrero de 2017, la hermana Gloria Cecilia Narváez Argoty.
Para paliar todos estos problemas han puesto en marcha seis módulos diferentes, con la financiación de Alemania y Manos Unidas que fomentan la educación y la formación de mujeres, segmento de la población más afectado por el analfabetismo, en un país que se encuentra el puesto 184 del índice de desarrollo humano de Naciones Unidas.
Excavación de pozos
Así, se financia la excavación de nuevos pozos de agua, a una profundidad mayor -80-120 metros- por medio de tracción mecánica y con el apoyo de agrónomos y la distribución de semillas en una primera ocasión, las mujeres logran el cultivo de huertos, en un país cada vez más afectado por la sequía.
Y cada vez más afectado, además, por “los efectos del ‘harmatan’, una nube de polvo acompañada del frío europeo que llega por los vientos del Sahara” y causante de enfermedades respiratorias, piel y meningitis.
Asimismo, en Mali “la deforestación es terrible“, factor que acompañado de “la sequía produce la muerte de miles de árboles”, asegura la religiosa.
Por ello, es necesario “el empoderamiento de la mujer”, porque es la que “consigue los alimentos” y para ello se ha creado una estructura de apoyo a madres e hijos, con el acompañamiento durante el embarazo y centros de nutrición.
Educación y formación para las mujeres
Imagen cedida por Naciones Unidas de la hermana franciscana Janeth Aguirre con mujeres malienses en uno de los huertos. EFE
Las mujeres están tan “conscientes de su poder” que actualmente se han constituido en “un grupo de presión ante la administración”, de esta forma han conseguido la donación de terrenos para el desarrollo de varios proyectos, concluye Aguirre.
Según la ONU, en el Sahel Central, más de tres millones de personas necesitan ayuda de inmediato para poder comer y podrían llegar a ser casi cinco millones. La situación es especialmente grave en Burkina Faso, Mali y Níger.
El número de personas que se encuentra en una situación límite en la zona del Sahel Central se ha disparado en el último año por la creciente inseguridad y los “shocks climáticos”.
Y en toda África occidental, más de 14 millones de personas pueden necesitar ayuda para comer este año, un nivel que no se había alcanzado desde 2012, según Naciones Unidas. EFEverde