Cuando celebramos el mes de octubre como el Mes de la Salud Infantil para concientizar sobre las necesidades de salud singulares de los niños, es fácil de ignorar una variable que nos afecta a todos y a cada uno de nosotros cada día, especialmente la salud de nuestros hijos–los cambios en nuestro medio ambiente.
Los efectos sobre la salud del aumento de los niveles de contaminación no son fáciles de ver como un dolor de garganta ni nariz que moquea, pero todavía pueden causar daño y provocar efectos adversos como el asma y funciones pulmonares reducidas. Como pediatras cuya labor primordial consiste en mantener a los niños saludables, creemos que el clima cambiante y su impacto en la salud infantil y exige nuestra atención total.
Para ayudar a hacer sonar la campana de alarma sobre este problema, la Academia Americana de Pediatras recientemente celebró tu un chat en Twitter con la administradora de la EPA, Gina McCarthy que alcanzó a más de 7 millones de personas, para poner énfasis en la importancia de tener aire limpio para nuestros niños.
Los niños son susceptibles a los cambios en su ambiente. Respiran más, comen más comida y toman más agua por unidad de peso corporal, haciéndolos más vulnerables a los contaminantes. Hoy los niños están sufriendo impactos a la salud asociadas con el clima que incluyen empeoramiento de las alergias y el asma, cambios en los patrones de las enfermedades infecciosas sensibles al clima tales como la enfermedad de Lyme y el desplazamiento de los fenómenos extremos como el huracán Katrina. De hecho, más de 80% de la carga actual de la salud debido al cambio climático ocurre en los niños menores de cinco años de edad.

imagenes-de-parques

Además, los niños tienen un derecho fundamental a heredar un planeta que sea seguro, productivo y precioso como el que nosotros disfrutamos hace una generación atrás. Dado nuestros conocimientos sobre los impactos graves y potencialmente irreversibles de las crecientes concentraciones de gas de efecto invernadero, el continuar en nuestra trayectoria actual sería una injusticia sin precedentes para futuras generaciones.
No hay una solución para este problema abarcador de salud pública, pero la EPA ha tomado un paso en la dirección correcta proponiendo una norma que ayudaría a limitar las emisiones de carbono. Los pediatras están cometidos a trabajar con la agencia para asegurar que se implementen las normas más estrictas para proteger la salud infantil. Estamos pidiendo a las personas que abogan por la salud pública en todo el país que se unan a nosotros. No tenemos tiempo para perder, la salud y la seguridad de nuestros hijos depende de nuestro éxito.

Sobre los autores: Jerome Paulson, MD, FAAP y Samantha Adhoot, FAAP, presidente y miembro del Consejo de Salud Ambiental de la Academia Estadounidense de Pediatría, respectivamente, son pediatras con sede en el área metropolitana de Washington, DC.