El Comité de Huracanes de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) se reunirá del 9 al 13 de abril para examinar la devastadora temporada de huracanes que afectó a la región del océano Atlántico en 2017, así como para deliberar acerca de la coordinación y la planificación operacional a escala regional con vistas a proteger las vidas y los bienes materiales durante la próxima temporada.
La temporada de huracanes extremadamente activa de la región del océano Atlántico en 2017 fue una de las más destructivas jamás registradas. Solo en los Estados Unidos, los costos en concepto de daños superaron los 250 000 millones de dólares, mientras que la recuperación de las islas del Caribe más afectadas, como Dominica, podría llevar años. Fallecieron varios centenares de personas y la vida de millones de personas se vio perturbada.
La exactitud de las predicciones y de los avisos respecto de los peligros relacionados con los vientos, las mareas de tormenta y las inundaciones, así como la coordinación entre los Servicios Meteorológicos y los encargados de la gestión de desastres, ayudaron a evitar un número de víctimas aún mayor. Asimismo, la cooperación de larga data en el seno de la Asociación Regional para América del Norte, América Central y el Caribe (AR IV) de la OMM permitió a toda la Región disponer de evaluaciones del impacto y de productos de predicción de alto nivel.
Por primera vez desde que se dispone de registros, tres huracanes de categoría 4 (Harvey, Irma y María) tocaron tierra en los Estados Unidos, de los cuales Irma y María, cuando alcanzaron la categoría 5, tocaron tierra seis veces en la cuenca del Caribe.
Según un informe elaborado por el Centro Meteorológico Regional Especializado (CMRE) de la OMM en Miami, dependiente del Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos, de las 17 tormentas tropicales con nombre que se formaron durante 2017, 10 se convirtieron en huracanes y 6 alcanzaron la intensidad de huracán de primer orden (categoría 3 o superior en la escala de vientos huracanados de Saffir-Simpson). A título comparativo, los promedios correspondientes al período comprendido entre 1981 y 2010 fueron de 12 tormentas tropicales, 6 huracanes y 3 huracanes de primer orden.
De acuerdo con el informe mencionado del CMRE de Miami, en 2017 el índice de energía ciclónica acumulada, cuyo cálculo toma en cuenta tanto la intensidad como la duración de las tormentas tropicales y los huracanes de la temporada, se situó en un 241% del valor medio a largo plazo, esto es, el séptimo valor más alto en la región del Atlántico desde que se iniciaran los registros en 1851.
Septiembre fue, además, el mes más activo registrado en todas las cuencas de ciclones tropicales a nivel mundial en cuanto a energía ciclónica acumulada, desde que se iniciaran registros más fiables a inicios de la década de los setenta.
Habida cuenta del carácter excepcional de la temporada de 2017, el Comité de Huracanes de la AR IV de la OMM se reunirá durante cinco días, contrariamente a los cuatro que caracterizan a su práctica habitual. Rendirán informe detallado al Comité todos los países y territorios afectados, y se analizará la planificación operacional para la temporada de 2018 con miras a fomentar la resiliencia frente a los desastres. La reunión estará presidida por el señor Kenneth Graham, nuevo Director del Centro Nacional de Huracanes de la Administración Nacional del Océano y de la Atmósfera de los Estados Unidos (NOAA).
En la reunión, acogida por Météo-France en Martinica, también se determinará si se retira el nombre de algún huracán. La OMM es responsable del mantenimiento de una lista rotativa de nombres adecuados para cada cuenca de ciclones tropicales. En la región del Atlántico y la región oriental del Pacífico Norte, se alternan los nombres masculinos y femeninos por orden alfabético, reutilizándose las listas cada seis años. Si un huracán causa un alto número de víctimas mortales o pérdidas cuantiosas, su nombre se retira y se sustituye por otro.
Harvey, Irma y María
A finales de agosto y en septiembre, en el Atlántico Norte, se sucedieron en un corto intervalo de tiempo tres huracanes excepcionalmente devastadores.
Harvey, de categoría 4 cuando tocó tierra, permaneció sobre la costa de Texas, o en sus proximidades, durante cuatro días a finales de agosto, lo que provocó precipitaciones sin precedentes superiores a 60 pulgadas en la región sureste de Texas e inundaciones catastróficas en ciudades importantes como Houston. Los costos relativos a Harvey se estiman en 125 000 millones de dólares de los Estados Unidos, el segundo más gravoso en la historia del país, solo por detrás de Katrina (2005). Al menos 68 personas fallecieron a causa de los efectos directos de la tormenta en Texas, cifra que supone la mayor cantidad de muertes ocasionadas directamente por un ciclón tropical en ese Estado desde 1919.
Irma mantuvo la intensidad de categoría 5 durante 60 horas a comienzos de septiembre y sembró la destrucción a su paso por numerosas islas del Caribe. Barbuda fue destruida prácticamente por completo, y se registraron graves daños en San Martín, Anguila, Saint Kitts y Nevis, las Islas Turcas y Caicos, las Islas Vírgenes y la región meridional de las Bahamas. Irma recorrió la costa norte de Cuba y fue el primer huracán de categoría 5 desde 1932 que tocó tierra en el país, donde provocó graves daños. Tocó tierra en la región suroccidental de Florida con intensidad de categoría 4, lo que provocó la evacuación de unos 6 millones de habitantes y graves inundaciones.
María se intensificó rápidamente, convirtiéndose en un huracán de categoría 5 tan solo 24 horas después de convertirse en tormenta tropical. Tocó tierra en Dominica el 19 de septiembre, con una intensidad sin precedentes en los registros. María causó daños catastróficos, y la que hasta entonces había sido una frondosa isla tropical fue prácticamente reducida a un inmenso terreno de escombros. El Banco Mundial estima que los daños y pérdidas totales ocasionados en Dominica por el huracán equivalen a 1 300 millones de dólares de los Estados Unidos, esto es, el 224 % del producto interno bruto del país.
María aún era un huracán de categoría 4 cuando llegó a Puerto Rico, convirtiéndose en la tormenta más intensa que azotaba la isla desde 1928, y con creces en la más devastadora. Se perdió el suministro de energía eléctrica en toda la isla, que solo fue restablecido a poco más de la mitad de la población tres meses después del huracán; al mismo tiempo, el suministro de agua y las comunicaciones también se vieron gravemente afectadas. La NOAA estimó que los daños causados por María en Puerto Rico y las Islas Vírgenes de los Estados Unidos ascendieron a 90 000 millones de dólares, convirtiéndose en el tercer huracán que ha causado mayor cuantía de daños en la historia de los Estados Unidos, tras Katrina (2005) y Harvey (2017).
Otros huracanes importantes que afectaron a la región del Atlántico durante la temporada de 2017, ambos en octubre, fueron Nate, relacionado con inundaciones significativas en América Central (especialmente en Costa Rica y Nicaragua), y Ophelia, el primer huracán de gran intensidad (categoría 3) formado en un punto tan oriental según los registros, antes de atravesar Irlanda convertido en tormenta extratropical en transición, con subsiguientes daños generalizados.