Un equipo internacional de científicos de 13 instituciones ha proporcionado la primera comparación a largo plazo de las tasas de recuperación de carbono en la superficie entre los bosques que se regeneran naturalmente y los que se restauran activamente en el Borneo malasio.
Más de la mitad del carbono en la superficie del mundo se almacena en los bosques tropicales, cuya degradación representa una amenaza directa para la regulación climática global. La deforestación elimina el carbono de la superficie en forma de árboles, lo que reduce el tamaño de las reservas mundiales de carbono en el proceso.
Una vez que los bosques se degradan, a menudo se percibe que tienen poco valor ecológico, a pesar de la evidencia de su capacidad para continuar proporcionando importantes servicios ecosistémicos y para almacenar cantidades significativas de carbono.
Este concepto erróneo ha marcado a los bosques degradados como los principales candidatos para la conversión total a plantaciones agrícolas, pero investigaciones recientes desafían esta idea y ofrecen una alternativa prometedora: la restauración forestal es una solución más sostenible capaz de reponer el almacenamiento de carbono y preservar la biodiversidad.
Si bien este concepto no es nuevo, la adopción de prácticas de restauración se ha visto obstaculizada por las incertidumbres sobre su efectividad.
El equipo internacional de científicos de 13 instituciones, incluidos investigadores del Centro de Descubrimiento Global y Ciencias de la Conservación de la Universidad Estatal de Arizona (GDCS), ha eencontrado que las prácticas de restauración mejoraron la recuperación del almacenamiento de carbono en más del 50% en comparación con la regeneración natural.
«No hace mucho, tratábamos a los bosques tropicales degradados como causas perdidas. Nuestros nuevos hallazgos, combinados con los de otros investigadores de todo el mundo, sugieren firmemente que restaurar los bosques tropicales es una solución viable y altamente escalable para recuperar las reservas de carbono perdidas en la tierra», agrega el coautor y director de GDCS Greg Asner.
Los investigadores estudiaron un área de bosque tropical en el Borneo de Malasia, donde las actividades agrícolas han provocado un aumento de las tasas de deforestación durante años. El sitio de estudio fue intensamente talado en la década de 1980 y posteriormente protegido de una mayor tala o conversión a la agricultura de plantación.
Para evaluar la recuperación del bosque, Asner y su equipo mapearon el área utilizando su Observatorio Aerotransportado Global, equipado con potentes láseres y espectrómetros, en 2016. Los mapas resultantes revelaron la ubicación y la cantidad de carbono almacenado sobre el suelo en miles de hectáreas de bosque.
Las áreas dejadas para regenerarse naturalmente recuperaron hasta 2,9 toneladas de carbono sobre el suelo por hectárea de bosque cada año, destacando la capacidad de los bosques degradados para recuperarse si están protegidos de la conversión agrícola completa.
El primer autor Chris Philipson, de la Universidad de Dundee y la ETH de Zúrich (Suiza), destaca que «esto confirma cuantitativamente que si los bosques degradados obtienen una protección eficaz, pueden recuperarse bien de forma natural». Aún más importante, los investigadores encontraron que las áreas forestales que se sometieron a una restauración activa se recuperaron un 50% más rápido, de 2,9 a 4,4 toneladas de carbono sobre el suelo por hectárea por año.
Los métodos de restauración incluyeron plantar especies de árboles nativos, eliminar las enredaderas y ralear la vegetación alrededor de los árboles jóvenes para mejorar sus posibilidades de supervivencia. La recuperación completa de ACD en un bosque talado que se regenera naturalmente tomaría alrededor de 60 años, mientras que la recuperación de un bosque activamente restaurado toma solo 40 años.
Esta es la primera vez que se ha utilizado un conjunto de datos de series de tiempo largas para demostrar que la restauración activa ayuda a la regeneración de los bosques después de la tala y otras perturbaciones. Sin embargo, el precio actual del carbono aún no es suficiente para pagar el costo de la restauración, lo que limita el impacto que este enfoque puede tener en la crisis del cambio climático.
No obstante, los nuevos programas de compensación de carbono podrían potencialmente financiar estos costos de restauración.
«La ciencia ha trazado un camino claro para los administradores de tierras. Ahora debemos volver a la economía del problema para generar el apoyo para buscar estas soluciones –señala Asner–. Restaurar los bosques tropicales degradados sirve para mitigar el cambio climático y, en el camino, salva la biodiversidad».
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